Por lo tanto, por sí sola la reducción de los aranceles no podía compensar el drástico aumento de los precios de los alimentos. La reducción o eliminación de las tarifas de importación también reduce los ingresos arancelarios, que pueden ser una importante fuente de fondos presupuestarios para muchos gobiernos. La eliminación de todas las tarifas de importación de alimentos haría perder a los países menos adelantados unos 2 100 millones de USD en ingresos. Además de reducir los precios nacionales y, así, los incentivos destinados a los agricultores y productores de alimentos para aumentar las inversiones y las producciones, la reducción de las tarifas de importación expone a los sectores agrícola y alimentario nacionales a una mayor competencia internacional. El aumento de la competencia puede constituir un desafío para la producción alimentaria nacional, que tendrá que realizar esfuerzos adicionales para incrementar su competitividad en beneficio de los consumidores. Sin embargo, en muchos países en desarrollo los sectores de la agricultura y la producción alimentaria son débiles, y podrían no soportar fácilmente la competencia, en especial en los casos en que su producción recibe apoyo de las importaciones. Por ello, existe el riesgo de perjudicar los esfuerzos de mejora de los sectores agrícola y alimentario nacionales.