Quizá sea una consecuencia más de la crisis económica y de la crisis de valores. Lo cierto es que los fríos números dicen que en los últimos años las autoagresiones se han incrementado en España, hasta el punto de que la cifra ya es significativa y ahora mismo los 3.650 casos de suicidio registrados en nuestro país el año pasado suponen que somos los terceros de Europa, detrás de Finlandia y de Bélgica. La edad predominante está entre los 18 y los 22 años, ya se han dado algunos casos de jóvenes que se citan para suicidarse a través de internet. Las rupturas de pareja y las decepciones amorosas siguen siendo el motivo más frecuente. Con la disminución de las muertes por accidentes de tráfico, los suicidios se configuran ya en España como la causa más habitual de muerte violenta.
Estiman los psiquiatras que la causa de esa tendencia a la autolesión mortal es sobre todo social, ya que no es razonable pensar que súbitamente ha aumentado la enfermedad mental, las depresiones suicidas o los arrebatos personales. Puede que influya de manera decisiva la pérdida de valores de estos años, la caída de los principios éticos, el aislamiento al que ahora estamos sometidos a pesar del auge de las redes sociales, internet, los móviles y todas las tecnologías de comunicación. Se piensa que los jóvenes están muy solos, aislados en su habitación, relacionándose con otros a través del ordenador, que es solo un amigo de mentirijillas. Un amigo ficticio. La gente ahora habla a través de lo virtual con personas que estarán en Buenos Aires o en Sídney, con las que pueden hacer el amor en la pantalla aunque ello no deje de ser una pura mascarada. Así que en realidad las redes sociales fomentan el estrés y la pérdida de autoestima.
Puede que ahora pensemos que la vida es algo efímero y consumible, que solo tiene valor de modo transitorio y que solo alcanzamos el bienestar si tenemos medios económicos adecuados para poder alcanzar lo que la publicidad nos ofrece. Si lo que nos mueve como valor supremo es el dinero, los jóvenes parecen el sector social más sensible ante las dificultades. Los intentos de suicidio, muertes que no se consuman, son más frecuentes en mujeres que en hombres. Y los suicidios que se consuman abundan más entre los chicos. No hay estadísticas sobre Canarias pero sí es constatable que estos hechos también se dan entre nosotros, a veces entre personas de poca edad, en casos sin explicación aparente.
En las islas menores, La Palma incluida, hay sectores de la población que padecen angustia y cuadros de ansiedad con excesiva frecuencia. Ha habido en el pasado tal número de casos de intentos de suicidio y de suicidios consumados que ciertos insecticidas utilizados para combatir las plagas de la platanera tuvieron que ser prohibidos. Ante este cuadro, habría que reactivar la alegría de vivir, la esperanza que se constata día a día ante la maravilla del mundo, la circunstancia de residir en un archipiélago con tan buen clima y con una naturaleza tan valorada por nuestros millones de visitantes. Buscar un ocio activo es lo adecuado. Como puede ser un día de playa, una puesta de sol, una práctica de senderismo, el disfrute de nuestra música preferida o la lectura de un buen libro pueden ser remedios adecuados.