Diálogo entre besugos

Hace ahora justo cinco años que en este mismo rincón publiqué el siguiente texto:

[Después de darle unas cuantas vueltas al asunto poco serio y disparatado del referéndum por la autodeterminación de Cataluña, para tratar de escribir un sesudo y documentado artículo, digno de semejante despropósito, caí en la cuenta de que lo mejor que podía hacer era contar este chiste que le escuché al inolvidable Eugenio hace más de treinta años y que no he dejado de repetir desde entonces]

            Era un hombre tan bajito, tan bajito, que todos los días iba a la frontera para que le dijeran: ¡Aaalto!

En las últimas semanas, la realidad, a rebufo de decisiones políticas tan absurdas como improcedentes, tomadas a un lado y a otro de la legalidad constitucional, se ha empeñado en reproducir, como un disco rayado que salpica voces horrísonas y desafinadas, una burda imitación de astracán, un sucedáneo de esperpento, un estúpido diálogo entre besugos, más digno del retorcido sentido del humor del Dalí más surrealista que deudor del talento de los redactores de La Codorniz, a cuya plantilla bien pudo pertenecer el siempre sobrio, contenido y parco, Eugeni Jofra i Bafalluy, quien hizo de contar chistes todo un arte en el que fue, sin duda, un diestro consumado, único e irrepetible.

Va por usted, maestro.