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Un joven refugiado de El Salvador, y el auge de las sectas

Erik Alfonso Cornejo Flores tiene 24 años y salió de su país después de que las bandas mataran a dos de sus hermanos porque no querían integrarse en esas organizaciones criminales. Las maras son pandillas dedicadas al narco y a la extorsión, son poderosas en El Salvador, Guatemala y Honduras, la región del mundo con mayor criminalidad. Estas pandillas absorben a grupos de amigos, ejercen un poder callejero superior a la policía y practican la extorsión a los pequeños negocios cobrándoles por ofrecerlos su protección, el narcotráfico, el secuestro. Erik vivía en la localidad de San Vicente, fue jugador de fútbol en el Independiente F.C., en la segunda división del país, jugaba de extremo izquierdo, estudiaba y trabajaba en la agricultura recogiendo maíz, frijoles y café. Sus padres están separados, y los hermanos tuvieron que buscarse la vida en aquel ambiente.

El chico intentó salir y marchó a la universidad de San Carlos en Guatemala, pero también tuvo que huir. Las maras lo asediaban, y tenía contacto con sacerdotes que le aconsejaron emigrar. Trató de conseguir el estatuto de refugiado en EEUU, presentó pruebas de su historia, documentos que probaban la violencia que padecía él y sus hermanos pero no fue acogido. Entonces le recomendaron dirigirse a Europa, y vino a la isla, donde le han dado cita para examinar su caso en las oficinas de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, CEAR, de la Avenida de Escaleritas. Afirma disponer de testimonios de la Fiscalía y de numerosos testigos que apoyan su solicitud. “Mi proyecto es seguir estudiando y no tener miedo, que no te estén esperando, que no te puedan levantar de tu casa y te maten en otro lugar. Porque la vida en Centroamérica no vale nada, todo el sistema está corrompido. Incluso el presidente de la asamblea nacional se reunió con los mareros antes de las elecciones para pedirles que cesaran su violencia, sin éxito. Todo el sistema funciona mal, y tampoco es la solución proporcionar armas a grupos de ciudadanos para que se enfrenten a las maras. A mis hermanos y a mí nos perseguían para que nos integráramos, pero como no lo hicimos querían matarnos.”

En las elecciones de febrero de 2019 salió presidente el candidato de la Gran Alianza por la Unidad Nacional, Gana, Nayib Bukele, frente a la coalición derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Se trata de un joven empresario que rompe el tradicional bipartidismo del país, para los nuevos dirigentes la problemática de los grupos criminales que atentan contra la seguridad pública no puede ser tratada exclusivamente desde una óptica de combate a la delincuencia, ya que se trata de un problema social donde la falta de oportunidades y opciones de vida comienzan a producir el círculo vicioso de la pobreza, el crimen y la violencia. Momentáneamente, en la calle Federico Viera de Schamann ha encontrado refugio este joven que ha venido con documentos para argumentar su petición, el derecho de asilo.

Según el Observatorio de Derechos Humanos (Human Rights Watch) las maras siguen ejerciendo el control territorial y extorsionando en todo el país. Estos grupos reclutan por la fuerza a niños y niñas, someten a esclavitud sexual a personas del colectivo LGBT y son responsables de asesinatos, desapariciones, violaciones y desplazamientos de quienes se resisten. Las fuerzas de seguridad no son eficaces en proteger a la población, y sus integrantes han cometido ejecuciones extrajudiciales de supuestos mareros, agresiones sexuales y desapariciones forzosas.

En otro orden de cosas, varias sectas procedentes del exterior, sobre todo de EEUU, han entrado en Europa a través de Canarias. Desde aquellos Niños de Dios de los años 70 hasta las sectas satánicas, han arraigado comunidades destructivas. Entre los casos más escandalosos figuró El Cabrito en La Gomera, con fines sexuales, que fue fundado por un austriaco condenado a prisión en su país, o la alemana Heide Fittkau que proponía un masivo suicidio ritual en Tenerife. Como precedente, en los años 20 y 30 del siglo XX arraigaron en las islas las comunidades espiritistas, autorizadas por las autoridades. En la actualidad, la circunstancia de ser un paraíso turístico facilita la entrada de movimientos más o menos esotéricos, más o menos dañinos. El interés prioritario de las sectas es obtener el control de sus miembros pero sobre todo la obtención de poder y de dinero, aunque la fe y la espiritualidad suelen ser las cartas de presentación el objetivo es el económico, y para conseguirlo anulan la capacidad crítica y la voluntad de los miembros.

En Canarias hay una cierta tradición mágica, el mestizaje cultural aportó rituales y además perviven ciertas ceremonias solares y de curación de origen prehispánico. Ha tenido prestigio la figura de curanderos y sanadores, que con rezados y plantas curativas practicaba la magia blanca con fines sanadores para el mal de ojo, problemas de estómago o de desequilibrios nerviosos. Ha habido abundancia de adivinas y barajeras, con arraigo popular pero últimamente ha venido gente de América (Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Brasil, etc.) que ha traído consigo ceremonias de magia negra, que según sus promotores son capaces de hacer daño, ejecutando venganzas, rompiendo matrimonios o recuperándolos, etc. También es frecuente la práctica de ritos en los cementerios, el robo de cadáveres y de huesos, así como el sacrificio de animales: gallos, cabras, perros.

A comienzos de los años 70 un norteamericano que se hacía llamar Moisés David introdujo Los Niños de Dios desde el Puerto de la Cruz, también visibles en Gran Canaria. Proponía una lectura de la Biblia a su conveniencia, incidiendo en la necesidad de practicar el sexo con jóvenes. Sus adeptos frecuentaban Las Canteras con guitarras y cánticos espirituales y tenían éxito con la captación juvenil. Moisés David creó otro grupo llamado La Familia del Amor para atraer a banqueros y empresarios a los que, previo donativo, se les facilitaba el acceso a jóvenes agraciadas.

Las sectas satánicas están establecidas en Madrid, Barcelona, Levante (Castellón, Valencia, Alicante) y Canarias. Hacen misas negras con contenido sexual, se cree que tienen miembros en la alta burguesía. Se supone que las autoridades policiales siguen los movimientos sectarios, aunque evidentemente no se puede entrar a saco porque la libertad religiosa y los Derechos Humanos otorgan la libertad de reunión y asociación. En las islas hay afición por lo esotérico, lo mágico y lo parapsicológico. En La Palma, por ejemplo, existe la Sociedad Espírita que tiene local y organiza conferencias sobre los ovnis, la espiritualidad, los asuntos esotéricos, etc.

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