Marynieves: Cuando leí "La casita" recordé el sentimiento que un día, ya lejano 1994, me despertó la mía, un sentimiento en el que tenemos algo de coincidencia. La he buscado entre mis papeles. Espero que te guste.
Estás ahí
Entre aciertos y errores.
Como la vida misma
un símbolo visible
de la fe en lo imposible
producto de la lucha
y la potencia de la juventud.
Están entre tus piedras
la alegría y la entrega.
Se enreda entre tus flores
la otra belleza oculta
del amor.
¡Cuántas canciones se desgranaron
sobre las inacabadas ilusiones!
¡Cuántas tristezas
están bajo el cemento
cubriendo la apatía
de la insensibilidad!
¡Cuánta alegría
bajo la brisa fresca
en la azotea de tu libertad.
Estás ahí. ¡Viva!
porque casi eres alma.
Se contará el valor de tus arenas,
se medirá en millones tu alegría.
Pasarás por mil manos
oirás otras canciones.
Llorarás otras tristezas
y caerás tal vez
igual que nuestros cuerpos
a la llegada del ocaso.
Pero tu espíritu
siempre será mío.
Nadie poseerá tu esencia.
Nadie sabrá medir la fuerza
ni la hombría que me diste.
Nadie comprenderá
El orgullo de mi primavera
construyendo tu vera,
madurando a tu vera.
Sólo tú y yo
mediremos sin dinero
la hermosa sensación
de compartir el latido
de nuestro corazón,
y entristeceremos
con resignada calma
frente aquellas miradas,
opacas, despistadas,
que sólo vean
piedras en tu alma.
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Juanf
Ésta es mi casa
No cabe duda. Ésta es mi casa
aquí sucedo, aquí
me engaño inmensamente.
Ésta es mi casa detenida en el tiempo.
Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huéspedes
que ríen y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huéspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.
No cabe duda. Ésta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un día se va a partir en dos.
Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo.
Mario Benedetti
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maximopt
Pintao y Marynieves: Evidentemente que " la casa" ,en general, siempre ha despertado una vivencia de afecto.
Por recordar un poema en el que el amor a la morada se hace universal, les copio una estrofa del poema "Amor" de Caridad Salaza de Robles (palmera en Costa Rica)
Gracias a los dos.
Ama el puma su bosque solitario
la gruta donde vió la luz primera
el raudal que recorre el estuario
la onda que se queda lastimera,
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Marynieves
Complacida me siento, D. Máximo, viendo que mi humilde poema ha provocado el sacar a la luz, el suyo después de tantos años.
Así es. "La casita", ese lugar entrañable donde nacimos y crecimos, en el que, rodeados de cariños y mimos, fuimos descubriendo poco a poco, los pequeños -o grandes- misterios de la vida. Esos rincones tan transitados, conocedores de nuestras fantasías e ilusiones, cómplices también de nuestro contento y nuestros desencantos, han quedado entrañablemente incrustados en nuestra memoria. Recuerdo indeleble formando parte de nuestro ser que nos acompañará hasta el fin de nuestros días, siempre que la capacidad de la querencia y el recuerdo nos sigan siendo fiel.
Gracias, muchas gracias por este bonito detalle.
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Pintao
Ya que salió el tema de todos los sentimientos que suele evocar "la casa" en lo más profundo de las personas, me viene a la mente una elegía magnífica y con un gran dolor contenido que el fino poeta y mejor persona Carmelo Duarte Pérez dedicaba a los recuerdos de su madre y su casa de la niñez destruida por la riada del año 1957 en San Antonio, Breña Baja, donde el barranco desbocado no sólo arrasó la casita familiar, sino que se llevó a Doña Juana barranco abajo, falleciendo poco después en el Hospital.
El acontecimiento cogió a Carmelo Duarte en Punto Fijo, Venezuela, a donde la Guerra Civil y la larga prisión posterior, desterró para siempre. Con motivo de una visita posterior, el poeta evoca sus recuerdos mientras contempla las ruinas de lo que fue su casa familiar con el único rosal que escapó a la hecatombe.
Yo tuve oportunidad de leerla en el libro que el Profesor Alfredo Mederos dedico a glosar esta tremenda desgracia que fueron las crecidas de los barrancos de Aduares y Amargavinos en 1957 y que los que por las fecha ya éramos unos zagalotes, recordamos con pena. Pues aún recuerdo la casita de la elegía al lado del camino de San José a San Antonio.
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