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BEBÉS ROBADOS

Elsa López: "Me quitaron una parte del relato de mi propia vida"

A una de las escritoras más reconocidas de Canarias, la poeta Elsa López (Guinea Ecuatorial, 1943), le robaron a su bebé el 5 de febrero de 1981 en la Clínica San Ramón de Madrid, donde dio a luz. Era “por la  mañana, temprano”, y “ya estaba inconsciente” antes de entrar en el quirófano, pero recuerda que el ginecólogo responsable fue Eduardo Vela.

Cuando recuperó la consciencia, lo primero que vislumbró, aún aturdida por la anestesia, fue el rostro del doctor Vela anunciándole: “La niña está muy mal y su corazón está fallando”. Después, una monja tomó al bebé y se lo llevó de la habitación.

Al rato, Vela reapareció con un bebé envuelto en una toalla para decirle que la niña empeoró, así que iban a bautizarla porque no creía “que pudiese seguir viva”; el doctor insistió a Elsa López en que le diese un beso de despedida, pero la temperatura de la niña era “muy fría, tenía la cara morada y los labios gruesos”.

Elsa López recuerda también como Vela le repetía que no llorase “porque Dios quiere que esto suceda por algo”.

Cuando la escritora subió a su habitación en el hospital en compañía de su madre y su actual marido, el doctor les comunicó la muerte de la recién nacida y les explicó que era “lo mejor”, porque la criatura venía con “deformaciones y Dios no querría eso para nadie”. Después de esto, el doctor Vela desapareció.

Ese día la vida de Elsa López dio un vuelco, una depresión la inhabilitó durante meses para retomar su trabajo como profesora en un instituto, hasta que, finalmente, aceptó la muerte de su hija a pesar de tener “la obsesión constante de que sigue viva”.

“Yo le digo a mi marido que la niña no estaba allí, que era imposible, que estaba muy fría y un bebé recién nacido no puede estar así”, relata a EFE la escritora, que hace cuatro años celebraba en el Parlamento de Canarias que su tierra de acogida hubiera impulsado por primera vez en España una ley sobre bebés robados.

Elsa López no olvida aquel día de marzo de 1981 en el que su marido apareció en casa con la revista “Interviú”, en cuya portada se anunciaba una investigación sobre el doctor Vela. Un fotógrafo se había colado en la clínica y había sacado fotos a un bebé congelado.

“Ese bebé era el mismo que me mostraron a mí”, asegura 42 años después. Entonces, comenzó para ella una etapa muy distinta, nació la esperanza de encontrar a su hija.

A pesar de los intentos del matrimonio por encontrar la documentación de su hija, no hay rastro. “No existe ningún acta de defunción, tampoco de nacimiento. Una vez comienza la investigación al doctor Vela todo se elimina. Esos documentos los tiene su familia protegidos”, asegura la Premio Canarias de Literatura 2022.

Eduardo Vela fue juzgado en 2018 por la Audiencia Provincial de Madrid y la sentencia ratificó que era responsable de los delitos de detención ilegal, suposición de parto y falsedad en documento oficial. No obstante, quedó absuelto debido a la prescripción de los delitos.

Durante el proceso de investigación del caso, la periodista Rocío Soriano consiguió entrevistar Eduardo Vela, que justificó sus acciones explicando que “nunca fueron contra familias estructuradas”, sino que “solo” lo hizo “cuando las madres rechazaban a sus bebés o eran de prostitutas”. Sin embargo, cuando la periodista aludió el caso de Elsa López, el doctor reaccionó “notablemente nervioso”.

La escritora dio a luz en 1981 con 38 años, su pareja y ella no estaban casados y ella estaba separada del padre de su primera hija. Además, era una mujer reconocida de izquierdas, una figura femenina académica muy respetada en las universidades españolas, pero tal y como expresa la autora “no era un perfil cristiano”.

El doctor Vela respondió a la pregunta de Soriano que “a veces hay parejas que realmente tal y como conforman una familia no son normales ni adecuadas para un bebé”. Para el médico, “esos matrimonios tan raros no los considera buenas familias”.

A lo largo de los años consiguieron avances, Elsa López dio muestras de ADN a bancos en diferentes países. Se integró en asociaciones de desaparecidos y madres víctimas de la trata de menores. Son numerosas las ocasiones en las que la autora creyó conocer a su hija, pero las pruebas no coincidían.

“Me quitaron una parte del relato de mi propia vida. A veces me pregunto: ¿qué será de ella? ¿habrá sido madre? ¿será feliz? Si a mí me aseguraran que es feliz, me quedaría tranquila”, declara emocionada.

La escritora asegura que, a pesar de la angustia, está tranquila porque sabe que su hija ha sido criada en una familia pudiente: “Vela tenía estudiadas las familias adoptantes, no le faltó comida ni techo, pero eso no me consuela”, sentencia.

Para Elsa López la ley autonómica que hace cuatro años celebró es correcta, pero no tiene efectos físicos, reales ni materiales: “Yo tengo una caja repleta de documentos esperando que llegue un abogado y un fiscal que nos ayude a llevar este caso adelante”, explica.

Elsa López reincide en la creencia de que “hay una clave política en todo esto. Somos un país donde hay una gran corrupción en distintos sectores de la sociedad y todo ello encubierto, en un porcentaje muy alto, con un lenguaje aparentemente religioso y usando el nombre de Dios en vano”, opina la escritora.

Para ella, esta situación es un “dolor latente y constante, una herida abierta y viva”. La inquietud no la abandona y su esperanza permanece intacta por reencontrarse con su hija, porque “esa es la finalidad de la lucha”.

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