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Horacio Concepción García

La Cueva del Infierno (Puntallana)

  • La Cueva del Infierno está situada al sur de la playa de Nogales

Vista parcial Nogales. Archivo.

El término municipal Puntallana se dispone un verano más a celebrar la Natividad de san Juan Bautista. Se trata de una de las parroquias más antiguas de la isla, citada ya en las Constituciones Sinodales de 1514-1515, del obispo don Fernando Vázquez de Arce[1]; a su vera, en una mansa y apacible hondonada, se extiende uno de los caseríos de más recio estilo canario, que se abre a nuestra mirada como una inesperada reliquia. Sede antaño de linajudas familias con escudos de armas, como el situado en el portón de Santa Lucía perteneciente a la familia Lugo, fue uno de los graneros de la isla, que sufrió durante lustros los efectos del gran cambio socio-económico del siglo XIX, desencadenando entre otros la pérdida de la flota propia.

En la costa de esta jurisdicción se encuentra enclavado uno de los lugares más enigmáticos de nuestra geografía insular, la Cueva del Infierno. La historia del Infierno cristiano, siempre ha estado relacionada con oscuridad, cuevas profundas y espantosas, como nos describe el florentino Dante Alighieri (1265-1321) en su epopeya la Divina Comedia: «Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza». La Cueva del Infierno está situada al sur de la playa de Nogales, en la base de un hercúleo acantilado, El Peñón, está considerada entre las cuevas marinas más interesantes de las Islas Canarias, dada su estructura, su disposición al oleaje, sus grandes dimensiones y las filtraciones de agua dulce que han originado una fértil y diversa fauna[2]. Según la tradición oral, esta era concurrida por los antiguos pobladores de la isla (los awaras); se trata de un tubo volcánico constituido por: una sala central, de unos 45 m. de largo por 20 m. de ancho y 15 m. de alto, que se encuentra parcialmente inundada, alcanzado en las zonas más profundas los 5 m.; un túnel submarino que comunica dicha sala con el mar, de unos 60 m. de longitud y de 10-15 m. de ancho; y una segunda sala de unos 35 m. de largo que comunica la sala central con el exterior[3]. Respecto a la vegetación que se extendía por estas costas, el historiador, sacerdote y humanista Gaspar Frutuoso (1522-1591) nos indicaba que abundaban las jereguillas: «higueras de infierno, que llaman tabaibas[4]».

Durante el siglo XVI la azarosa historia de La Palma estuvo marcada por la codicia de piratas, corsarios, filibusteros, etc., que empujados por la necesidad y afán de aventuras, dejaron su impronta en nuestro territorio. La crónica de este siglo se caracterizó por los conflictos políticos y religiosos que enfrentaron a España con Francia e Inglaterra, siendo frecuentes guerras cuyo escenario era en muchas ocasiones el mar. La Cueva del Infierno fue escondite ideal para piratas y contrabandistas dada su difícil accesibilidad por tierra y su situación geográfica. A principios del siglo XX se extrajeron de esté lugar monedas antiguas y otro tipo de objetos[5]. Al sur de la Cueva del Infierno (próximo a la Punta de Las Salinas) se sitúa El Lancón, un hermoso fondeadero natural que ya era utilizado en el siglo XVI: «toca en bajamar, donde hay una bahía honda y espaciosa, que tiene por el S una entrada tan ancha, que cabe una gran nave y puede servir para galeras; este lugar se llama Llancón, muy abundante en clacas y mariscos[6]»; esta ensenada era vigilada desde una atalaya emplazada en la montaña de La Rehoya, donde se situaban tres guardas fijos asalariados por el Cabildo, quienes siempre que fuesen divisadas más de tres velas juntas estaban obligados a dar cuenta, así como a encender las hogueras de prevención para el resto de la isla[7]. Al norte de la Cueva del Infierno, próximo a la desembocadura del barranco Hondo de Nogales, se situaba el puerto de Puntallana o de la punta de El Guindaste, citado en 1506; fue un fondeadero de importancia donde se embarcaba azúcar para Flandes y del cual partían también los famosos palos de Puntallana[8]. En la desembocadura del barranco de La Galga se ubicó uno de los primeros astilleros de la isla, en el que en 1553 Domingo González, maestre de carabela, en compañía de Pedro Alarcón, regidor, mandaron a fabricar una carabela latina nombrada N. Sra. de La Candelaria[9].

Entre los primeros beneficiados por el adelantado Alonso Fernández de Lugo con extensos repartos de tierras en Puntallana, y en particular en esta zona costera, estuvieron Juan Vizcaíno, conquistador y regidor de La Palma, quien en 1506 le fueron otorgados: «dos cahices en el puerto de Puntallana por debajo de la montaña que decían el Queso[10]»; además le fueron concedidas 60 fanegadas en la zona syete sercos (Siete Cejos) en 1503, como reconocimiento por: «conquistador e ayudaste a ganar la dicha isla de que sois digno e merecedor de ser galardonado[11]». No hay que confundirlo con Juan Vizcaíno el tuerto, canario prehispánico conquistador de La Palma y Tenerife, vecino de La Orotava, casado con María de Medina Vizcaíno, hija del también conquistador canario Rodrigo Pestano[12]; ni tampoco con Juan Vizcaíno guanche (natural de Tenerife), quien era vecino de La Palma en 9 diciembre 1522, acusado por Alonso González (guanche) de dar muerte en esta isla a Francisco del Castillo (guanche)[13].

Juan Vizcaíno de Puntallana, ejerce como perito en 1502 junto con Lope Alonso, vecino de esta isla, cuando Gabriel de Socarrás tomó posesión en nombre de Pedro de Benavente, de una división de tierras y aguas que le fueron entregadas por el teniente teniente de gobernador Juan de Lugo Señorino[14]. En 1506 Juan Vizcaíno, Diego de Madrid, de Barlovento, el mercader Pedro Suárez y Juan Colmenero, todos vecinos de La Palma, presentan denuncia ante el licenciado Juan Ortiz de Zárate, contra el adelantado, sus ministros y oficiales, por las déspotas actuaciones realizadas por estos en la isla[15]: «E que asimismo oyó dezir que a Pedro Suárez, mercader, e a Diego de Madrid e a Juan Vizcaíno, que los prendió uno que se dize Ortega de Vega e que cree que sería por mándado del Adelantado […][16] E asimismo sabe que a Juan Vizcaíno e a Diego de Madrid, vezinos de La Palma, non les valió la carta de seguro que de sus Altezas traían[17]». En 1508 Juan Vizcaíno es emplazado en la isla de Tenerife para seguir los trámites de apelación contra los oficiales del adelantado[18]; finalmente se avecindo en Los Realejos donde fue nombrado escribano público (1521-1563) por votación popular[19].

La fiesta de san Juan está asociada a los cultos solares paganos cristianizados, que conmemoran el solsticio de verano, es una fiesta de honda raíz popular que une celebraciones cristianas con paganas, supersticiones y creencias populares. San Juan, único santo de quien se celebra el día de su nacimiento y no el de su muerte, como es tradición en el santoral, está vinculado a esta noche de fuego, como destructor del mal, símbolo de purificación y regeneración.

Horacio Concepción García

[Sociedad de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Canarias]

 

 

 


[1] Concepción García, Horacio. El Palo de Puntallana. http://elapuron.com/noticias/opinion/14553/el-palo-de-puntallana/

[2] Sangil, Carlos. «Distribución de la fauna marina en la Cueva del Infierno (La Palma, Islas Canarias)». En: Vulcania Nº8. [Santa Cruz de La Palma]: Vulcania, asociación cultural, 2007, pp. 70-78.

[3] Ibídem…Op. cit., pp. 70-78.   

[4] Frutuoso (ca.1568), Gaspar. Las islas Canarias (de Saudades da terra). Prólogo, traducción glosario e índices por E. Serra, J. Regulo y S. Pestana. [San Cristóbal de La Laguna]: Instituto de Estudios Canarios, 1964, p.121.

[5] Ramón Crespo, Gonzalo, natural de Puntallana vecino que fue de Las Salinas, quien exploró la cueva durante la primera mitad del siglo XX.

[6] Frutuoso (ca.1568), Gaspar. Las islas Canarias (de Saudades da terra)…Op. cit., p.123.

[7] Rumeu de Armas (1947-1950), Antonio. Canarias y el atlántico, piraterías y ataques navales. [Madrid]: Maximiano Trapero, 1991, V.2, p.552.

[8] Concepción García, Horacio. El Palo de Puntallana…Op. cit.  

[9] Hernández Martín, Luis Agustín. Protocolos de Domingo Pérez, escribano público de La Palma (1546-1567). [Santa Cruz de La Palma]: Caja General de Ahorros de Canarias (etc.), 1999-2005, V.1, p.207.

[10] Pérez García, Jaime. Fastos biográficos de La Palma. [Santa Cruz de La Palma]: Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma, Caja General de Ahorros de Canarias, 2009. pp. 402-403.

[11] Moreno Fuentes, Francisca. Las datas de Tenerife (Libro V de datas originales). [San Cristóbal de La Laguna- Tenerife]: Fontes Rervm Canariarvm XXIII, 1988, pp.98-101.

[12] Cebrián Latasa, José Antonio (2003). Ensayo para un diccionario de conquistadores de Canarias. Textos introductorios de María Rosa Alonso y Manuela Marrero Rodríguez, [Islas Canarias]: Gobierno de Canarias, pp.483-484.

[13] Coello Gómez, María Isidra, Rodríguez González, Margarita, Padilla López, Avelino. Protocolos de Alonso Gutiérrez (1522-1525). [Santa Cruz de Tenerife]: Instituto de Estudios Canarios, Cabildo Insular de  Tenerife, 1980, p.300.

[14] Lorenzo Rodríguez, Juan B (ca.1900). Noticias para la historia de La Palma. [La Laguna-Santa Cruz de La Palma]: Instituto de Estudios Canarios, Cabildo Insular de La Palma, 1975-2000, V. 1 p.206.

[15] Wölfel, Dominik Josef. Reformación del repartimiento de Tenerife en 1506 y colección de documentos sobre el adelantado·y su gobierno. Introducción por Elías Serra y Leopoldo de la Rosa. [Santa Cruz de Tenerife]: Fontes Rervm Canariarvm VI, ARTES GRÁFICAS, 1953, p.231, apéndice X.

[16] Ibídem…Op. cit., pp.89-90.

[17] Ibídem, …Op. cit., pp.85-86

[18] Viña Brito, Ana, Gambín García, Mariano, Ramos Rodríguez, María Amada, Pérez González, Leocadia. Reales Cédulas, Provisiones y Privilegios de la isla de Tenerife (1496-1531). [Santa Cruz de Tenerife]: Oristán y Gociano, 2006, pp.69-71.

[19] López Plasencia, José Cesáreo. «La pintura al servicio de la perpetuación de la gloria terrenal y exaltación individual. el retrato del capitán Juan de Gordejuela, regidor de Tenerife». En: Revista de Historia, Nº188, 2006, p.163.

 

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