cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
Opinión
Publicidad
Máximo Pérez Tejera

¿Obstinación, irreversibilidad, endiosamiento?

  • El error es entender la política como una carrera y no como un derecho pasajero

Según avanzan los días, en una desenfrenada carrera política hacia horizontes no tan lejanos, pero sí inciertos, algunos pacientes o impacientes ciudadanos, los políticos de andar por casa, tertulianos imaginarios que replicamos a los absurdos desde la esquina del diván, estamos enganchados a este mundillo de acontecimientos que ya roza la novela río y ya no damos más de sí para asumir tanta incongruencia y tanta basura.

Son muchas las preguntas que nos llegan a la mente sin que podamos darnos una respuesta racional, y nos quedamos cavilando entre si la racionalidad que falla es la nuestra, o es que el mundo marcha por otros derroteros que consideramos ilógicos.

De todas las preguntas cuya lista es ya infinita planteo algunas por aquello de si son mal de muchos o de pocos.

¿Qué les está ocurriendo a los políticos de cierta edad frente a la realidad que vivimos?

¿Qué le ocurre a esta gente que parece que el estar marcado con el sello de político les aporta una enorme dosis de irracionalidad?

Ya sabemos que el error de los errores es entender la política como una carrera y no como el ejercicio de un derecho pasajero, pero aún así, creo que se rebasan los límites de lo comprensible y la obstinación, el carácter irreversible de su talante y el endiosamiento personal, les lleva al "Todo es posible en Granada" en una trayectoria con sentido contrario a la realidad y a la coherencia.

¿Por qué los Chaves, los Griñanes, y los enredados hasta el cuello en estas historias no han hecho mutis por el foro hace tiempo, sin esperar al último extremo, permitiendo que las cacareados aires de renovación fueran creíbles a tiempo y no cuando la soga del cuello comienza a apretar de verdad con el consiguiente daño político de su obstinación?

¿Por qué los Rajoys y las Esperanzas no se rasgan las vestiduras y desaparecen con sus listas de contratos Gurtel, de defraudadores de hacienda, su pléyade de Señores de guante blanco y dejan algo de esperanza a los Casados y otros para que con sus cenizas y sus grasas intenten un jabón más oloroso?

¿Por qué Los Aznares y los Felipes no vuelven la cabeza hacia su historia y dejan de convertirse en los adalides de los derechos humanos, no porque no sea necesario, sino porque no son ellos los más indicados ni favorece para nada los intereses de los españoles especialmente de miles de canarios?

¿Por qué el parlamento de España, el mismo que derogó el principio de jurisdicción universal, por razones comerciales según se dijo en su día, se atreve ahora con Venezuela y no lo hace con China por ejemplo que es un país mucho más grande para llevar sus gabinetes redentores?

¿Por qué los nombres tan sonados de los políticos cincuentones y sesentones de esta triste etapa, los mismos de siempre, encabezan las listas aquí y allá postulándose como los eternos salvapatrias e indispensables culos para las sillas eternas?

Lo cierto que para estas preguntas y otras muchas no encuentro respuestas. Puede ser que el ejercicio de ver la política desde la esquina del sillón, haciendo zapping y contestando a la impávida tele, sea una tarea estéril, algo demente y propia de otros sesentones, pero lo que sale por estas pantallas y por la prensa, sobre los personajes de esta novela, se me antoja en cada capítulo, algo cada día más caduco, obstinado y enfermizo. Si buscáramos un símil tristemente trágico, veríamos a muchos pilotos cerrando la puerta a sus compañeros de cabina, y con muchos inocentes a bordo, precipitarse en picado hacia los Alpes donde sus egolatrías patológicas y sus endiosadas verdades han construido una magnífica pista de aterrizaje virtual.

Continuamos.

 

Archivado en:

Publicidad
Comentarios (19)

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

1 2
Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad