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La gestión sanitaria

Últimamente oigo hablar mucho de la gestión como el antihéroe de nuestra sanidad. La gestión sanitaria y sus gestores se pintan para la sociedad como carcomas que la debilitan. Claro que, quizá en los orígenes de la demonización de la gestión está la relación directa con los recortes. Por otro lado, también oigo hablar mucho de que el problema de la sanidad es que está mal gestionada.
¿Entonces?
Es de actualidad el nombramiento de nuestro nuevo consejero de sanidad. Particularmente desconozco su currículo profesional más que lo que ha saltado a los medios de comunicación escandalizando a la sociedad. Al parecer, dicho consejero viene de la sanidad privada y tiene el gran hándicap, de que es un gestor. No tengo ni idea de si está formado, de si lo ha hecho bien previamente o mal… No lo sé. Sólo sé que se dice que es un gestor, y eso dicen que es malo.
¿Qué es la gestión?
La gestión está tradicionalmente relacionada con los recortes que van directamente en detrimento de las mejoras de la sanidad. Esta afirmación, a mi entender, no podría ser más errónea bajo el punto de vista de la comunidad. Tenemos que comenzar teniendo un concepto claro para entenderlo; los recursos son limitados. Sí, como el petróleo, los minerales o el agua. Se agotan. Y debemos tratarlos “como oro en paño” Por otro lado, también debemos tener claro que toda persona debe tener el mismo derecho a recibir la misma calidad asistencial sanitaria. Por lo tanto, sumando esta ecuación obtenemos un nuevo concepto: la equidad como base del reparto justo de los recursos limitados.
Desde el punto de vista ético y moral, la gestión es buena. La gestión no debería traducirse en simples recortes. La gestión debería encargarse de obtener el máximo beneficio y máximo rendimiento al menor coste posible. Eso no significa comprar los medicamentos o los recursos sanitarios en un todo a 100. Tampoco significa dejar descubierta la cartera sanitaria. Significa no despilfarrar. Significa que debemos comprar lo mejor y de más calidad teniendo en cuenta el mejor beneficio al menor coste. Y eso es absolutamente necesario para que nos llegue la sanidad a todos, es decir, la equidad. Para que el dinero llegue a la quimioterapia, a la operación de juanetes, a la financiación de la receta del paracetamol… para que “mamá sanidad” nos cubra a todos, debemos gestionar esta gran bendición llamada seguridad social.
Por otro lado todos somos gestores. Sí, así es con mi convencimiento más profundo. Todos podemos abusar o mal usar de la sanidad. Pedir una baja laboral fraudulenta, es despilfarrar recursos. Ir a urgencias en lugar de al centro de salud por un catarro, es despilfarrar. Sacar de la farmacia fármacos para acumularlas en el almacén domiciliario, es despilfarrar. Que un médico pida pruebas no justificadas a exigencia y demandas de un paciente, es despilfarrar. Perder una cita, despilfarrar. Usar 3 gasas en lugar de 1 si es posible, es despilfarrar. Abusar de los guantes sin necesidad, es despilfarrar. Abusar injustificadamente de los antibióticos tanto médicos como pacientes, es despilfarrar.
Todos somos despilfarradores. Todos hacemos pequeños gestos que nos cuestan. Despilfarrar sí que es el antihéroe de nuestra sanidad.
Si este buen señor conocido en su círculo es capaz de gestionar haciendo de la sanidad un recurso eficiente, justo y equitativo y cuyo potencial brille entre todos los ciudadanos, bienvenido sea. Si por otro lado, continúa pintando para la sociedad una gestión que se traduzca en recortes que sigan torpedeando a la sanidad, a otra cosa mariposa.

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