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El Frescal: una década recuperando el cultivo tradicional de los cereales en La Palma

Esta entidad trabaja para la conservación y la recuperación de la cultura agraria en La Palma

Una jornada de encuentro con las tradiciones del campo, en un ambiente festivo, se vivió hoy en San Isidro, Breña Alta, con la décima siembra tradicional de cereales que lleva a cabo la Asociación Agroganadera El Frescal. Este año procedieron a la siembra de trigo, del trigo blando, como el que se emplea para la preparación del conocido potaje, donde este grano es su protagonista.

Siguiendo todo el ritual tradicional de la labranza, El Frescal mantiene viva una tradición prácticamente olvidada en el campo palmero. El proceso, como explica Luis Vicente Martín, presidente de esta entidad y de ADER La Palma, comienza “barbechando el terreno”, es decir, “rompiendo la tierra”. “Cuando tenía hierba, con la azada se va tapando para que se pudra, es decir, se hace un abono verde, como se dice hoy en día”.

Cuando terminan de labrar, como manda la tradición, se desayuna, para recuperar fuerzas antes de la siembra, por donde volverán a pasar las yuntas para tapar el terreno “a punta de reja”, es decir, “sin enterrar mucho el arado”.

Luis Vicente señala que en la realización de este trabajo de forma tradicional se emplean entre tres o cuatro horas, mientras que de forma mecánica, con un tractor, se tardaría media hora. Pero la diferencia en el resultado bien merece la pena el esfuerzo. “No tiene nada que ver cómo queda la tierra”.

“Con el tractor queda la tierra batida, las piedras suben, solo labras 15 o 20 centímetros, mientras que el arado puede bajar entre 50 o 60 centímetros de profundidad, y la tierra queda suelta y rota”. Estas son algunas ventajas de labrar con el arado, que se traduce además en la cosecha, “porque el trigo está más vigoroso y mejor que cuando se siembra con el tractor”.

Luis Vicente señala que la intención del Frescal con este tipo de acciones es que esta tradición no se pierda en la isla de La Palma, así como toda la cultura que la rodea, como qué tipo de aperos se emplean, cómo son y realizan. En esta línea asegura que en La Palma se labra de forma distinta que en el resto de las islas, manteniendo un parecido mayor con el sistema que se emplea en el norte de Portugal y Galicia. “Hoy solo quedan 5 o 6 yuntas que saben labrar en la isla de La Palma, cuando antes había entre 700 o 800”, concluye.

La jornada concluyó como una comida, en la que se sirvió el tradicional potaje de jaramagos.

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