¿Las elecciones en Podemos....un error o un acierto?

Vamos a ver don Máximo, leyéndole me daba la impresión de una cierta irritación.
Si le he molestado le aseguro que no era mi intención y le pido disculpas.
Se trata solamente de contrastar ideas, y dado que son tan diferentes me parece normal que –como dicen en el fútbol- haya un poco de contacto, pero espero sin perder nunca el buen humor.
El domingo me extendí demasiado y entre semana no tengo tiempo así que le tengo que intentar contestar telegráficamente:
1) El dato de paro juvenil no es correcto. Ya le dediqué un buen rato el domingo a intentar explicarlo con un sencillo ejemplo incluido. Los datos correctos y la explicación de la metodología son de Eurostat, que es la agencia oficial –dependiente de la Comisión Europea- que los calcula y los distribuye. En cambio usted cita una página completamente anónima y un periódico digital. Qué quiere que le diga. Así nos va.
2) Deuda, pública y privada, y pensiones. Pecado de omisión pero sólo por falta de tiempo y espacio (no me dirá que le escribí poco). Son temas muy interesantes pero habrá que dejarlos para otro momento. En algunas cosas estaremos de acuerdo y en otras muchas me temo que no. Sobre despilfarros y megalomanías, si ha leído otras cosas que he escrito por aquí ya debería saber lo que opino. En este caso no creo que merezca la pena repetir.
3) Parece que su idea de la globalización se limita a lo que los anglosajones llaman “sweat shops”. Me parece muy pobre, pero también haría falta mucho más tiempo para discutir el tema.
4) No me haga esto don Máximo, copiar y pegar de la Wikipedia para zanjar un debate no me parece muy respetuoso con el adversario. La Wikipedia es muy útil en algunos casos pero no es precisamente la panacea del conocimiento. Usted que es de letras y que seguramente sabe de esto más que yo podría entroncar con el origen del liberalismo que por cierto inventamos en este país, seguir con los primeros usos del término neoliberalismo en los años 30 para reivindicar de nuevo la libertad del individuo frente a los totalitarismos que se cernían sobre Europa tanto desde la izquierda como desde la derecha, y terminar tal vez por admitir que es cuanto menos una palabra bastante maltratada y mal empleada.
Por cierto, las intervenciones del Estado para rescatar negocios privados no tienen nada ni de liberales ni de neoliberales, lo que demuestra que no estamos precisamente en el paraíso de las ideas neoliberales como muchos piensan.
5) Su padre se lanzó al mar y mi abuelo también. Tiene usted razón, es la postguerra se pasó hambre. ¿Sabe por qué? Principalmente porque los que se hicieron con el poder en esa guerra se dedicaron a ejercerlo desde el desconocimiento más absoluto de la Economía. Entre otras cosas compartían su rechazo al libre comercio y nos encerraron. Es curioso que entre todas las cosas que se le reprochan al franquismo, el fracaso económico –no sólo el hambre de los años 40 sino el atraso de décadas- apenas se nombre, y más curioso todavía que sigamos soñando autarquías.
Saludos cordiales.

No se preocupe don Máximo, ni le voy a decir que hace demagogia ni le voy a negar que la realidad se puede interpretar de muchas maneras, pero sí estoy convencido de que usted se equivoca.
Yo soy de ciencias y bastante cartesiano, y tengo algunas manías como la de cuestionar datos y argumentos que no me parecen sólidos, y también la de intentar basar mis razonamientos en hechos y datos objetivos, no opinables.
Tal vez el que se equivoca no sea usted sino yo, pero eso que lo juzgue cada cual.
Sospecho que agotaremos pronto el debate sin poder acercar posiciones, pero voy a hacer un intento más.
No dudo que escriba usted desde la honestidad, se puede estar equivocado y ser honesto, pero hay cuatro cosas que me parece que fallan claramente en sus argumentos: la primera es la actitud, la segunda los datos, la tercera el ámbito geográfico, y la cuarta el tiempo.
Sobre la actitud he de ser sincero, ese “nos han impuesto” no me gusta nada, lo rechazo.
Creo que mi padre me marcó mucho de pequeño con un sentido de auto-exigencia y de responsabilidad.
No sé muy bien cómo lo hizo y lo cierto es que me gustaría saberlo para poder asegurarme de hacer lo mismo con mis hijos.
Seguramente es una actitud que nacía de sus convicciones religiosas, pero creo que sería igualmente válida sin ellas.
Esto de pensar que todos nuestros problemas nos los han impuesto lo siento pero es que no lo trago, aunque por más que me pese está muy extendido.
Hace poco escribía don Luis León Barreto, más o menos, que el modelo de turismo de bajo coste (y escasa creación de empleo) en Canarias nos lo ha impuesto Europa.
Usted razona que los jóvenes abandonan los estudios “por los recortes”.
No entiendo muy bien a qué se refiere pero seguro que los que lo han hecho lo han hecho por muchos motivos, unos porque no habrán tenido más remedio y otros porque así lo habrán querido.
Me parece un hecho cierto que muchos lo hicieron deslumbrados porque podían ganar mucho dinero poniendo un ladrillo encima de otro, entre otras cosas, cuando corría el dinero fácil.
Los problemas son complejos y las causas y las responsabilidades también.
En general este echarle todas las culpas de lo malo que nos pasa a todo y a todos pero nunca nada a nosotros mismos me parece más propio de la infancia que de la edad adulta, y poco consecuente con la actitud de nuestros mayores que se lanzaron a buscar su futuro al otro lado del mar.
Sobre los datos, esos sobre los que se construyen su dolor, su desazón, su desespero, su impotencia y su rabia contenida, pues resulta que muchos no son correctos.
No es cierto que el 56% de menores de 24 años esté en paro, ni siquiera el 50%. El porcentaje real está alrededor del 20%, que es muchísimo, pero muy diferente.
Espero que estuviera usted sentado porque imagino que esto le habrá sorprendido, pero el problema, ya se lo advertí, es que hay muchas cosas, datos y frases, que se lanzan al aire y se repiten, se repiten, desde medios de comunicación poco informados y desde partes interesadas, hasta convertirse en supuestas realidades que nadie cuestiona.
En paro están las personas que estando en disposición para trabajar y buscando trabajo no lo encuentran.
Si echamos mano de la lógica elemental nos damos cuenta rápidamente de que no es posible que más de la mitad de jóvenes (para calcular las tasas de paro juvenil se consideran los de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años) estén en paro, porque la mayoría, afortunadamente, todavía se están formando, en la Universidad y en otros sitios.
Si no nos basta la lógica tendremos que echar mano de las matemáticas, aunque no sea lo que mejor se nos da (y aquí me disculpará pero alguna responsabilidad tiene nuestro sistema educativo).
Según la Organización Internacional del Trabajo cuando se habla de desempleo se divide a las personas en tres grupos, las que tienen un empleo, las que no lo tienen, y las que están “económicamente inactivas”, por ejemplo porque están estudiando.
Supongamos un grupo de población -hipotéticamente los jóvenes- de 100 personas, donde 33 tienen trabajo, 10 están en paro, y las 57 restantes no están ni en una situación ni en otra sino, por ejemplo, en la Universidad.
Los números de este ejemplo no están elegidos al azar sino que corresponden a las proporciones reales en la Europa de los 28, para el mismo rango de edades que nos ocupa, y según los datos de Eurostat de 2012 (verá que cuando se trata de números me importa la precisión y me tomo algunas molestias).
Si calculamos la tasa de desempleo como el número de personas en paro sobre el número de personas activas (es decir 10 sobre 43) nos sale una tasa del 23%.
Esto nos llevaría a pensar que en Europa prácticamente una de cada cuatro personas entre 15 y 24 años está en paro, lo cual no es cierto.
Así es precisamente como está calculado su 56% para España, pero es incorrecto.
Cualquiera puede darse cuenta de que no es posible en España que una de cada dos personas menores de 24 años esté en paro.
Para evitar este error, y teniendo en cuenta que los jóvenes están en edad de formarse y por tanto es normal que no estén económicamente activos, las tasas de desempleo juvenil se calculan de otra forma, como el número de personas en paro sobre el total de la población (es decir 10 sobre 100), lo que resulta en una tasa del 10% para Europa y del 20,6% para España (según los mismos datos de Eurostat para 2012 que son los últimos que tengo a mano ahora mismo).
Esto no quiere decir que no tengamos un grave problema de desempleo juvenil en España y en Europa, un 20% es un porcentaje altísimo, pero claro, no es lo mismo que ese 56% que le lleva a usted a encontrar lógico que los jóvenes defiendan no sé qué con su sangre.
Sobre el ámbito geográfico, entiendo que habla usted de España, tal vez también pensando en Grecia, países importantísimos desde el punto de vista histórico pero muy pequeñitos en el contexto del mundo, que es el que a mí me interesa y desde el que hago mis reflexiones.
Si miramos al resto de Europa (incluso a Portugal que tiene una envidiable tasa de desempleo del 13%) nos damos cuenta en seguida que esta supuesta gran crisis del sistema de la que hablan constantemente sus compañeros de Podemos no existe.
Los datos están al alcance de cualquiera y sólo hacen falta una conexión a internet y un par de clics, pero deje que le copie algunos números -tasas de desempleo de países más o menos vecinos- y luego usted me explica si puede dónde está esa realidad tan negra que hace necesario derribar el sistema actual para construir uno nuevo e incierto: Alemania 6,7%, Holanda 8%, Austria 5,1%, Dinamarca 5%, Reino Unido 6%.
En muchos de estos países las empresas tienen dificultades para cubrir puestos de trabajo, pero aquí no nos hemos dado cuenta todavía de que el objetivo la Unión Europea ha sido siempre mejorar la asignación de recursos en el conjunto de los países miembros, permitiendo la libre circulación de mercancías y (muy importante, también) de personas.
Mi reflexión es la siguiente: si el sistema funciona bien en la mayoría de países ¿no deberíamos intentar copiarlo de donde funciona en lugar de ponernos en manos de aventureros que intentan desafiar las reglas de la Economía? Reglas que por cierto conciernen menos la ideología que la necesidad ineludible de hacer un buen uso de unos recursos limitados, y cuya ignorancia conduce a desastres como los de Venezuela y Argentina.
Centrarse sólo en lo que pasa en España creo que le hace errar también gravemente en el juicio de la globalización, una idea muy antigua pero que ha tomado su mayor impulso en las últimas décadas del siglo pasado.
En 1990 había casi dos mil millones de personas en el mundo viviendo por debajo del umbral de la pobreza extrema (1,25 dólares al día). En las dos décadas siguientes, gracias en gran medida a esa tan denostada globalización y tal vez también a lo que usted llama políticas neoliberales (tengo que escribir tal vez porque nunca he podido entender muy bien a qué se refieren los que usan esta expresión), y a pesar de un crecimiento del 30% de la población mundial, el número de pobres se ha reducido prácticamente a la mitad.
En este punto me gustaría recordar otra vez la distinción entre cosas opinables y hechos objetivos.
Usted se define idealista, lo que me parece una cosa muy loable, pero espero que su idealismo abrace por igual a todos los habitantes del planeta y no sólo a los que seguimos viviendo en una parte del mundo extremadamente privilegiada, porque claro, la misma globalización que ha permitido sacar a flote a tantos millones de personas ha hecho desaparecer muchos trabajos en los países desarrollados.
Las reacciones que se producen en algunos de estos países, las llamadas a revertir la globalización y a proteger nuestros mercados con todo tipo de aranceles, nos enseñan hasta dónde llega realmente la solidaridad de muchas personas.
Una cosa es ayudar a los pobres y otra cosa bien distinta es consentir que dejen de ser pobres a costa de vendernos sus frutas o de fabricar nuestros coches o los juguetes de nuestros hijos.
Termino con dos comentarios sobre el tiempo.
El primero es que afortunadamente el mundo avanza hacia adelante, a pesar de todas los problemas, guerras, catástrofes y barbaridades que llenan los periódicos.
Si miramos las cosas en su conjunto y con perspectiva veremos que no es buena idea ni intentar marcha atrás ni tampoco cambiar el rumbo.
Sigue habiendo unos mil millones de personas viviendo bajo ese umbral de pobreza extrema y sería muy injusto no dejar que tengan una oportunidad.
El futuro será mejor que el pasado y que el presente pero será también muy distinto.
Seguirán desapareciendo puestos de trabajo y profesiones enteras en los países desarrollados, por la competencia de otros países y porque muchas cosas que todavía hacen humanos a cambio de un salario las harán pronto ordenadores y robots.
Habrá probablemente trabajos nuevos y profesiones nuevas.
También habrá desigualdades que los gobiernos tendrán que intentar paliar, pero no porque así lo disponga maquiavélicamente ningún club secreto de poderosos sino por una razón mucho más sencilla: los trabajos que están desapareciendo más rápido en los países desarrollados son los que requieren una formación media: empleados de banca en sucursales que antes tenían 10 empleados y para las que ahora bastan dos o que simplemente desaparecen, agentes de viajes que ya no necesitamos porque gestionamos nuestros viajes nosotros mismos, y un larguísimo etcétera.
Esto traerá oportunidades para unos (indudablemente los que estén mejor formados) y problemas para otros (los que no se preparen, los que no aprendan idiomas, los que sigan pensando que el terreno de juego es su pueblo o su provincia y no el mundo, los que se queden sentados a esperar que les caiga del cielo un trabajo asegurado para toda la vida como el que tuvieron sus padres, los que pretendan aferrarse al pasado).
El segundo es que sus amigos de Podemos tienen prisa, saben que su oportunidad es ahora o nunca (esto no lo digo yo, lo dicen públicamente sus dirigentes).
Normalmente cuando nos intentan vender algo y el vendedor tiene prisa para que estampemos la firma en el contrato lo que hacemos las personas sensatas es desconfiar.
La prisa tiene un motivo claro y lo he explicado más arriba.
El origen de Podemos se explica en gran parte por la creencia -propagada hace unos pocos años- de que el capitalismo agonizaba como consecuencia de la crisis financiera.
No es cierto, y cada día que pasa se verá más claro. Se puede discutir si lo hacemos más o menos rápido, si crecemos mucho o poco, pero en todo el mundo la crisis se va dejando atrás.
Cuando empecé a escribir comentarios en el apurón hace unos años ya repetí muchas veces que no se podía extrapolar el impacto de la crisis en España al resto del mundo, y que no habría ningún cambio dramático de modelo económico.
Precisamente lo que me hizo empezar a escribir fue la necesidad de explicar que en los países a los que viajaba por trabajo ya no había crisis, o en todo caso nada comparable a lo que teníamos en España.
En ninguno de los países cuyas tasas de desempleo he citado más arriba tendrían ninguna relevancia las ideas de Podemos.
Los problemas de corrupción -evidentes y gravísimos en España- no requieren inventar ninguna rueda sino que se apliquen las leyes que ya tenemos.
Nos bastaría con sacar la cabeza del agujero e intentar parecernos a los países que funcionan y que son muchos, no a los que han fracasado.
Lo siento don Máximo pero mucho me temo que se empeña usted en cosas vanas, y volviendo a su artículo de opinión, algunas cosas que ya están pasando y que nada me sorprenden, le deberían encender las alarmas.
Saludos cordiales.

Vamos a ver, don Máximo, su generosidad con la juventud me parece digna de elogio pero no la puedo compartir del todo.
No creo que hayamos enseñado a nadie a odiar, aunque tal vez la sobreprotección y la abundancia en tiempos mejores, indirectamente, hayan tenido algo que ver.
Usted tiene una profesión que admiro y seguramente sabrá del tema más que yo.
Dicen los psicólogos que los niños tienen que aprender a gestionar la frustración, y entender a una edad lo más temprana posible que no pueden conseguir o tener todo, al menos no sin el esfuerzo correspondiente.
Precisamente es ese lema “Lo queremos todo” el que se podía ver hace unos años en las pancartas de ese movimiento que usted frecuenta.
Lo siento pero no cuenten conmigo para ponerme detrás de ese tipo de carteles.
Por mi parte me considero inocente. No me he dedicado nunca a la enseñanza y mis hijos son todavía muy pequeños para saber si he fracasado o tenido éxito como educador.
Siempre ha habido frases “afortunadas”, pegadizas, que alguien lanza al aire un día y poco a poco vamos repitiendo todos sin pararnos a pensar realmente si tienen o no sentido.
Una muy curiosa es ese “Les hemos robado su futuro”, tan repetido últimamente y al que usted añade un “les hemos hundido económicamente” y, abandonado ya del todo a la vehemencia, un espectacular “los hemos convertido en chivos expiatorios de nuestra barbarie”.
Espero que me perdone si le digo que son frases pirotécnicas, en un instante deslumbrantes y atronadoras pero tras las que sólo queda un poco de humo cuando intentamos entender qué significan.
Mire don Máximo, a los jóvenes se les podrá robar cualquier cosa menos su futuro. Es lo que les distingue de los que tenemos la vida ya un poco más avanzada y es completamente intransferible.
La generación de mis abuelos emigró a Cuba, la de mis padres a Venezuela (algo que hoy ya no se le ocurre a nadie pero no hace falta que entremos en los motivos) y la mía busca trabajo en Europa y más allá, en unas condiciones infinitamente más confortables que las de las dos primeras. Me pregunto si mi abuelo pensaría en algún momento que le habían robado el futuro durante el largo viaje en barco. Francamente, lo dudo.
No somos un país rico, aunque lo hayamos creído durante mucho tiempo, con efectos nocivos, pero seguimos estando en la parte privilegiada del mundo, algo que se olvida con demasiada facilidad.
Es cierto que la juventud tiene problemas, pero con casi un 30% de abandono escolar antes de tiempo (casi uno de cada tres jóvenes rechaza las oportunidades que la sociedad le da) me parece que el reparto de culpas es un poco más complejo y se tendría que hacer con algo más de rigor.
Lo siento pero los viajes al pasado no me entusiasman, aunque sean en nombre del idealismo.
El mundo es hoy un lugar claramente mejor que hace cincuenta años, pero entender esto requiere también entender que es un lugar muy diferente, con cambios que pueden ser buenos o malos según para quién y según seamos capaces de adaptarnos más o menos.
La globalización y otros grandes cambios que han traído ventajas e inconvenientes no van a desaparecer porque cerremos los ojos y lo deseemos con fuerza.
Deberíamos enseñar a los jóvenes a abrir los ojos y entender el mundo que le ha tocado vivir, con sus cosas buenas y sus cosas malas, no a cerrarlos.
Saludos cordiales.