La casa de la escritora Yolanda Soler Onís en Mánchester se abría con una hermosa cristalera sobre la calle, los edificios de ladrillo rojo, la palidez del cielo y la lluvia, la melancolía de Cantabria y Canarias. La casa de Yolanda en Polonia, como directora de uno de los importantes centros del Instituto Cervantes, conserva sin duda algo del salitre y del aroma de las arenas atlánticas, quién sabe si algún día la destinarán al África brutal y deseada. Y es que Yolanda nació en el norte pero vivió en las islas años muy intensos, en los que amó y escribió libros que llamaban la atención por su densidad y a la vez por su evanescencia. Fue una animadora cultural de gran relieve, fue delegada de la Universidad Menéndez Pelayo, organizó actividades en el extinto Centro Insular de Cultura del Cabildo de Gran Canaria y más tarde estuvo en Lanzarote y en Andalucía.
Rosario Valcárcel y yo tuvimos la primicia de algún poema de este libro recién salido De los ríos oscuros, Idea, 2010. Poesía sutil, casi desnuda, simbólica, enigmática, por donde circulan soledades, deseos, seducciones, pérdidas, fotos viejas, extravíos, ausencia, encuentros. Los viajes, la danza entre Canarias y Chile, los ríos, el mar. Tierra adentro, / hay quien lleva para otros el mar / en la mirada, / gotas de arena en los brotes del sueño. Yolanda tenía que haber figurado en una antología sobre las diosas blancas de los 80, pero el mesetarismo madrileño impone soledades periféricas que se enriquecen precisamente al no ser cortesanas, al ir por libre en una búsqueda tenaz, con la fiebre de los letraheridos. Y así le han ido creciendo poemas sugerentes, delicados, en una obra breve muy trabajada, breve por la alta exigencia estética que la autora se impone, su afán de perfección, su intimismo poderoso, la evocación del agua sagrada del sexo, el sublime instante efímero, el platonismo y el neoplatonismo, la disidencia frente a las corrientes mayoritarias en la poesía española. Yolanda clarividente y con mirada de gata mimosa y decidida que necesita estar aquí y allá con Celia y las maletas siempre dispuestas para afrontar el vuelo, Yolanda que te guía hacia Hebden Bridge y las Cumbres Borrascosas, que te señala donde reposa Sylvia Plath, en las suaves colinas de las Midlands, entre prados y ríos silenciosos. Yolanda es una de las más intensas y mejores escritoras españolas jóvenes aunque su nombre no se pregone mucho. Seguro.
