La filóloga Carmen Díaz Alayón destacó, en la lectura del pregón lustral, que la Bajada es la obra colectiva de todo un pueblo y un sueño de siglos en el que se integran los afanes de muchos y los desvelos de todos.
La filóloga palmera Carmen Díaz Alayón destacó esta tarde durante la lectura del pregón con el que arrancan las fiestas lustrales de 2010, acto que tuvo lugar en el balcón de la UNED y que fue seguido en la plaza de España por numeroso público, que la Bajada es nuestro mejor espejo, "un espejo que refleja la especial estatura espiritual de los palmeros, su alma dilatada y su corazón espacioso".
Según dijo, "la Bajada es un espejo en el que nos reconocemos, en el que se puede ver perfectamente cómo sentimos y cómo somos, y en el que ponemos lo mejor de nosotros mismos. Y es un espejo que nos es propio, porque en la Bajada no hemos hecho otra cosa que exteriorizar nuestra alegría y nuestra particular manera de ser con un ritual singular, y lo hemos hecho como lo sabemos hacer, como queremos que sea, es decir, con la luz, con el brillo, con el arte y con la música".
Asimismo, Díaz Alayón manifestó que la Bajada constituye, sin duda alguna, la obra colectiva de todo un pueblo y un sueño de siglos en el que se integran los afanes de muchos y los desvelos de todos.
Alayón realzó el papel que desempeñan en las citas lustrales, nuestros creadores literarios y musicales, pero también quiso fijar su mirada en la historia no escrita y no recordada de la Bajada, en su crónica pequeña, una crónica cercana que está tejida de generosidad y henchida de calor humano; "hablo de todo ese conjunto de hombres y mujeres, muchos de ellos inevitablemente caídos en la desmemoria, que, a lo largo del tiempo y en la medida de sus posibilidades, también han hecho posible nuestra fiesta, a la que han aportado su trabajo, sus afanes y sus ilusiones".
"Coincidirán conmigo en que la celebración secular de la Bajada sería de todo punto impensable sin músicos, sin las voces de los solistas, sin coros, sin costureras y sastres, sin diseñadores y bordadoras, sin carpinteros y pintores, sin yesistas y especialistas en arquitectura efímera, toda una nutrida nómina de hombres y mujeres a los que corresponde una parte importante del devenir y del brillo de nuestra fiesta más grande, y que yo quiero destacar aquí y sacarlos por un instante del olvido para hacerles objeto de nuestra gratitud y de nuestro reconocimiento".
Carmen Alayón señaló que con la Bajada, ocurre lo mismo que con las catedrales; "de ellas sabemos el nombre de los arquitectos y escultores que tomaron parte en su construcción, pero ignoramos el nombre de los operarios que cortaron los bloques de piedra en las canteras, de aquellos que los transportaron al lugar de edificación, de los que, ya en este, los pulieron y prepararon de manera adecuada, y de los que, finalmente, los situaron y encajaron en el lugar oportuno. Desconocemos sus nombres, pero resulta innegable que sin ellos y sin su labor y entrega las catedrales no se hubieran levantado, y aquí, en La Palma, en esta catedral hermosa que es nuestra Bajada, ocurre otro tanto. La iniciativa, la colaboración desprendida y las energías de tantos y tantos hombres y mujeres anónimos son los que, en el correr de los lustros, han hecho posible una parte esencial de esa obra colectiva que son nuestras fiestas mayores. Y yo quiero destacar su relevancia y su generosidad, deseo presentarlos hoy como protagonistas de primera línea, aunque no aparezcan en las fuentes históricas, ni vivan siquiera en el recuerdo".
Como también subrayó la relevancia que el pueblo en su conjunto, el de hoy y el de ayer, ha tenido y tiene en el proceso de creación y transmisión de las celebraciones de la Bajada.
"Es el pueblo, son las generaciones que nos han precedido, somos todos nosotros los que, sin duda alguna, le hemos conferido a nuestra celebración más destacada sus dos rasgos característicos: por un lado, la devoción a la Virgen de las Nieves; y, por otro, el desarrollo cuidado, artístico y espléndido de los festejos.
"Es el pueblo el que, a lo largo del tiempo, resuelve la pugna entre tradición e innovación, el que impide que el peso de la tradición nos haya hecho caer en un inmovilismo imposible e impensable, el que hace que cada lustro la celebración sea propia, singular, distinta a las demás, que cada cita quinquenal sea un proyecto que se actualiza y que se rediseña, bien porque se rescata un número, largo tiempo olvidado, bien porque se introduce otro completamente novedoso, bien porque a alguna de las piezas tradicionales se les da un toque diferente".
Además de constituir todo un legado patrimonial hecho lustro a lustro y siglo a siglo, los actos de la Bajada son, por las mismas razones, manifestó Alayón, "nuestro mejor espejo, un espejo que refleja la especial estatura espiritual de los palmeros, su alma dilatada y su corazón espacioso. Un espejo en el que nos reconocemos, en el que se puede ver perfectamente cómo sentimos y cómo somos, y en el que ponemos lo mejor de nosotros mismos. Y es un espejo que nos es propio, porque en la Bajada no hemos hecho otra cosa que exteriorizar nuestra alegría y nuestra particular manera de ser con un ritual singular, y lo hemos hecho como lo sabemos hacer, como queremos que sea, es decir, con la luz, con el brillo, con el arte y con la música".
Pero además de brillo, arte, música y buen gusto, además de tradición e innovación, la Bajada estaría incompleta, apuntó Carmen Díaz Alayón, sin el ingrediente imprescindible de los sentimientos, porque si algo tiene de esencial nuestra celebración grande es que es la fiesta del amor. "En estas fechas la ciudad se convierte en el rostro y en el corazón de La Palma, una tierra que, en su cuerpo y en su alma, es toda ella corazón".
"Cada uno de nosotros es la ciudad y cada uno de nosotros es la isla, y es en estos momentos cuando mostramos y demostramos todo lo que somos capaces de sentir. Esto hace que todos los números de la Bajada tengan como elemento radical el amor. Nuestros enanos no bailan por simple diversión, ni lo hacen por rutina o por capricho. Lo hacen solo por amor a la Reina eternal, y así lo declaran una y otra vez en la noche que llenan de magia y de ilusión. Otro tanto sucede con el Carro Alegórico, cuya razón de ser no es la adecuación feliz y acertada de verso y música, ni lo vistoso y espectacular de la representación, ni las atrayentes apariciones que en él tienen lugar, sino que constituye primordialmente una alabanza, encendida y dramatizada, de la Virgen de las Nieves".
La filóloga palmera también hizo hincapié en que estos días de fiesta son la oportunidad de comprobar y sentir "el amor que nos tiene la Virgen de nosotros, que es también la de los demás, la de todos. Sabemos que baja a la ciudad arropada por la fe de los siglos, que nos la presenta como la aliviadora de las sequías, la vencedora en la batalla contra el fuego, la que amansa la furia sin medida de los volcanes, y el amparo seguro que derrama bendiciones en guerras, enfermedades y toda suerte de heridas. Viene con los atributos de reina del cielo, pero prefiere que la veamos como una madre, porque esa es su condición primera, porque esa es su función más querida. Nos llega con inequívocos gestos de peregrina y de romera, para repartir generosamente consuelo y esperanza, para recibir plegarias y besos, gratitudes e ilusiones".
La pregonera también se refirió al programa de actos de las fiestas que, señaló sorprende por su amplitud y por su variedad, y en el que se hermanan la cultura y el deporte, lo civil y lo religioso, lo artístico y lo popular, todo ello bajo los signos fundamentales de la devoción, el talento y el buen gusto.
Durante quince días, dijo, se suceden los festejos principales, preparando el recibimiento triunfal. "Son dos semanas que reflejan cómo el júbilo crece, cómo los corazones se abren cada vez más, son dos semanas plenas de alegría y expectación en las que concluye la larga espera. Con la llegada del segundo domingo, el pulso de la fiesta se acelera con los actos de mayor tradición y originalidad".
Carmen Díaz Alayón concluyó su labor de pregonera 2010 anunciando que "estamos en tiempo de Bajada. Les anuncio a todos que ya se ha abierto la puerta de la fiesta magna de La Palma, que queda muy poco para la llegada de la nieve más pura, que tenemos por delante días de júbilo y noches de luz, y les invito a todos, los de aquí y los de allá, a participar con alborozo en los actos programados".
Por su parte, el alcalde, Juan Ramón Felipe, dijo que "no es casual que hoy, 24 de junio de 2010, jornada dedicada a conmemorar el nacimiento de san Juan Bautista, nos encontremos en la sede del Centro Asociado a la Uned en La Palma para anunciar el comienzo de las Fiestas Lustrales. Y ello porque la figura de San Juan cobra su valor como precursora y anunciadora de Jesucristo. Las coincidencias entre su función pregonera y la que en esta tarde realizará la doctora en Filología Hispánica doña Carmen Díaz Alayón, hija de esta isla, ponen en evidencia la naturaleza universal de este acto, marcado en La Palma por la emoción, el espíritu de la devoción y la esencia de nuestras más arraigadas tradiciones".
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