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El IGME pide preservar las coladas junto al acantilado donde se formó la primera fajana

Imagen de archivo de la nueva fajana-Involcan.

El Instituto Geológico Minero de España (IGME) reclama que se preserve la zona de coladas de la última erupción en Cumbre Vieja, La Palma (2021), al sur de la montaña de Todoque, junto al acantilado a cuyos pies se formó la primera fajana, por su “alto valor científico”.

Así lo han planteado la directora general del IGME, Ana María Alonso, y la investigadora científica titular de la unidad territorial de Canarias, Nieves Sánchez, tras reunirse con el comisionado especial de la reconstrucción de La Palma, Héctor Izquierdo.

Esa zona en concreto, la más productiva para el cultivo de plátano de toda la isla, es a su vez “una unidad estructural geológica completa, donde todas las lavas que discurrían desde el volcán han bajado por el acantilado”, ha descrito Nieves Sánchez.

“El valor que tiene eso es tan alto que no se puede perder, porque es un lugar donde se puede aprender cómo ha funcionado la erupción, nosotros y la generaciones venideras”, ha abundado.

“No podemos perder eso. Si lo perdemos, no se puede recuperar. No es una unidad de flora o de fauna que podemos reintroducir. El patrimonio geológico efímero y se pierde”, ha aseverado.

Ana María Alonso ha apuntado por su parte que “estamos muy acostumbrados a proteger la biodiversidad y a proteger el patrimonio histórico, pero estamos poco acostumbrados a proteger la geodiversidad y el patrimonio y el patrimonio geológico, y eso es un bien que tenemos que saber que si lo perdemos lo vamos a perder para siempre”.

“Evidentemente, no hay que proteger todo”, ha concedido la directora general del IGME, “pero hay algunas de un valor único que creo que sí que sería bueno que tuviéramos en mente que debemos protegerlo, porque eso es nuestra riqueza, nos habla de nuestra historia y por supuesto lo debemos conservar para el futuro”.

Nieves Sánchez ha detallado que el IGME ha realizado un inventario de lugares de interés geológico generados con la nueva erupción siguiendo una metodología en la que se valora el carácter científico, educativo, cultural, turístico y de divulgación.

Y en base a ese trabajo se han identificado dos zonas de coladas que habría que proteger: esta del acantilado en el que se formó la primera fajana, y el entorno del cono del volcán.

Sánchez ha recalcado que “no se trata solo de proteger por proteger”, porque hacerlo “en un territorio que no se puede utilizar para nada no sirve”.

“Hay que poder utilizarlo y hay que utilizarlo desde un punto de vista científico, didáctico, cultural, educativo y, por supuesto, turístico. Cuanto más podamos aprovechar todo ese territorio nuevo más ganaremos todos, nuestros hijos y las generaciones que puedan venir, no ahora, sino dentro de muchos años”.

“Se nos olvida que nuestra vida son 80-90 años, pero en la escala geológica es mucho más larga y la especie humana en la Tierra lleva muchísimo tiempo y va a seguir estando aquí, esperemos”, ha apuntado.

Nieves Sánchez también ha informado de que una de las misiones del IGME en La Palma es investigar el origen de los gases que mantienen evacuados los núcleos costeros de Puerto Naos y La Bombilla.

La hipótesis que baraja este organismo es que los gases provengan de la parte alta donde se produjo la erupción y los transporte el acuífero hasta la zona de costa, más que realmente haya una masa de magma bajo la misma.

Si así fuera, plantearía una solución de ingeniería para establecer “una especie de barrera”, pero para eso antes deberá realizar una prospección geofísica para saber dónde está el acuífero y qué características tiene, y después se plantearía hacer unos sondeos hidrogeológicos para muestrear el acuífero y saber efectivamente dónde están los gases.

El motivo principal de la reunión de las representantes del IGME con el comisionado de la reconstrucción de La Palma era ver la manera de aprovechar los materiales que ha generado la erupción volcánica.

Ana María Alonso ha apuntado que “prácticamente todo” el material volcánico se puede aprovechar y que el IGME plantea, en colaboración con la Fundación Eduardo Torroja, un proyecto para usar piroclastos para determinados materiales de construcción.

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