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Comienza el juicio por el incendio de 2009 que ha sentado en el banquillo de los acusados a tres vecinos de la Comisión de Fiestas de Tigalate

El fiscal pide para ellos siete años y seis meses de cárcel por un delito de incendio forestal causado por una imprudencia grave. Los tres acusados dicen que no sabían que los voladores fueran peligrosos y que nadie le prohibió tirarlos. Afirman que después de las seis de la tarde del 31 julio no lanzaron voladores, sin embargo varios testigos afirman haber visto cómo se lanzaban desde la plaza donde se celebraba la fiesta. El jefe de la Policía Judicial para La Palma ha declarado que un equipo del Seprona encontró restos de artificios pirotécnicos, plástico, en la zona donde se inició el fuego

Juicio por el incendio de 2009 en Mazo. Momento en el que declara el primer testigo. D.M.

Siete años después del incendio que se produjo en el municipio de Mazo a finales de julio 2009 -y que afectó también a Fuencaliente quemando casi 4.000 hectáras-, durante la celebración de las fiestas del barrio de Tigalate, ha comenzado el juicio en el Juzgado de lo Penal Número 7 de Santa Cruz de Tenerife, con sede en Santa Cruz de La Palma, contra las tres personas, miembros de la Comisión de Fiestas, acusadas de un delito de incendio forestal causado por imprudencia grave y para las que la fiscalía pide una pena de siete años y seis meses de prisión.

A tenor de lo visto en este primer día de vista, en el que fueron interrogados los tres acusados y empezaron a declarar los primeros testigos, una de las claves está en determinar si después de las seis de la tarde de aquel 31 de julio de 2009 se tiraron voladores desde la plaza de Tigalate, que es donde se celebraba la fiesta, algo que los tres acusados niegan, mientras que según preguntas hechas por el fiscal, tomando como base la declaración de varios testigos realizada durante la investigación de los hechos, sí se lanzaron más cohetes después. El inicio de incendio se produjo entre las 22.50 y las 23:00 horas aproximadamente, por ello es tan importante para la defensa determinar la hora a la que se tiraron los voladores. Otras de las cuestiones que no parece tener respuesta es qué pasó con ocho voladores de los 50 que encargó la Comisión de Fiestas y que no aparecieron.

José Javier Hernández Péréz, presidente de la Comisión de Fiestas desde 2004, fue el primero en intervenir para responder a las preguntas del fiscal y a las de su abogado, asegurando que ninguna autoridad los avisó de que hubiera alguna prohibición para tirar voladores pese a que todos conocían el programa de las fiestas (el ayuntamiento tenía el programa con todos los actos como todos los años) y que no consideraba que los voladores tuvieran peligro porque cualquier persona mayor de 18 años los puede lanzar. El fiscal dijo que en el decreto del ayuntamiento no se decía nada del lanzamiento de cohetes mientras que el acusado le contestó que todos los años hacían lo mismo, también dijo que desconocía que otros años se hubieran producido conatos por voladores. De las 50 unidades, dijo que el jueves 30 se lanzaron dos, y el 31 cuatro a las seis de la tarde, aunque luego se contradijo, y que los lanzó Antonio Isidro. Aseguró que no sabían que había situación de alerta y que después de la seis de la tarde no se lanzaron más. “Después de la seis de la tarde, como había calor decidimos nos lanzar más y nos dedicamos a realizar otras actividades” como hacer una tortilla gigante de 500 huevos. El fiscal le preguntó si no había mucho calor ese día, 39-40 grados, y viento, y el acusado le respondió que el viento empezó cuando se inició el fuego pero que por la tarde no había.

El abogado defensor, en su turno, quiso demostrar con las preguntas que hacía que el ayuntamiento era conocedor de todo lo que se iba a hacer en el programa y también le preguntó a su defendido si habían recibido alguna comunicación por riesgo de incendios, siendo la respuesta que no. “En ningún momento nos llegó ninguna prohibición”, dijo. La defensa también quiso demostrar formulando varias cuestiones, que la plaza desde donde se lanzaron los voladores estaba lejos de zona forestal, ya que tanto por debajo como por encima de la plaza hay carretera y un párking.

Antonio Isidro González Goya declaró que siempre ha tirado los voladores desde 2004, salvo alguna vez que lo ha hecho su mujer, y que recogieron los voladores y los llevaron primero a un local y luego a la iglesia. También dijo que no vio ni oyó que se lanzaran voladores después de la seis y a la pregunta del fiscal de si tenían 50 voladores por qué pararon a la seis de la tarde, contestó que por precaución, por el calor. Negó haber regalado voladores a nadie para que los tirara como así ha declarado un vecino y que eso había sido después de la seis. “Ese día yo no di voladores a nadie”, afirmó.  Antonio Isidro manifestó que desconocía que hubiera una alerta y que aprendió a tirar los voladores viendo como se hacía desde chico porque “aquí se tiran voladores por lo que sea”.

Rosa Carmina Concepción confirmó que fue su marido quien tiró los voladores y que tampoco ella vio que lanzaran más después de la seis de la tarde desde la plaza pero que ella podía haber seguido tirando toda la noche porque “tengo más de 18 años y no está prohibido. A mí ninguna autoridad me lo prohibió”. La acusada aseguró que los tres permanecieron en la plaza durante todo el tiempo hasta que se inició el fuego, y que tanto Nieves Lady Barreto, teniente de alcalde entonces, como Rosa Laura, concejal de Servicios Sociales, estuvieron allí hasta que empezó el fuego. Según la defensa tampoco ellas, refiriéndose a las dos concejales, vieron o escucharon que tiraran voladores en la plaza después de la seis de la tarde.

El turno de los testigos lo abrió el jefe la Policía Judicial para La Palma en Los Llanos, que explicó que el inicio de la investigación se basó en el informe técnico elaborado por el equipo del Seprona y que luego fueron determinantes los testimonios de dos testigos, un señor alemán y una señora llamada Romualda. “Eso nos dio base para establecer una hipótesis y que el incendio se pudo producir de la fiesta de Tigalate y un volador”, dijo. Los testigos lo ubican en unos bancales, por debajo de la ermita, a unos pocos metros, apostilló.

El fiscal le preguntó si se había barajado la posibilidad de que el incendio fuera intencionado, y el jefe de la Policía Judicial le contestó que se descartó porque no había ningún indicio. “Se habló de una furgoneta blanca que la habían visto en un camino cerca de donde se había producido el incendio y que al lado de esta furgoneta había otros focos. Y decían que el ocupante de esa furgoneta podía haber provocado el incendio de forma intencionada. También hablaban de otra persona, pero a lo largo de las declaraciones se fue descartando porque no había ningún indicio que los vinculara con los actos intencionados. También se valoró bastante el informe del Seprona que despejaba, como técnicos que son, esas dudas de la intencionalidad del incendio”.

El fiscal hizo hincapié en los testimonios del vecino alemán y de Romualda porque uno vivía al norte y otro al sur del lugar de las fiestas y vieron salir el cohete de ese lugar, y el jefe de la policía judicial concretó que “el señor alemán ve caer algo incandescente y acto seguido empezó a salir el fuego” y que Romualda manifiesta que “sale de la plaza, de al lado de la palmera, que no explota, que cae incandescente y ve que hay un foco de fuego en esa zona”. Esos datos, afirmó, fueron relevantes para la investigación. Nos pemitieron ir configurando la línea de investigación”.

Otro hecho importante sobre el que puso el acento el fiscal es que miembros del Seprona encontraron restos plásticos, que podrían tener relación con los voladores y con la causa del incendio. “Si mal no recuerdo -dijo el jefe de la policía judicial- el 28 de agosto los compenentes el equipo del Seprona de La Palma hicieron una inspección ocular complementaria, para intentar localizar restos de artificios pirotécnicos y hubo un resultado positivo en la inspección ocular. Se encontraron restos al lado del foco de inicio, en una área próxima, de material derretido, supuestamente plástico, en una piedra, y cerca también en unos matorrales. Eso se recogió, se reseñó y en cadena de custodia con autorización judicial se remitió al servicio de criminalística con una muestra indubitada para que hicieran los cotejos y nos dijeran si correspondía a algún volador y de esas características. Creo que el resultado fue positivo”.

Los otros indicios y más ese añadido, manifestó el jefe de la policía judicial, reforzaban mucho más lo que teníamos y la hipótesis de trabajo.

También dijo a preguntas del fiscal, que creía que el decreto del ayuntamiento no autorizaba el uso de artificios pirotécnicos pero tampoco los prohibía. “Si no lo ponía, yo entiendo que no lo autorizaba”, manifestó.

El abogado defendor trató, por su lado, de restar credibilidad a los testimonnios que habían sido determinantes para la investigación de este caso. Por ejemplo, señaló que la casa de Romualda estaba a una distancia considerable de la plaza y preguntó cómo sabía que el resplandor del que hablaba salía de la plaza y no desde la carretera. Le preguntó al jefe de la policía judicial si no era ideal una plaza abierta con carretera a un lado y un párking a otro para lanzar un volador y el inspector le dijo que no porque no había ninguna medida extraordinaria para actuar cuando existía riesgo de incendio.

También le peguntó por qué le daba más credibilidad a los testimonios que decían que se habían tirado voladores desde la plaza después de la seis que a los que no. El abogado de los acusados también cuestionó el hecho de que un mes después del incendio se hiciera la inspección ocular en la que se encontró el material plástico, y preguntó que si ese material lo tienen todos los voladores por qué se piensa que era de uno de los voladores de la Comisión de Fiestas y si esos restos no podrían ser de otros vecinos.

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