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Palmero de ida y vuelta
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Hace 60 años se publicó ‘Liverpool’

El escritor José María Millares Sall.

A veces las películas terminan bien. Tras muchas dificultades, José María Millares Sall, ese superviviente nato, logró su premio Canarias de Literatura casi con 90 años. Se hizo justicia porque -como dijimos en público y en privado más de una vez- el escritor que urdió Liverpool merecía el galardón desde hacía mucho tiempo. Hace ahora 60 años José María ganaba 110 pesetas a la semana como empleado interino de Trasmediterránea. Cada 18 de julio, con motivo de conmemorar la infausta guerra civil, el dictador daba la paga extra. Justo aquel verano lo hicieron fijo, le dieron por primera vez su paga extra y corrió a la imprenta para pagarse su edición de Liverpool, pese a su brevedad uno de los libros más importantes de toda la literatura escrita en las islas.

Por favor, abridme paso, dejadme cruzar este túnel de               plomo,                                                   que quiero ser el primero en llegar con mi sangre a los           muelles de Liverpool.                                  Amigos, vosotros que os perfiláis como aletas de pescado                                                              sobre las últimas esquinas de los buques;              vosotros que de cada rincón saltáis de una bodega a otra                                                                            como sapos de azufre ardiendo, como tristes pezuñas de        lagarto,                                                       para husmear el rojo carbón de las calderas,             para darle vida al hierro como al alba le dais su fruto, para darle aliento al agua que se aleja para siempre de      la tierra,                                                         del polvo que tanto amáis tras unos ojos,           decidme que puedo soñar en vuestros rostros de ceniz   y en vuestras sucias calles de alquitrán, y en vuestros         hogares de nata corrompida,                                 y echar la raíz de mi sangre como un ancla sobre vuestras                                                                                                             jurisdicciones marítimas,                               porque además de ser un hombre como vosotros, soy un       poeta                                                                                                 y un poeta es un corazón más sobre la niebla del mundo.

José María, con su mujer Pino Betancor, ha sido uno de los creadores más serios de la literatura canaria del siglo XX. También fue promotor de la gran revista Planas de Poesía, que se iba a llamar Punto y Aparte, con su hermano Manolo Millares, el gran pintor, a quienes se unió Agustín, el otro poeta. La aventura de la revista fue extirpada en 1951, pero nadie se rindió entonces. Los Millares, ya se sabe, son desde hace varias generaciones una saga imprescindible a la hora de hablar de cultura en este archipiélago.    

El problema de José Mª consistió en haber sido un adelantado a su tiempo, un poeta que no entró en el surco de la poesía social de aquellos años sino que escribió un libro extraño, demoledor. Por favor, abridme paso, que quiero ser el primero en / saludar con mi sangre vuestras sonrisas de azufre, / vuestras mujeres de estopa. Por favor, abridme paso. / Oh, Liverpool, Liverpool. / Amigos, sobre este puerto extranjero están ya mis pies / que se hunden conmovidos sobre duras baldosas, / como tiernos tallos contra el fango. Un libro visionario, una pesadilla lúcida, surreal y expresionista, existencial. Como dijo Jorge Rodríguez Padrón, fue un libro imprescindible para la historia de la poesía española, pues pone el dedo en el ritmo y en la imagen simbolista. Por los muelles sucios de Liverpool van prostitutas, borrachos, gente desengañada. Chirría la soledad y la noche mientras el poeta, a lo Walt Whitman, lanza su palabra sobre la humanidad pero lo hace como un himno subterráneo y desengañado, un espejo roto que refleja el sufrimiento de aquellos años, después de tanta sangre, con tantas hambres.

Ah, pero yo soy sólo un poeta sobre estas calles,       sobre esta simetría exacta, donde cada zaguán es un        vómito de vino,                                               donde cada cabeza es una bola de acero hundida sobre       los hombros,                                                                      donde cada esquina es como un filo de navaja, donde       cada portal es un grupo de sangre,                       un vaso de sangre a la intemperie,                        donde en cada ventana una joven inglesa se desnuda           fríamente                                                     donde una sombra de vino se pasea por los muelles     ofreciendo una bandeja de labios cortados,             ya enlazados en un nudo de sangre y de armonía,    donde yo, entonces, cubro mi rostro en otro rostro          para buscar el mío,                                     exactamente el mío                                                 (…)                                                                       Oh, Liverpool, Liverpool. 

Justo aquel verano de hace 60 años brotó aquel poemario breve, intenso y mal comprendido, que hoy es un clásico. Enhorabuena, José María: fuiste un canario de ida y vuelta, de Las Palmas a Madrid, de Madrid a Las Palmas, una y otra vez, siempre navegante en busca de una Ítaca que sólo estaba dentro de tu pecho. Enhorabuena: estás cada día más lúcido escribiendo directamente en el ordenador. Enhorabuena: llevabas 20 años de candidato y al fin se hizo justicia. Enhorabuena también por esa fecundidad tuya, pues a pesar de tu cáncer de colon sigues regalándonos libros ejemplares, cada día enchufado desde temprano al ordenador y a los correos. Enhorabuena porque con tu lucidez, con tu humildad y con tu continuo afán de perfeccionamiento eres un ejemplo para los escritores de aquí y del mundo. Enhorabuena porque ahora te reclaman las editoriales, ahora te publican aquí y allá, todavía has llegado a tiempo de recoger en vida los parabienes antes de las ceremonias necrofílicas de la tribu. Enhorabuena porque los jóvenes madrileños de Calambur con la reedición de Liverpool te pusieron de nuevo en circulación, y un jurado al fin se apercibió de tus méritos. Enhorabuena porque los poetas de las islas se acercan a tu casa, eres un maestro con discípulos atentos. Enhorabuena, porque -como siempre dijiste- el dinero apenas vale para otra cosa que para seguir leyendo y para seguir publicando.

Quién pudiera llegar a cumplir tus años siendo fiel a tus principios de independencia, de altruismo, de entrega sin condiciones a la literatura.

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