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Los niños y jóvenes de La Palma piden terapia gratuita y más psicólogos en los centros educativos

“Nuestro sueño es que todos los niños y niñas de La Palma vuelvan a la normalidad, que tengan un espacio para jugar, para estar con la familia, para encontrar a los compañeros viejos, jugar con el abuelo, estar con los animales y convivir con los vecinos”.
“Hay niños y niñas que se guardan sus problemas, necesitan ayuda y los adultos deben darse cuenta. Dar más importancia a la vida de los y las adolescentes, a nuestras opiniones y a aprender a manejar nuestras emociones y a relacionarnos con otras personas”.

Estas son algunas de las reflexiones y solicitudes que realizan los escolares y jóvenes de La Palma que participaron en el programa “Ponle Nombre al Volcán”. Un proyecto desarrollado de marzo a junio de este año, con respaldo del Colegio Oficial de Santa Cruz de Tenerife y la financiación de Naviera Armas Trasmediterránea, con el objetivo de trabajar las emociones y las experiencias vividas a raíz de la erupción del volcán.

¿Qué nos han expresado los niños y niñas y adolescentes de la Palma?
Lo más destacado de lo manifestado por el millar de menores y jóvenes que participaron en este proyecto, y expresado a través de distintas formas artísticas, se resume en:
“Volver a tener las carreteras como antes, los hogares con sus juguetes, que valoran la salud mental y reclaman psicólogos. O que a los adolescentes no se les ha preguntado por cómo se sienten”. Creen, por otra parte, que “las personas mayores tienen un arraigo con la tierra y no se les puede meter en pisos, cuando antes cuidaban de sus huertos” Y que hay que ayudar y animar a quienes sufren por causa de esta catástrofe natural”.
También realizan propuestas para disfrutar de la nueva realidad en la isla, como excursiones al volcán, a las playas nuevas, volver a Puerto Naos. Resaltan la idea de “que toda la clase vaya de excursión al Charcón y por las casas y carreteras que se ha llevado el volcán”.

A través de diferentes técnicas para la expresión de emociones, con dibujos, con la elaboración de manualidades, con canciones o juegos, la intervención buscaba que la población más joven de la isla pudiera expresar y gestionar las emociones:
Los niños y jóvenes ensalzan el valor de la amistad, de la solidaridad, el amor, la ayuda a otras personas. Idearon también actividades, como bailar o cantar, para animar a las personas afectadas por el volcán. Resaltan, además, su deseo de que se abran las carreteras, poder ir a las casas, a las fincas, a la playa y a los barrios.

Jóvenes de 14 años resaltan que no se puede meter a las personas que tenían su huerta en un piso, sin sus plantas y sin sus animales. Tienen claro que los mayores tienen un vínculo especial con la tierra y que hay que ayudarles a mantener ese vínculo.
En otra actuación artística valoran las cosas que antes no valoraban. Una de las chicas fue por última vez a una playa que quedó sepultada por la lava, y se despidió de ella. Ahora valora ese recuerdo.

También hablan de la importancia de las mascotas.

En cuanto a la salud mental y la familia, transmiten la necesidad de ser escuchados. “Los niños y niñas y adolescentes muchas veces se guardan sus problemas por miedo a ser juzgados. “No todos los niños/as estamos bien si nos ven sonreír. ¿Acaso nos preguntan?”

Para el COP tinerfeño, este proyecto se convirtió en un salvavidas” para jóvenes y escolares, y refleja el compromiso de las psicólogas que se pusieron en la piel de quienes durante meses tuvieron que guardarse sus miedos, y a quienes había que devolver no solo la autoestima y la confianza, sino también reconectarlos con su isla.

¿Qué nos refiere la población adulta?
Damnificados por la erupción volcánica y otras personas de la isla han podido acudir a profesionales de la psicología durante todo este año, bien en intervenciones presenciales, telefónicas o en el domicilio. Sintomatología ansiosa-depresiva, problemas del sueño, pensamientos negativos y rumiantes, problemas de convivencia, son algunos de los síntomas que se detectan. Mientras que la edad de la persona marca la diferencia para asimilar la realidad derivada de la erupción.

La población adulta expresa su deseo de tener una información fiable, muestra su resentimiento por la demora administrativa, lo que les genera frustración y falta de confianza para aceptar la nueva situación.

En conclusión, niños, niñas, jóvenes y personas adultas reflejan la necesidad del acompañamiento psicológico cuando se vive una catástrofe de estas características, el valor de la intervención en la emergencia y después de ésta, la importancia de validar las emociones (miedo, angustia o tristeza) y lo fundamental que es la reconstrucción comunitaria.

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