Madre, yo ante el PP me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues, de puro adorado,
de continuo me arrodillo;
que pues, ladrón o pillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero,
diga lo que diga
Pedro Quevedo.
Nace en las Indias horadado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova expoliado.
Y pues quien le trae al lado
sea hermoso o listo,
tonto, feo o desgarbado,
guste o no a Pedro Quevedo,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galeno y es como un loro,
tiene quebrado a Montoro,
persona que en mucho valoro,
tan cirujano como docto,
pues da y quita con el voto
el general presupuesto
que el azar ha puesto
a su libre desafuero:
poderoso caballero
es don Dinero.
Es nacionalista su ideal,
y de rama socialista descendiente,
porque por sus venas de docente
toda la sangre es cabal;
y con él da igual
que igual da lo que se hable
y se discuta con tal majadero,
él, que siempre tiene un pero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tacha
y sin un pasado facha
a quien adulan en la Corte y Villa
y le pongan mesa y silla
para controlar el paradero
de las cuentas del cénit pepero?
¿Es o no es así, Pedro Quevedo?
Poderoso caballero
es don Dinero.
Su escudo nobiliario
lo corona su oratoria,
que sin euros ni reales
que pedir a raudales,
es fatua plegaria,
vacía caja de caudales,
anhelos, deseos, sueños fiscales,
que es rogar sin avales
o querer ser célibes
en plenos Carnavales.
Por dilatar los tratos
y no dudar en dar consejos,
a este diputado pelma y añejo,
de tanto pisto como recato,
que a Rajoy atraganta hasta el hiato
y se repite más que el ajo,
las huestes del monedero
terminarán mandándolo al carajo,
porque poderoso caballero
es don Dinero.
Y es tanta su vanidad
(que de su verbo andamos hartos)
que ni soltándole sus buenos cuartos
pierde el nota oportunidad
de lucir honestidad,
sacar pecho e ir de pregonero,
adalid, héroe y hasta palanganero
del cariño verdadero,
que ni se compra ni se vende
por el cochino dinero.
Nunca viose un escaño
por tantos deseado,
con titular tan coño,
tan dudoso y reticente,
y voto a bríos tan decente,
tan de hacerse de rogar,
que con su voto decisivo,
más que voto castigo,
al tal Quevedo, el esquivo,
ganas dan de enviarlo a defecar.
spica
Mándalo, mándalo sin miedo y sin recato,
Pues Los Canarios gracias a este prócer salvador
Viajaremos mejor y además mucho más barato.
(Cuando yo lo vea)
Un abrazo
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