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¿Con qué se comen las milicias?

El pueblo venezolano está famélico, débil, se desmaya, necesita alimentarse, comer comida, no discursos, ni fusiles, ni balas clandestinas

“No hay más opciones sino hacer de Venezuela un país inexpugnable, y eso lo vamos a lograr con la unión cívico-militar”. Así lo exclamó el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, durante uno de los ejercicios de Acción Integral Independencia II 2016, la nueva estrategia del régimen para “proteger” al país de las “amenazas externas”.

Hay varios puntos en esta declaración que generan inquietudes y que asombran (reconozco que tienen esa gran habilidad). Uno de ellos es que Nicolás Maduro y sus secuaces piensan que pueden hacer de Venezuela un país inexpugnable, blindarlo de sus enemigos. Pues esa medida llegó tarde, como todas las que se ha inventado el gobierno desde finales de los 90’s hasta hoy. Ya Venezuela está vulnerada, y no por “amenazas externas”, como lo repiten y repiten para convencer a los más “débiles” de mente de que es así. El país fue atacado hace varios años, y sus enemigos, que no son foráneos, están a punto de dar la estocada. La delincuencia, la miseria, la pobreza, la injusticia y el hambre, todos cortesía del régimen, atacan a la sociedad venezolana, y no hay milicia, ni Kalashnikov, ni uniformes con olor a nuevo (que se usarán un par de veces para grabar videos institucionales, de doctrina… Y hasta jocosos) que los frene.

El pueblo venezolano está famélico, débil, se desmaya, necesita alimentarse, comer comida, no discursos, ni fusiles, ni balas clandestinas; esto último sí va fijo en su canasta básica diaria actualmente. Se repiten cada vez más las historias tristes y alarmantes que leo en las redes sociales y en mis grupos de familiares y amigos en WhatsApp, narradas y vividas por ellos o por un conocido. Una colega periodista contó en Facebook que hay estudiantes en las universidades que no desayunan para poder tener algo qué comer en el almuerzo, bien sea porque no les alcanza el dinero para comprar las tres comidas del día, o porque sencillamente no consiguen qué comprar en el supermercado, porque los anaqueles están vacíos.

También supe del caso de un familiar a quien se le acercó una mujer a pedirle en la mesa de un restaurante la sobras de lo que comían y bebían, para poder alimentar a su hija que la esperaba afuera del local. No pidió dinero, no era una persona en situación de calle, era una madre tratando de conseguir los medios para darle de comer su pequeña, porque el dinero no le da para comprar artículos revendidos, porque no se consiguen los alimentos regulados, a menos que aguante varias colas descomunales afuera de los mercados, sin garantía de poder comprar algo al terminar la fila.
En esas colas la gente se desmaya y hasta se muere por ataques al corazón, fatiga, estrés. Son noticias habituales en los medios regionales y nacionales, casos que no deberían ocurrir en un país que “está bien”, como afirman orgullosos los voceros del régimen, un país que tiene insumos para alimentar a varias naciones, que presta ayuda humanitaria a otras necesitadas.

Los saqueos a camiones de bebidas y alimentos, y los linchamientos a ladrones e inocentes también están a la orden del día en las redes y conversaciones. Todo esto es resultado de la falta de muchas cosas en Venezuela; de comida, dinero, valores, educación. La sociedad está deteriorada física y mentalmente. En fin, como he dicho varias veces, hoy en Venezuela existen muchas maneras de morir, y no hay edad ni clase social exenta de eso. A la delincuencia desbordada se le unieron el hambre, la pobreza y la mengua de la esperanza de ver una luz al final del túnel.

Para Maduro, las balas, la ideología moribunda y las milicias son la medida extraordinaria para proteger al pueblo. Los enemigos son Obama, Rajoy, Uribe y otros expresidentes del mundo, toda una “Liga de la Justicia”, los “X Men” en contra de un régimen cuyo ego es atrevido al creerse tan importantes a los ojos del planeta. Pero en su núcleo, a puertas cerradas, sin que el venezolano de a pie se entere, están en zozobra, saben que la amenaza no está afuera de Venezuela, que la amenaza no es amenaza, que ya es un hecho y que está ocurriendo.

La unión cívico-militar que han pretendido organizar varias veces, destinando millones de dólares a armamento, uniformes y demás materiales bélicos que terminan en manos de hampones y pranes en cárceles o barrios del país (bueno, esa siempre ha sido la milicia clandestina del régimen) no es la solución para los problemas del pueblo, es la solución para sus problemas, sirve para engañar a la carne de cañón que irá en primera fila para protegerlos cuando la otra unión cívico-militar espontánea, que conformarán los venezolanos que quieren un país próspero, vaya por ellos.

Daniel Delgado Arocha es venezolano y licenciado en Comunicación Social. Desde hace seis meses vive en La Palma.

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