"Saltan chispas en la Calle E
cuando los guaperas pasean chuleando.
Las almas de todas las chicas se derriten
cuando el niñato les da una doble ración.
Los padres de los escolares van como locos la noche del viernes.
Los jovenzuelos bohemios con sus pantalones ceñidos
bailan la danza de la Calle E y todo va bien.
Los chicos bailan o se enzarzan en una trifulca,
vestidos con traje de piel de serpiente llenos de logos de Detroit Muscle
bailan la danza de la Calle E"
Bruce Springsteen, The E Street Shuffle
El verano de 1984 entraba en sus últimas semanas y un domingo cualquiera, en el plúmbeo magazine del primer canal de la única cadena de televisión existente, dieron paso al videoclip de un cantante de rock al que el presentador de turno, en un alarde de completa ignorancia, presentó como la nueva sensación en Norteamérica.
Se trataba de Dancing in the dark, el tema más bailable y menos rockero que haya escrito en su vida Bruce Springsteen (Freehold, 1949) y que a punto estuvo de dejar fuera de su álbum Born in the USA de no mediar la recomendación del productor, John Landau, que convenció a su autor, quien menospreciaba aquella canción por ser demasiado "pop" y "facilona".
En 1984, Springsteen era un desconocido tan solo entre aquellos que aún necesitaban etiquetas para adentrarse en el rock, fuera del territorio, elitista y acotado, de la llamada música culta. En concreto, el compositor de New Jersey llevaba entonces más de una década en el candelero y, de sus seis discos anteriores, al menos dos de ellos (Born to run, de 1975, y The river, de 1980) eran considerados de forma unánime como sendas obras maestras por la crítica especializada.
En esta tesitura, la explosiva irrupción de Born in the USA en el mercado (cuarenta millones de copias vendidas en todo el mundo) vino a apuntalar la carrera de un artista ya consolidado, al que la resonancia mediática de este nuevo éxito terminó de convertir en una estrella de dimensiones universales.
No me duelen prendas en reconocer que, hasta esa tarde de agosto de hace veintisiete años, no tenía ni idea de quién era Bruce Springsteen y mis preferencias musicales se orientaban hacia autores que llevaban muertos un mínimo de dos siglos, si exceptuamos a Los Beatles, Silvio Rodríguez, Los Sabandeños, Los Viejos, Tajadre o Los Pekenikes. Pero escuché (y vi) aquella primera versión de Dancing in the dark y Springsteen entró en mi vida y se quedó para siempre. Él y su grupo: la extraordinaria E Street Band, cuyos miembros le han acompañado con virtuosa lealtad los últimos treinta y nueve años, dentro y fuera de la carretera.
Recientemente, The Boss ha anunciado el lanzamiento de un nuevo álbum para el próximo año y una nueva gira mundial que lo traerá por España en los meses de mayo y junio. A pesar de que ni siquiera el disco se ha editado y de que estamos hablando de que aún falta medio año para que lleguen dichas fechas, buena parte de las entradas para los conciertos en nuestro país (en Sevilla, Barcelona, San Sebastián y Madrid) se agotaron apenas unas horas después de ponerse a la venta.
Será la primera vez que su fabulosa banda actúe sin la presencia de dos de sus fundadores: el teclista Danny Federici (fallecido en 2008, víctima de un melanoma) y el imponente saxofonista Clarence Clemons, conocido como The Big Man, quien murió el pasado mes de junio, tras sufrir un derrame cerebral.
Una mañana de principios de junio de 1972, en su despacho en la discográfica Columbia, John Hammond (el hombre que había descubierto para el negocio de la música a artistas como Count Basie, Billie Holiday, Lionel Hampton, Aretha Franklin, George Benson o Bob Dylan) recibió, previa cita, a un joven con greñas y perilla, procedente de Nueva Jersey, que durante casi dos horas le cantó, acompañado de la guitarra, una selección del centenar de canciones que había escrito de su puño y letra. Al día siguiente, Hammond le hizo escuchar a Clive Davis, presidente de CBS, la grabación de aquella prueba.
"Esto es bastante divertido. ¿No te parece?", dijo Davis.
"Es más que eso, Clive, esto es fantástico, único", respondió Hammond.
Casi cuarenta años después, quienes han tenido la oportunidad de escuchar en directo a este veterano rockero y a sus chicos de la Calle E corroboran todas y cada una de estas palabras.