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Palmero de ida y vuelta
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Atardecer en Gambia con Bob Dylan al fondo

Estamos en un país del sur con calor, pobreza, verdor y un gran río tranquilo, las calles hierven de suciedad y de niños porque la escolarización es deficiente, hago fotos de un grupo de pequeños que recibe educación gracias a la solidaridad canaria e internacional, ellos y ellas con sus blusitas amarillas y sus pantalones y falditas azul marino, los niños tan cariñosos cuando nos ven, sus profesoras y acompañantes de diversas nacionalidades. Cruzan los monos las praderas de césped de nuestro hotel, la tan cuidada jardinería, en las piscinas juguetean las holandesas decrépitas con sus jóvenes amantes locales mientras sobrevuelan las aves de un intenso colorido, Rosario y yo damos paseos en canoa por los manglares, nos fotografiamos delante de gigantescas termiteras, en Makusatu un brujillo adivina el futuro, asegura curar con los árboles del bosque, se deja querer. En nuestro tránsito por carreteras polvorientas observamos pájaros de un rojo insólito, bandadas de mariposas amarillas, lagartos que parecen cocodrilos. Hay precariedad pero también alegría, y varios de nuestros guías han vivido en Canarias y en la Península en la temporalidad que les permitía la falta de papeles. Son días casi agobiantes y en el atiborrado mercado de Serekunda hay muchas camisetas del Barcelona, los olores matan cuando un joven me quita la cartera pero inicio una carrera sorprendente, una matrona le tira al ladronzuelo un gigantesco parasol y recupero los dalasis que había cambiado en el aeropuerto. Aunque las mujeres estén tan discriminadas que solo son valoradas para la casa, aunque los padres creen que las niñas deben tener su sitio en la cocina, aquí existe un venerable matriarcado. En los pasatiempos turísticos de música tradicional contemplamos un espectáculo de lucha muy similar a la canaria y al rato acudimos a presenciar la llegada de los pescadores en Tanji.

Son magníficos el pescado, las verduras y el arroz que cenamos cada noche, bajo el corpulento mango que ocupa el espacio principal de las aldeas junto a la mezquita las familias charlan este atardecer y de pronto en la CNN salta la noticia de que a Bob Dylan acaban de darle el premio Nobel de Literatura. Me llaman del periódico y solo puedo manifestar mi perplejidad porque de nuevo los suecos han hecho el ídem, admiro a Dylan desde los años sesenta cuando los tiempos ya estaban cambiando, incluso elogié su obra en una sesión del Ciclo Poetas en el Club Prensa Canaria, compone canciones de gran intención pero los académicos se han equivocado, de proseguir la moda pudiera ser que Bruce Springsteen y Mick Jagger sean los próximos galardonados, y, ya que estamos en plena conducta errática, por qué no nominan a los escritores para los Grammy. A la incongruencia de los académicos responde Bob Dylan con su congruencia, que les den. Dentro del proceso global de pérdida de valores, la ocurrencia de los nórdicos demuestra que el cambio climático les afecta más de lo que pensábamos. ¿Qué hacen tan ilustres personajes con el Nobel si se olvidan una vez más de las literaturas asiáticas, soslayan a los grandes escritores africanos y apuestan más por jugar a la frivolidad que premiar los contenidos de la verdadera creación literaria? Dylan es un buen cantautor y un tipo tan despreciativo que en su día ni vino a recoger el Príncipe de Asturias ni atiende la llamada de Estocolmo, seguramente ni aparecerá vestido de frac. El Nobel nunca debió ser para él, sencillamente es eso. Desde Galdós para acá los olvidos del premio cantan, Soyinka es una excepción en la negritud pero no olvidemos que se lo negaron a Senghor, no se lo han concedido a los nigerianos ni a los kenianos, se lo regalaron a franceses intrascendentes como Le Clézio y Modiano, se lo dieron el año pasado a una cronista bielorrusa y así podríamos seguir comentando la deriva.

Haciendo zapping alcanzo a ver en directo el partido U.D. Las Palmas-Español, canal 5 de Supersport, en inglés, naturalmente, qué pena no tener algún delantero que resuelva el pequeño bache de juego, posesión sin remate, con una sensación térmica de 40 grados es refrescante contemplar el breve aguacero sobre Siete Palmas que espantó a la gente. ¿Por qué viajar a Gambia, por qué ir al sur en vez de ir a Europa o Norteamérica? Hay más contactos de lo que se supone, canarios que trabajan en empresas de allí suben al reactor que hace la ruta en dos horas y media, es la misma distancia que ir a Madrid pero justo al revés. Buena gente los gambianos que sobreviven con un tremendo analfabetismo y con graves carencias de lo más elemental. El presidente lleva 22 años en el poder y al parecer es muy amigo de Fidel Castro. Pero, claro, el izquierdismo se quedó olvidado en el cuarto de los trastos ya que ha emprendido una línea de privatizaciones que sigue los dictados del neocapitalismo salvaje. Hoteles que eran del gobierno son ahora propiedad de libaneses, los salarios del personal, ya de por sí bajos, han sido reducidos y esta gente de fuera se ha hecho también con tiendas en lugares estratégicos y compañías de servicios turísticos.

Dice la Unesco que África no podrá mantener a su población dignamente hasta dentro de 150 años, así que las pateras seguirán cruzando los océanos. Nosotros, un pueblo mestizo y con identidad abierta, solemos olvidar la presencia de nuestro vecino, ese continente gigante sembrado de violencia, guerras civiles, oligarquías, petróleo, diamantes, exuberancia para unos pocos y miseria para las inmensas mayorías. Siempre lo decía un poeta que se dedicó en cuerpo y alma a ello, Antonio García Ysábal. Fue un hombre honesto que vivió en Suráfrica y que estudió la oralidad en las literaturas africanas, la cercanía con lo nuestro. Porque si nuestra esencia se apoya en tres patas: Europa, América y África, solemos prescindir de la última. Pero el error de Antonio Cubillo y del independentismo fue pretender incorporar el elemento cultural africano como una capa superpuesta a lo que somos y la obligatoriedad de estudiar el bereber como lengua cooficial y cosas parecidas. En fin: en cuanto anochece escucho en la onda media al Centro Emisor del Atlántico de Radio Nacional que entra aquí con mucha claridad, así me entero que la continuidad de Rajoy sigue en el tejado, será que las dudas proseguirán hasta el fin de los tiempos, para qué los políticos.

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