Debido a este sainete político y aprovechando esta ventana de libertad que nos brinda este digital del APURON.COM., sería buena oportunidad para todos, cumpliendo la normas y respetando la leyes, poder expresar nuestras opiniones al respecto, sobre la investidura del nuevo presidente del gobierno de España.
GALVA
Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se fundaron el 28 de septiembre de 1960, en La Habana, con el papel de desempeñar tareas de vigilancia colectiva frente a la injerencia externa y los actos de desestabilización del sistema político cubano.
La inauguración de los CDR tuvo lugar en un acto público frente al Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), presidido por Fidel Castro Ruz.
Es la más poderosa de las organizaciones cubanas gubernamentales, que tiene la movilización de los partidarios de la Revolución como uno de sus objetivos principales. También participa en tareas de salud, higiene, de apoyo a la economía y de fomento de la participación ciudadana en distintos ámbitos, como en la participación en las elecciones o en las asambleas. Antes de la fundación de los CDR, existían varias organizaciones con diferentes fines que quedaron unificadas con la creación de la nueva organización de masas.
ME CAGO EN LA TROVA CUBANA, PABLO MILANES, SILVIO, PEDRO GUERRA Y DEMAS ARTISTUCHOS TIPO WILLY TOLERDO….
Los críticos del sistema socialista opinan que la estructura de los CDR ha producido una estructura controlada por el estado que, además de su labor social, ejerce la principal misión de vigilar y controlar la vida tanto pública como privada de las personas y de todos los vecinos, desde un nivel muy cercano a estas.
Carlos Alberto Montaner escribe al respecto en Informe secreto sobre la revolución cubana (1976):
Las incongruencias entre el cubano y su organización económica actual ha parido un feo invento: los Comités de Defensa de la Revolución. Según el propio régimen -muy orondo con sus policías- hay más de doscientos mil de estos pequeños cuartelillos domésticos. Se trata de grupos adictos que se encargan de husmearlo todo, de inventariarlo todo, de saber vida y milagro (con perdón) de cuanto bípedo respira en el país. Son los que instrumentan las orientaciones que “bajan” de lo alto. Nada humano les es ajeno: con quién se acuesta la señora del quinto, cuándo se baña el calvo del primero, por qué Zutano no fue a cortar caña. La represión y la vigilancia existen -obviamente- en razón directa a la posible desobediencia (…) Es obvio que los Comités de Defensa no están defendiendo a la revolución de los marines yanquis, sino de los propios cubanos; es elocuente que si existen doscientos mil minicuarteles es porque existen millones de posibles transgresores de la ley.
Los CDR también han sido criticados por algunos grupos de derechos humanos por involucrarse en los llamados “actos de repudio”, los cuales incluyen abuso, intimidación y en ocasiones, agresiones físicas en contra de aquellos que son considerados contrarrevolucionarios, es decir, enemigos de la Revolución.
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Marta71
¡VARONIL ES LA RISA DE BORIS IZAGUIRRE….Y MIRA!
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Marta71
¡TÓMATE SIETE TRANQUIMANISES, QUÉ YA TIENES 49 TACOS!
YO NO TENGO LA CULPA DE METERTE TANTOS REPASOS. ES QUE ME LO PONES A TIRO, MAGO.
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GALVA
RISAS VARONILES….
La guerra civil feminista
Han ganado las subvenciones económicas pero a cambio se les ha perdido el respeto intelectual.
2021-02-12
Han ganado las subvenciones económicas pero a cambio se les ha perdido el respeto intelectual.Transexuales en Reino Unido. | Cordon Press
La Ley Trans ha desatado una guerra civil dentro del feminismo. Se habla mucho de la crisis de la masculinidad, pero las reacciones a la ley Trans manifiestan que lo que está en crisis es la femineidad. Desde que Beauvoir dijese que las mujeres no nacen sino que se hacen, y Wittig que las lesbianas no son mujeres, el concepto mujer es discutible/do.
¿La mujer nace, se hace o, directamente, no existe? Mientras discutían sobre la pertinencia de la huelga feminista del 8-M, Ana Rosa Quintana trató de callar a Arcadi Espada, que disentía del resto de la mesa de tertulianos, con un argumento casi irrefutable: “Yo soy mujer y tú, no”. En ese momento, Espada podría haberse autodeterminado con perspectiva de género y haberse manifestado como mujer, callando la boca a Quintana y, parafraseando a Carmen Calvo, proclamar con su voz grave pero aterciopelada: “El feminismo es de todas, bonita”.
El momento en el que Ana Rosa Quintana pretendió ganar el debate no por tener razón sino por ser mujer significó más que su humillación intelectual: una derrota para el feminismo hegemónico, que ha encerrado a muchísimas mujeres en una esfera particularista, victimista y sentimental, incapaces de alcanzar el concepto, perdidas en la laberinto de una alteridad vaporosa, mareadas en el vaivén de las olas feministas y la condescendencia de las cuotas y la discriminación positiva. Han ganado las subvenciones económicas pero a cambio se les ha perdido el respeto intelectual. Por supuesto, Espada no se rebajó, ni siquiera irónicamente, a declararse gender fluid. Y hay mujeres como Susan Sarandon que siguen reivindicando votar con su mente sin género pero con opiniones políticas en lugar de con la vagina.
Tradicionalmente, el dimorfismo sexual de la especie humana, como en los demás primates, se establece principalmente por cuestiones biológicas como la genética o la estructura hormonal, lo cual se traduce en fenotipos sutilmente diferentes que en ocasiones son cualquier cosa menos tenues, como nos mostró José Ribera en su retrato de Magdalena Ventura, la mujer barbuda que era más hirsuta que su marido. Incluso contando con casos límites como la intersexualidad (con rasgos genitales de ambos sexos en diferente proporción) o el síndrome de Klinefelter (con una composición cromosómica XXY), el dimorfismo sexual de la especie se consideraba una cuestión referencialmente biológica modificada por sentidos culturales: el modo de ser mujer no era igual en la muy igualitaria y militar Esparta que en la misógina y hedonista Atenas, pero la referencia era idéntica.
El modelo que combinaba lo biológico con lo cultural se puso en cuestión con la filosófica idea de los empiristas en el siglo XVII, según la cual los seres humanos cuando nacen son como una página en blanco en la que la sociedad escribe todas sus características. Como diría más tarde Sartre, el ser humano no tiene esencia sino existencia. Tampoco habría esencia sexual, ni de identidad ni de orientación, que, para borrar cualquier condicionamiento biológico, pasó a denominarse género y sería cuestión de sentimiento y elección personal. Este empirismo epistemológico se transformó en los años sesenta del siglo pasado en feminismo postmoderno. La filósofa radical Monique Wittig escribió un impactante ensayo, El pensamiento heterosexual, que terminaba con una frase explosiva: “Las lesbianas no son mujeres”.
Si las palabras pueden significar cualquier cosa y los seres humanos pueden ser arbitrariamente lo que quieran, se defiende desde el feminismo crítico del género, no se amplían los horizontes de la humanidad sino que nos arrojamos al agujero negro del nihilismo y la anomia.
Así empezó la tercera ola del feminismo, con una guerra civil entre las nuevas lesbofeministas y las demás defensoras de los derechos de las mujeres, que sostienen que luchar por la liberación y la igualdad de las mujeres exige creer que hay mujeres en sentido nativo, por lo que el hecho de ser mujer no puede ser decidido de manera arbitraria, sino que debe estar enraizado en un fundamento biológico, una combinación de cerebro peculiar, hormonas distintivas y genes diferenciados. Todos somos humanos, ninguno más que otro pero cada uno diferente a los demás. Virginia Woolf había reivindicado una habitación propia para poder desarrollarse como persona, artista y mujer, pero ahora se ve que la habitación, las competiciones deportivas y los aseos se les podrían llenar de hombres reivindicado ser mujeres. Y vuelta a empezar. Si las palabras pueden significar cualquier cosa y los seres humanos pueden ser arbitrariamente lo que quieran, se defiende desde el feminismo crítico del género, no se amplían los horizontes de la humanidad sino que nos arrojamos al agujero negro del nihilismo y la anomia.
El negacionismo del sexo y la biología afecta fundamentalmente a las mujeres. Mientras que apenas hay hombres que nieguen la cualidad de hombres de los trans, como sí sucede en el ámbito femenino con las mujeres trans. Y es que se teme por parte de un sector importante del feminismo que esta nueva ola no sea sino una resaca que destruya las conquistas feministas realizadas hasta la fecha. Es por ello que feministas clásicas como Lidia Falcón y Amelia Valcárcel han protestado contra esta difuminación de las mujeres como sujeto antropológico, político y jurídico. Su representante más famosa es J. K. Rowling, que ha visto cómo sus libros sobre Harry Potter han sido propuestos para ser quemados en la hoguera mediático-progresista, y ella misma ha sido tachada de feminazi, TERF, puta, bruja. Rowling se opone a la marea de la negación del sexo por parte del feminismo más radical.
Si el sexo no es real, no hay atracción hacia un mismo sexo. Si el sexo no es real, la realidad de las mujeres de forma global se elimina. Conozco y quiero a personas trans, pero borrar el concepto de sexo elimina la capacidad de muchas para discutir sus vidas de manera significativa. Decir la verdad no es odio.
Pero Wittig había comenzado una guerra de exterminio contra los conceptos de hombre y mujer (y viceversa).
Una lesbiana debe ser cualquier otra cosa, una no-mujer, un no-hombre, un producto de la sociedad y no de la naturaleza, porque no hay naturaleza en la sociedad.
En sintonía con el adanismo (¿o deberíamos decir evismo?) de Wittig, otra feminista radical, Kate Millett, propuso que en el ser humano existe una “identidad genérica esencial”. En el fondo late la transferencia marxista desde el concepto de clase al de género, de modo que si en el paraíso marxista habría una sola clase, una vez que las demás hubiesen sido asimiladas o exterminadas, en el paraíso del feminista de izquierdas sólo habría un género, un ser social gaseoso en el que las categorías tradicionales han sido dinamitadas. Si en el universo marxista los burgueses llevaban todas las de perder, destinados a campos de reeducación o gulags, para el Ministerio de Igualdad y sus gurús la nueva masculinidad exige la extinción de la vieja masculinidad, y considera que decir “soy heterosexual” es decir una mentira. Esta eliminación de las diferencias tuvo su primer borrador en la moda maoísta unisex que obligaba a hombres y a mujeres a vestir iguales. El unigenerismo defiende que no se pueden establecer diferencias tampoco en la ropa, por lo que en una distopía cada vez más cercana se prohibirá a El Corte Inglés que haya una planta destinada a la moda de caballeros y otra a la de señoras, una separación que sin duda ofende y estigmatiza a alguien.
En el terreno científico, la ideología postmoderna de Wittig y Millet la aplicó el médico John Money, que, llevado por el mainstream de los expertos de la época, trató de convertir artificialmente a un niño en una niña, como experimento para confirmar la tesis de que también en cuanto al sexo podemos condicionar a los individuos para que se comporten como un constructo social. El experimento, sin embargo, terminó mal y David Reimer, que así se llamaba el niño, terminó con graves problemas psicológicos, y finalmente se suicidó. Mientras la vida de David Reimer se dirigía a la tragedia, el falaz y terrible experimento de Reimer se usó para justificar cirugías de reasignación.
El borrador de la Ley Trans propuesto por Irene Montero se basa en el concepto de autodeterminación de género, según el cual la identidad de género es la “vivencia interna e individual del género tal y como cada persona la siente y autodefine”, sin requerir de un informe médico o psicológico previo. El caso es que incluso para cambiar de nombre, no digamos ya cambiar de nacionalidad, hace falta cumplir unos criterios que evitan no sólo la arbitrariedad sino que también tienen en cuenta el orden social, con todo lo que ello implica de derechos y deberes. Por ejemplo, para cambiar de nombre
no se admiten los que hagan confusa la identificación (por ejemplo, un apellido convertido en nombre) ni los induzcan en su conjunto a error sobre el sexo.
No existe una autodeterminación automática y sin condiciones del nombre y de la nacionalidad, por lo que pretender que autodeterminar el género significa una despatologización no sólo es absurdo (la asistencia médica no es sinónimo automático de enfermedad; de hecho, se debería alentar la asesoría psicológica, psiquiátrica y neurológica como una forma de ilustración general y prevención de enfermedades), sino que supone un menoscabo del derecho a la integridad física y psicológica de las personas, ya que el asesoramiento de un equipo de médicos y psicólogos garantiza la idoneidad de un tratamiento hormonal o quirúrgico.
Cambiar de sexo hormonal y de género cultural no tiene obviamente la misma categoría antropológica que un tatuaje, por lo que cabe extremar el siempre necesario en medicina principio de prudencia. En lo que somos hay condicionantes biológicos y culturales que nos pueden afectar para bien y para mal. Lo que nos muestra el caso de David Reimer, masacrado médicamente por el experto doctor John Money en aras de la moda científica y el desvarío filosófico, es que, dado el estado actual de ignorancia científica sobre cómo nuestro cerebro procesa nuestra identidad y orientación sexual, así como la deriva ideológica que empuja a los políticos a sacrificar a la población para seguir sus ocurrencias (en este caso, de género), lo que necesitamos es tomarnos en serio la salud de los adolescentes ayudándolos para que efectivamente descubran lo que realmente son con la colaboración de equipos médicos y psicológicos plurales, públicos y transparentes que no sean acosados por las sectas abonadas al escrache y el cancelamiento de aquellos que no comparten sus mitos, prejuicios y dogmas.
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GALVA
ESTA PROGREDUMBRE…TODO LO QUE SEA NO TRABAJAR, GUITARREAR, HACER EL BOTARATAE CANARION, Y EL MALABARISTA DE KASA OKUPA……..NO VA CON ELLOS…
https://www.libremercado.com/2021-07-26/belarra-redobla-apuesta-errejon-trabajar-menos-apuesta-jornada-20-horas-6804285/?_ga=2.240067466.828870162.1627553785-298868710.1627553785
Belarra redobla la apuesta de Errejón para trabajar menos y propone jornadas de 20 horas sin reducir el salario
La ministra ha evitado hablar sobre los efectos negativos y cómo afectaría a las empresas su medida intervencionista de corte comunista.
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GALVA
ESTA ESTA BIEN;PERO YO LA QUIERO EN EL CAMPO…….
😉
https://www.milanuncios.com/venta-de-casas-en-estepona-malaga/centro-estepona-casa-202112979.htm
Despues de Agosto; otra casa Marta……
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GALVA
ESTO VA PA´TI ….
“La bajeza más vergonzosa es la adulación”
SIR FRANCIS BACON
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Hemos señalado que los aborígenes canarios lucharon durante casi cien años contra los colonizadores. Nos referimos a los habitantes de Tenerife y otras islas excepto Canaria o Tamarán, cuyos pobladores pronto se rindieron al invasor. Y no sólo eso; también colaboraron con las tropas castellanas, así como con los mercenarios andaluces y de otras regiones peninsulares que los acompañaban, en la conquista de las demás islas. Desde entonces, Canaria, la tercera isla, mal llamada “Gran” Canaria porque no es grande en nada salvo en ambición y en abundancia de secarrales, ha querido imponer su hegemonía sobre las demás. A sus políticos no les importó romper la unidad regional en 1927 para crear dos provincias y arrebatarle la capitalidad única a Santa Cruz de Tenerife, que es la ciudad a la que le corresponde ostentarla por ser la urbe más importante de la isla más grande, poblada y rica y encantadora del Archipiélago.
Con el indebido “gran” engañan los canariones a muchos turistas incautos para que acudan a su desangelada isla, ya que de la otra forma ninguno se aventuraría en ella. Sin embargo, no todos se dejan embaucar. Angela Merkel, por ejemplo. La canciller alemana ha elegido una vez más La Gomera para disfrutar de unos días de descanso. La señora Merkel prefiere una isla verde y de aguas, lo que no es la “Gran” Canaria donde abundan, como decimos, los secarrales, las piedras peladas y la sempiterna panza de burro que hace de su capital una de las ciudades más tristes del planeta. En definitiva, una isla sin gracia, lo cual sume en un complejo de inferioridad a sus dirigentes políticos y, por desgracia, también a algunos de sus habitantes. Aunque Lanzarote y Fuerteventura también son islas secas, ambas tienen mucho más interés que “Gran” Canaria. Los canariones, lo sentimos por ellos porque son nuestros hermanos, tienen la desgracia de vivir en una isla bautizada “graciosamente” con un nombre ridículo que no se ajusta a la realidad.
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GALVA
En el año 2009 Juan Antonio Roca, ex asesor de Urbanismo en el Ayuntamiento de Marbella y principal imputado por el caso Malaya, responsabilizó de todo a Jesús Gil, ex presidente del Atlético de Madrid, que llevaba muerto la friolera de 5 años. En 2016 varios ex consejeros de Caja Madrid nombrados tanto a propuesta del PP como del PSOE, le echaron la culpa de las tarjetas black a quien fuera secretario general de la entidad bancaria, Ángel Montero, que llevaba muerto desde hacía 16 años. Iba a decir que eso de echarle la culpa al muerto es muy español pero no, qué va, es algo universal. Un muerto bien muerto, no uno reciente que aún esté caliente sino uno que lleve criando malvas por lo menos un lustro, es la mejor percha para una buena defensa porque, y salvo que el muerto regrese, que eso está por ver, éste no se puede defender.
El caso de Josep María Bartomeu es distinto, es diferente. Es posible que Bartomeu sea el primer caso mundial conocido de un vivo (¡y ojalá que la salud respete durante mucho tiempo al ex presidente culé!) que lleva muerto institucionalmente desde el 28 de octubre de 2020, que fue el día que presentó su dimisión. En Traffic, una película de Steven Soderbergh que a mí me encanta, a Michael Douglas, que interpreta al juez Robert Wakefield, le nombran jefe de la Oficina del Presidente de la Política Nacional de Control de Drogas. Cuando Wakefield le pide un consejo a su predecesor, a quien interpreta James Brolin, éste le cuenta la siguiente anécdota: en la Rusia comunista eligen un nuevo jefe de la KGB y éste le pide un consejo a su antecesor en el cargo; y le dice, “le dejo dos sobres en el cajón. Cuando no aguante más las críticas, abra el primero de los sobres, y cuando vea que la situación es insostenible, abra el segundo”. Y eso es lo que hace. Pasan los meses y al principio todo va bien pero, de repente, empiezan a criticarlo; cuando las críticas arrecian, el jefe de la KGB abre el primer sobre y en él hay un papel en el que está escrito lo siguiente: ‘Écheme a mí la culpa de todo’. Y eso es lo que hace, le echa a su antecesor la culpa de todo. Y eso funciona durante un tiempo pero, de repente, las críticas vuelven a aparecer con fuerza. Y cuando ya no puede más, abre el segundo sobre y en él aparece escrito lo siguiente: “Vaya usted escribiendo dos cartas y métalas en dos sobres”.
Con Bartomeu pasa lo mismo. Vivo pero muerto institucionalmente, el barcelonismo ilustrado empieza a utilizarle como nueva estrategia de defensa ante la bancarrota que vive el club. Ya no es sólo que la continuidad de Messi sea una cuestión de Estado, no. Ni siquiera que haya que convencer a la Liga para que se rectifique a sí misma y haga una excepción con el Barcelona, no. El asunto es que el barcelonismo no tiene la culpa de la mala gestión de Bartomeu, no es culpable de lo que hiciera o dejara de hacer el ex presidente del club. Y lo que yo digo es que eso no es cierto, es una falacia como un castillo de grande. Los socios del Barcelona no son culpables pero sí son responsables de la situación por la que atraviesa su club. Son responsables porque en las elecciones de 2015, y avalado por el triplete, Bartoméu arrasó en aquella cita electoral al conseguir sumar 25.823 votos, lo que supuso por aquel entonces el 54,63% de todo el apoyo popular de aquel día. Cómo sería la cosa para que Ramón Besa, periodista de El País y especialista en el Barça, titulara así su crónica de aquel día: ‘Avalado por el triplete, que ha disimulado las contradicciones de su gestión, el nuevo presidente derrota contundentemente a Laporta’. ¿Y a qué contradicciones se refería Besa? Pues fundamentalmente a la judicialización del club y al escándalo Neymar porque cuando el brasileño llega al club catalán, allá por 2013, Bartomeu es vicepresidente deportivo y le pone su firma a ese contrato del brasileño, que si no acabó fichando por el Madrid fue sencillamente porque Florentino no pudo darle lo que sí le dio el club catalán. A día de hoy aún no tengo claro cuánto costó Neymar, de cuyo contrato se llegaron a ofrecer hasta 9 cantidades distintas. Pero al socio no le importó, Rosell arrasó y luego volvió a arrasar Bartomeu porque lo único que importaba era que entrara la pelotita.
Thank you for watching
El socio culé no es culpable pero sí es responsable porque miró hacia otro lado. De tanto hacerse los suecos, a los socios del Barça a punto estuvieron de elegirlos hijos adoptivos de Uppsala y entregarles las llaves de Gotemburgo. Hubo un socio que se quejó, sólo uno, y cuya denuncia levantó la alfombra de lo que luego acabaría con la condena por fraude fiscal del Fútbol Club Barcelona. A aquel socio que denunció el sobrecoste del fichaje de Neymar, el señor Jordi Cases, le hicieron la vida imposible y, al final, el pobrecillo tuvo que retirar la denuncia allá por 2014. Mientras Bartomeu fue útil, mientras Messi la metía, Suárez la enchufaba y Neymar regateaba, todo fueron sonrisas. Hay quien, como mi amigo Jota Jordi, llegó incluso a tatuarse el sextete. Todo daba igual y ahora los laportistas le echan la culpa al muerto cuando resulta que fue el propio Laporta quien colocó la primera piedra de este psiquiátrico. Porque eso es el Barcelona hoy, un psiquiátrico en el que se deben 1.200 millones, se le quieren pagar 75 a un jugador, se han fichado otros cuatro futbolistas, el entorno del presidente filtra que aún falta un delantero top y el periobarcelonismo exige que la Liga haga la vista gorda con el Barcelona mientras que el Levante, que me parece que también es socio de la Liga, tiene problemas para inscribir a Morales, Postigo, Cárdenas y Soldado debido al límite salarial. Al final la culpa la tendrá España. O Madrid. O, mucho mejor aún, la culpa la tendrá Ayuso. O, mejor aún que Ayuso, la culpa la tendrá Abascal, la culpa será de VOX. Ya está, la culpa de que el Barcelona deba hasta de callarse y no haya podido inscribir a Messi, que quiere seguir cobrando lo mismo, es de VOX. Solucionado. Listo. Ya tenemos construido el nuevo relato… hasta el próximo sextete.
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GALVA
Dos días y vacaciones…
La mayoría de feminazis no pueden tener vacaciones….
Siquiera tienen segunda y tercera residencia…
😉
Risas varoniles.
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