Como la crisis va para largo, se anuncian soluciones draconianas. Es decir, soluciones terribles. Los conservadores de Cameron han ganado las elecciones y anuncian un plan de ajuste en el Reino Unido que toca las becas, las pensiones, el ejército, la sanidad, los servicios, la educación, la función pública, las inversiones, el gasto social y todo lo demás. Así, el nuevo gobierno británico anuncia también sin ambages que se propone estudiar la venta de los bosques públicos, los montes, los prados milenarios por donde se refugiaba el mítico Robin Hood. ¿Para qué? Pues para reducir el déficit público. Se privatiza lo que es de todos con el fin de instalar parques temáticos, campos de golf, MacDonalds, BurgerKings y otros equipamientos semejantes. ¿Tolerarán los británicos tamaña osadía? Tenemos entendido que la monarquía británica, la reina Isabel II, posee varias miles de hectáreas anexas a sus castillos y mansiones palaciegas. ¿Tiene su Graciosa Majestad alguna idea al respecto?
Figúrense que aquí entre un gobierno conservador en las próximas elecciones y le dé por vender a manos privadas los bosques de Anaga, la Caldera de Taburiente, la corona forestal del Teide con el Teide incluido, Timanfaya, los montes de Toledo y el sursum corda. Para que en este patrimonio se instalen campos de golf, hotelitos de fin de semana, cadenas de hamburgueserías, parques temáticos y todo aquello que puede producir dinero de un modo rápido.
Ya en sus tiempos Margaret Thatcher privatizó los trenes británicos y ello supuso reducción de medidas de seguridad, con varios accidentes mortales. El metro de Londres, que también fue de los más modernos y funcionales del mundo, conoció malos tiempos. Como el señor Rajoy se confiesa discípulo entusiasta de estas ideas, es posible que sienta la tentación de traducirlas al pie de la letra sin detenerse en otras consideraciones. Rajoy anuncia que el aborto, el matrimonio homosexual, la inmigración y todo lo demás va a ser diferente cuando él llegue al poder dentro de no mucho tiempo. Y uno se echa a temblar. Pues si la educación y la sanidad ya están en precario, imaginemos cómo pueden quedar. Estas cuestiones son tan delicadas que esperamos sean motivo de una honda reflexión. Y eso de copiar literalmente las ideas de los otros también merece un serio análisis. Habría que tener medidas concretas adaptadas a cada circunstancia, a cada país.
