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Nicolás Melini imparte una conferencia en el II encuentro de cineastas de la Academia de Cine en el Puerto de la Cruz

El Puerto de la Cruz acogió recientemente (del 26 de febrero al 2 de marzo) las jornadas del Programa Rueda de la Academia de Cine, con la participación de medio centenar de cineastas de toda España (y de otras nacionalidades pero residentes en España). Se trata de varios tipos de residencias de creación y desarrollo de proyectos cinematográficos con cineastas en distintos momentos de sus carreras.

La Academia de Cine quiso que el escritor palmero Nicolás Melini hablara a los participantes de la necesaria asunción de un riesgo creativo en sus obras, en una charla que la propia programación denominó de “Pensamiento” para que los cineastas establezcan vínculos con la creación de otras disciplinas artísticas, como la literaria: “pensamiento y otras disciplinas, un marco teórico para el resto del encuentro”, rezaba el programa.

En la conferencia, que tuvo lugar el miércoles 1 de marzo en el Lago Martiánez, Nicolás Melini incidió en “la necesidad de que el creador de obras de arte realice el conjunto de su obra sin perder de vista la necesidad de alcanzar a escribir o realizar al menos una pieza que ponga en cuestión el conjunto de lo existente, como lo hizo El Quijote, de Cervantes. Hoy resulta muy complicado hacer un cuestionamiento tan profundo del mundo en que vivimos, entre otras razones, porque desarrollamos nuestras obras en nichos de mercado y hasta lo que comúnmente creemos que es cierto se encuentra mediatizado por ideologías identitarias. Producimos grandes cantidades de obras que no son artísticas, sino que tienden a confundirse con meros productos de consumo. Apenas estamos produciendo obras críticas, confundimos obra crítica con criticar algún aspecto social desde una posición política, pero, cuando trufamos de ideología nuestras narraciones, en realidad, estamos produciendo obras programáticas, obras que adulan al espectador que piensa igual que nosotros, un tipo de obra que no es crítica porque es acrítica con lo propio, acrítica con las ideas del programa político”.

La conferencia ha sido básicamente una exhortación a “cuidarse de lo que creemos que es cierto, a cuestionarnos a nosotros mismos, a emanciparnos de nuestros propios sesgos ideológicos en un intento épico por conseguir realizar una obra de arte, es decir, una obra que sea realmente libre y que tienda, no a ser producto de consumo —ni producto de consumo ideológico—, sino a intentar alumbrar las zonas más oscurecidas de nosotros mismos, pero, sobre todo, que tienda a vislumbrar algo que se aproxime a la verdad, es decir, al conocimiento, que no es información sino belleza, saber, verdad, sentido, completud, otredad respecto del lector y el espectador, y (algunas, muy pocas veces), un cuestionamiento integral de todo lo que existe en nuestro tiempo”.

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