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El callejón
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A la carrera (y II)

Mucho antes de perder el juicio y convertirse en un cretino integral, Teddy Bautista y su grupo, Los Canarios, estuvieron en primera línea del rock español, con gran proyección internacional. Esta es una versión en vivo de “Free Yourself".

SEC.14/ INTERIOR TAXI/ENTRADA HOTEL / INT-EXT/DÍA

El conductor pone el freno de mano. Gira su cabeza ligeramente hacia atrás.

CARMELO

Fin de trayecto, señor.

EJECUTIVO

(Mirando, sorprendido, al exterior)

Oh, sí… Qué rápido.

CARMELO

(Sonriendo)

Así es, señor. Acuérdese de lo que decía mi padre: "Vivimos a la carrera la carrera de la vida"…

EJECUTIVO

(Sonriendo)

Su padre… Él ser hijo de hija de su bisabuela…

CARMELO

(Que echa una carcajada)

¡Exacto! ¡Muy bien! Es usted un fenómeno, señor, un máquina…

(Al ver que el pasajero parece no entender estos últimos elogios, CARMELO marca el pulgar hacia arriba)

Usted, un diez, súper…

EJECUTIVO

(Sin dejar de sonreír)

Usted… también… ¿Cuánto?

CARMELO

(Que por un instante ha olvidado que tiene que cobrarle el trayecto)

¡Ah!

(Mira al taxímetro y señala al recuadro con las tarifas que se encuentran bajo el equipo de radio)

Esto es precio fijo, señor. Son veinticuatro euros.

El viajero saca una billetera de piel auténtica, de marca, y saca un billete de veinte y otro de diez. Se lo entrega al conductor. Éste los coge y hace ademán de ir a darle el cambio.

EJECUTIVO

(Que se da cuenta de lo que va a hacer el chófer)

¡Oh, no, no! ¡Todo para usted! ¡Todo para usted!

CARMELO

(Que no puede ocultar su satisfacción)

Muchas, gracias, señor… ¿Quiere la factura? (Haciendo ademán de expedirle un recibo) ¿Le hago factura? ¿Ticket?

EJECUTIVO

(Que se ha guardado la billetera y abre la puerta)

No, gracias, no necesario… Muchas gracias… Paseo desde airport a aquí muy agradable, gracias… usted.

(Con cierta dificultad, el hombre intenta salir del auto pero le cuesta tirar de la maleta que tiene en el asiento contiguo)

CARMELO

Espere un momento, que le ayudo…

El taxista sale del coche, abre la puerta de atrás y saca la maleta. Por el otro lado, el EJECUTIVO sale del vehículo y cierra su puerta. Después de cerrar la otra puerta trasera, CARMELO rodea su taxi por el maletero y se acerca al cliente. Ambos se encuentran en la acera, frente a la puerta de acceso al vestíbulo del hotel. El chófer le hace entrega de la maleta y el pasajero, bastante más alto que el taxista, hace una ligera genuflexión con la cabeza como gesto de agradecimiento. CARMELO le tiende la mano.

CARMELO

Ha sido un placer.

EJECUTIVO

(Estrechándole la mano con fuerza)

También para mí.

Después de intercambiar esta muestra de mutuo afecto ambos individuos se quedan quietos, uno frente al otro, sin saber qué decir. De pronto, como de costumbre, el chófer rompe el SILENCIO EXPECTANTE.

CARMELO

(Que, por un instante, da la sensación de dudar si atreverse o no a decir algo)

Eh… ¿Ya tiene plan para esta noche?

EJECUTIVO

¿Qué?

CARMELO

¿Va a hacer algo usted esta noche?

EJECUTIVO

(Descolocado)

Eh… No… No sé…

CARMELO

Mire, señor, sin compromiso ninguno, ¿me entiende? Esta noche, en la discoteca Wilson, la cooperativa de taxis de Las Palmas va a dar una fiesta y, si usted quiere y le apetece, considérese invitado, ¿OK? Iremos un grupo de amigos, con nuestras esposas, y, bueno, pasaremos un rato agradable… Si no tiene ningún plan y quiere divertirse un rato puede darse un salto por allí… Estaremos sobre las once u once y media… Espere, voy a darle una tarjeta…

CARMELO deja al EJECUTIVO sin capacidad de reacción. En un segundo corre hasta el asiento delantero del auto y regresa llevando consigo una tarjeta impresa con su nombre. Antes de dársela al cliente, saca un bolígrafo del bolsillo de su camisa y escribe algo en la tarjeta.

CARMELO

(Le entrega la tarjeta)

Aquí tiene. Le he puesto el nombre de la discoteca.

El EJECUTIVO toma la tarjeta y durante unos segundos la observa con detenimiento.

EJECUTIVO

(Lee)

Carmelo Fernández Doreste.

CARMELO

Sí, señor, ése soy yo. Para servirle a Dios y a usted.

EJECUTIVO

(Sonríe)

Muy bien, Carmelo, encantado de conocer a usted…

CARMELO

(Asintiendo)

Y yo a usted, señor…

EJECUTIVO

(Disculpándose)

¡Oh, perdón! Mi nombre es Victor… Victor Sjöberg.

CARMELO

Encantado, don Victor… Quiero decir, señor Sjöberg…

Ahora es el cliente quien le tiende la mano a CARMELO y éste responde efusivamente. Sin embargo, desde que el EJECUTIVO ha pronunciado el nombre de Victor Sjöberg, el semblante del taxista se ha quedado entre absorto y pensativo. Tras despedirse de él, siempre con una sonrisa en el rostro, el SEÑOR SJÖBERG da media vuelta para entrar en el hotel pero, cuando está apunto de cruzar el umbral de la entrada, el chófer le llama.

CARMELO

¡Señor Sjöberg, señor Sjöberg!

(El aludido se da la vuelta. CARMELO le mira con apremio infantil)

Ya sé quién es usted. Usted es el nieto de don Victor, el que fundó la dulcería Doramas…

El SEÑOR SJÖBERG se limita a dibujar una nueva sonrisa con sus labios y, en esta ocasión, parece brillar en ella la chispa de la complicidad. Luego, da otra media vuelta y entra finalmente en el hotel, tirando de su maleta.

Fuera, CARMELO asiente con la cabeza al tiempo que sonríe para sí con la satisfacción de quien cree haber hecho un sorprendente hallazgo. El taxista regresa al interior de su vehículo. Toma asiento, cierra la puerta delantera y el automóvil tarda apenas unos instantes en arrancar con ímpetu hacia la búsqueda de un nuevo cliente.

SEC.15/ RECEPCIÓN HOTEL SANTA CATALINA / INT/DÍA

La cámara sigue en travelling in a VICTOR SJÖBERG, que se ha adentrado en el hall del hotel Santa Catalina y se aproxima a la recepción. Sin embargo, debe esperar a cierta distancia del amplio mostrador, ya que todos los conserjes están ocupados atendiendo a varios clientes: unos, porque acaban de llegar y se están registrando, y otros, porque abandonan el establecimiento y están pagando la cuenta. Hay, por tanto, trasiego de bultos y equipajes. LAS CONVERSACIONES SE PRODUCEN EN VARIOS IDIOMAS (INGLÉS, ALEMÁN, ESPAÑOL) dado que los huéspedes son de diferentes nacionalidades. Transcurren unos segundos, en los que VICTOR SJÖBERG aguarda en pie, inalterable, con paciencia nórdica, a que le llegue su turno. Instante que aprovecha para echar una rápida ojeada a su alrededor. El vestíbulo es amplio, decorado con gusto clásico, y en este momento se registra un movimiento constante de personas: botones que trasladan equipajes en elegantes portamaletas, clientes de mediana edad que están sentados en los cómodos sillones ojeando la prensa internacional y turistas en ropa de baño que se dirigen a las piscinas o al solárium.

De pronto, VICTOR SJÖBERG repara en un detalle en el que no ha caído antes: muchas de las personas que se encuentran en este preciso instante en la sala están hablando por teléfono; desde los huéspedes hasta los conserjes. Incluso el cliente que le precede en la fila ante el mostrador de recepción tiene el móvil en la mano. La escena no deja de resultar curiosa y un poco insólita hasta el punto que una joven rubia, en camiseta, pantalón corto, pamela, gafas de sol y sandalias playeras, que parece ir a darse un baño o a tomar el sol, se pasea con el móvil pegado a su oído mientras mantiene una conversación con alguien. VICTOR SJÖBERG contempla la estampa con expresión de incredulidad y, por un segundo, da la impresión de que se va a echar a reír pero entonces SUENA LA MELODÍA DE SU PROPIO TELÉFONO y se ve obligado a echar mano al bolsillo de su chaqueta y a sacar el pequeño artilugio que SUENA IMPERTINENTEMENTE.

El cliente que esperaba delante de él pasa ahora al mostrador.

VICTOR SJÖBERG

(Contestando)

¿Sí? ¡Ah, hola! Sí, ya llegué, hace una hora… Ya estoy en el hotel… Bien, un poco largo… Sí, sí… La reunión es mañana por la mañana. Esta tarde me reúno con la dirección de la empresa… No, todavía no he tenido tiempo… Sí, a lo mejor esta tarde… Si me quedan ganas… No, no, no se parece nada. Es como si estuviera aquí por primera vez… Todo está muy cambiado a como yo lo recordaba… Sí, como si nunca hubiese estado aquí… (De repente, uno de los conserjes ha quedado por fin libre y le hace una seña para que se acerque hasta el mostrador) Lo siento, cariño, pero te tengo que dejar, voy a registrarme en el hotel. Ahora te llamo… Adiós.

El EJECUTIVO corta la comunicación, se guarda el móvil en el interior de la chaqueta, y da unos cortos pasos hasta el mostrador de recepción. El conserje lo recibe con una sonrisa reluciente, llena de hospitalaria profesionalidad.

CONSERJE

¡Good morning, sir!

SEC.16/ HABITACIÓN DEL HOTEL SANTA CATALINA / INT/DÍA

Interior de una habitación individual. Al igual que en el resto del edificio, el mobiliario es de línea clásica y de tonalidades suaves. La cama, amplia, tiene un cabecero de madera de estilo rústico, y a ambos lados hay una mesilla de noche con lámpara. En las paredes cuelgan reproducciones de cuadros costumbristas de Canarias y completan el mobiliario un armario; un sillón de alto respaldo y un escritorio con silla a juego, también de corte rústico.

VICTOR SJÖBERG entra en la habitación tirando de su maleta. Cierra la puerta con suavidad. Tras tomarse un segundo para inspeccionar el cuarto, se acerca hasta el escritorio, junto a cuya silla deja la maleta. A continuación, descorre un poco la cortina de la única ventana y se sienta sobre la cama, donde exhala un suspiro hondo, fruto del cansancio. A su derecha, por simple curiosidad, enciende y apaga la lámpara de la mesilla de noche. Así, descubre que sobre la mesilla, al lado del teléfono, en el interior de un cenicero de cristal, han dejado como obsequio para los clientes del hotel una ambrosía Tirma y una servilleta de papel. SJÖBERG coge la chocolatina con expresión de incredulidad y se le escapa una risa.

VICTOR SJÖBERG

(Negando con la cabeza)

La competencia…

Después de tener unos segundos la golosina en la mano y sin dejar de sonreír, decide abrirla. Contempla el barquillo recubierto de chocolate durante otro segundo y le da un buen mordisco. Luego, lo saborea con los ojos cerrados.

VICTOR SJÖBERG

(Abriendo los ojos)

No está mal, no…

Le da un segundo y un tercer mordisco y se la termina. Tras arrojar el envoltorio a una papelera que se encuentra debajo del escritorio, SJÖBERG se limpia los labios con la servilleta, mientras asiente en señal de aprobación. Finalmente arroja la servilleta también a la papelera. De nuevo, en pie, el EJECUTIVO se registra los bolsillos de la chaqueta y saca varios objetos que va colocando sobre el escritorio: el teléfono móvil, la agenda electrónica, la billetera de piel, unos cascos y, por último, la tarjeta que le entregó el taxista en el momento de despedirse de él.

SJÖBERG la ojea con atención. En ella se lee, impreso en cursiva y con elegante tipografía, el nombre completo de CARMELO, junto a varios números de teléfono y un diminuto rótulo que reza: Radio Taxi San Pedro, 24 horas a su servicio. Al darle la vuelta, el EJECUTIVO lee el nombre del local y la dirección que escribió el chófer de su puño y letra: Discoteca Wilson, calle José Franchy Roca, 20.

SJÖBERG sostiene la tarjeta entre sus dedos unos segundos y termina por tirarla a la papelera. Luego, coge el teléfono móvil de la mesa, aprieta el botón y selecciona el número en el menú de llamada. Después, sin despegar el teléfono de su oído, se quita la chaqueta, la cuelga en el respaldo de la silla, se descalza y se echa sobre la cama.

VICTOR SJÖBERG

¡Hola!… ¿Puedes hablar?… Sí, ya estoy en la habitación… Sí, en la cama… (Ríe con picardía) Sí, sí, ya me gustaría que estuvieses aquí ahora… Sería mucho más divertido… (Ríe, echando un vistazo a su reloj de pulsera) Aunque me tengo que ir en treinta minutos… Sí, me esperan los directivos… No, ninguna gana, en absoluto… Ya… ¿En serio?… (Volviendo a sonreír con mayor malicia) Estás hecha una verdadera bruja, ¿lo sabías?… Sí, ya, ya… Sí… Será eso lo que me atrae de ti… Eres una chica mala, muy mala… Sí… y como no cambies de actitud creo que tu jefe te va a castigar… (Riendo casi a carcajada limpia) No subestimes mi carácter, Helga, ni se te ocurra… Ya, ya… Te recuerdo que trabajas para mí, señorita… Ah… Más te vale no olvidarlo… (Nuevas risas) Me encanta cuando me dices esas cosas… ¡Es una verdadera lástima que no estés aquí! (Cierra los ojos con placer, como si estuviese a punto de iniciar un juego erótico) ¡Ya!… Por favor, no sigas que no quiero perder el control… ¡Sí!… ¡No, ahora no! Recuerda que tengo una reunión en treinta minutos… ¡Oh! ¡Calla!

(De pronto, la expresión de sabroso deleite que parece envolver al hombre como una fragancia exquisita desaparece bruscamente y abre los ojos, alarmado)

¡Lo siento, Helga!… Sí, me están llamando… Espera, en cinco minutos estoy otra vez contigo…

(SJÖBERG

se incorpora de la cama y el tono de su voz cambia por completo)

¡Hola, cariño!… Sí… Sí… Ya estoy en la habitación… Estaba hablando con Estocolmo. Los de la central querían comentarme una cosa sobre la reunión que tengo dentro de un rato con los directivos de la compañía… Sí… ¿Tú estás bien, cielo?… Bueno, no lo sé… Seguramente iremos a un restaurante… Ya sabes, esta gente lo arregla todo comiendo y bebiendo… No. Descuida… (Moviendo la cabeza en señal de impaciencia) Sí… Ya te he dicho que no lo sé, cariño… Lo más seguro es que me quede aquí, en el hotel… La reunión de mañana es muy temprano… Sí, lo único que tendré que hacer es firmar y ya está… Ya te expliqué que los sindicatos están de acuerdo… Todo el mundo piensa que es la mejor solución (Mostrando cierto cansancio) Creo que son unos dos mil… Me han dicho que la mayoría de ellos aceptaron la oferta… No sé… Bueno, ya te contaré… Sí, te dejo porque quiero darme un baño antes de ir a la reunión… Sí… Y yo a ti, cariño… Adiós…

SJÖBERG cuelga y, por unos instantes, permanece con el teléfono en la mano, pensativo. Lo observa detenidamente, sin saber muy bien qué hacer. Mira su reloj. Se vuelve a recostar sobre la cama y aprieta otra vez la tecla de llamada. Cierra los ojos, toma una amplia bocanada de aire y lo expira a fondo. Sonríe.

VICTOR SJÖBERG

(Recuperando el tono dulce, acaramelado)

¡Hola!… ¿Por dónde íbamos, señorita?

(Su rostro se ilumina con una sonrisa repleta de deseo)

SEC.17/ PASEO DE LA PLAYA DE LAS CANTERAS / EXT/TARDE

A pesar de que la luz del sol languidece a esta hora de la tarde (deben de ser casi las ocho) todavía queda mucha gente diseminada por la playa. Muchos de ellos están recogiendo sus toallas y seretas para irse, pero aún quedan casi otros tantos bañistas que apuran los últimos rayos del día. Por su parte, el paseo aparece inundado de una marea humana incesante de personas que caminan en ambas direcciones. En medio de ellos, llama la atención por su atuendo formal y su aspecto de ejecutivo extranjero, VICTOR SJÖBERG, que anda solo, meditabundo y con semblante de cansancio en su rostro. Éste pasea durante un buen rato sin perder de vista todos y cada uno de los detalles que salen a su encuentro y que reclaman su atención, como los puestos de venta ambulante de artesanía africana. Sin embargo, de repente, SJÖBERG se detiene en seco cuando descubre una pintada sobre una pared. En dicha pintada, confeccionada con spray de color rojo, se puede leer con claridad y sin faltas de ortografía el mensaje: DORAMAS SS [simulando sendas esvásticas nazis] ¡Ladrones! ¡Explotadores! ¡Abandonan y venden a los trabajadores por cuatro perras! ¡NO AL CIERRE PATRONAL!

Ni que decir tiene que el EJECUTIVO SUECO permanece ante el graffiti durante cierto tiempo. Luego, prosigue su caminar por el paseo de Las Canteras. Por último, SJÖBERG termina sentándose en uno de los bancos de madera, frente al mar.

Desde este punto, su mirada recorre la playa de un extremo a otro. Después, sus ojos escrutan la línea del horizonte, donde un cielo limpio, de un azul claro, parece encenderse con el reflejo del atardecer. El mar respira en calma y la marea, baja, deja al descubierto la barra natural de la playa, que recuerda la silueta sobresaliente de una formidable criatura submarina. Por último, SJÖBERG observa con detenimiento el colorido y variopinto cuadro de figuras humanas que están salpicadas sobre la arena. Especialmente, captan su atención los ancianos y los niños que dan la sensación de disfrutar por igual de estos instantes de vida libre, a la intemperie, en la orilla de un día cualquiera de agosto.

SEC.18/ SALA EN LA DISCOTECA WILSON INT/NOCHE

La cámara inicia una panorámica de la sala, tomada desde lo alto mediante grúa, que muestra el aspecto general del recinto. Los juegos de focos y luces de colores descubren a una considerable cantidad de gente. De una edad comprendida entre los treinta y largos y los cincuenta y pocos, el público presente en la pista (más mujeres que hombres, eso sí) baila como si estuviese en estado de trance al ritmo de UN REMIX DE ÉXITOS DE LOS SETENTA, MEZCLADOS CON EFECTOS DE SONIDO Y TODA CLASE DE REGISTROS MUSICALES DE ÚLTIMA MODA. EL VOLUMEN EN LA SALA ESTÁ A TODA PASTILLA Y NO PODEMOS ESCUCHAR NADA MÁS, SÓLO LA MÚSICA QUE, POR MOMENTOS, CAE EN UNA CADENCIA MONÓTONA Y MACHACONA.

La cámara realiza un suave movimiento de aproximación, de arriba abajo, que nos lleva hasta la barra del local, en la que encontramos, entre la fila de personas agolpadas para pedir las consumiciones, a CARMELO. Vestido con pantalón blanco y una camisa floreada, de colores chillones y que parece sacada de una comedia americana ubicada en las Bahamas, el taxista está junto a unos amigos (de edad parecida a la suya, con indumentaria festiva, aunque de un aspecto no tan estrambótico). Todos ellos llevan un vaso de tubo en la mano y mueven las caderas siguiendo el ritmo de la música. Frente a ellos, en la pista de baile, un grupito de mujeres de similar edad, perfectamente arregladas para la ocasión, parecen estar pasándoselo en grande. Entre ellas y ellos se intercambian sonrisas y miradas de complicidad, guiños y hasta algunos besos volados.

Entre el grupo de colegas, CARMELO es el más activo. No deja de hacerle divertidas muecas de sátiro a una de las mujeres. Él también da la impresión de encontrarse en su salsa y comienza a realizar una inspección visual al resto de la sala.

De repente, su mirada se detiene en un punto del local. Sorprendido, con cara de no creer lo que ve, CARMELO empieza a mover con estrépito los brazos para llamar la atención de alguien. Llega incluso a gritar el nombre de la persona, pero sus gritos son completamente silenciados POR LA MÚSICA. Los gestos exagerados y algo grotescos que hace para advertir, a quien quiera que sea, dónde está sorprenden incluso a sus acompañantes, que parecen preguntarle a quién está saludando. CARMELO no duda en señalarles en la dirección en la que se encuentra esa persona y, al final, el grupo de colegas se suma a las desesperadas llamadas en la distancia. Al cabo de unos segundos, hace su entrada, por un lateral, escabulléndose entre la apretada multitud de bailarines y bailarinas, un sudoroso y algo descompuesto VICTOR SJÖBERG, a quien CARMELO recibe con los brazos abiertos.

De inmediato, CARMELO, quien en todo momento da muestras de una incontenible alegría por el feliz reencuentro, pasa a presentar al ejecutivo sueco a cada uno de sus amigos. Luego, el propio CARMELO hace una seña, para que se acerque hasta él, a la mujer con la que ha estado cruzándose miraditas y carantoñas. La mujer se aproxima al sitio en el que todos los hombres ya hacen corro alrededor de VICTOR SJÖBERG, quien por su altura parece un entrenador de baloncesto rodeado por los jugadores de su equipo cadete. CARMELO le presenta a la mujer, quien da dos besos en las mejillas al empresario nórdico. Acto seguido, atraídas por esta circunstancia, el resto de mujeres que bailaban juntas en la pista se acercan hasta el grupo y proceden al saludo y correspondiente besuqueo al recién llegado.

El corro entorno al sueco se ha ampliado. Instante que CARMELO aprovecha para escabullirse e ir a la barra a pedir algo. Mientras, el resto de sus amigos parecen someter a SJÖBERG a un veloz tiroteo de preguntas que el ejecutivo trata de responder de la mejor forma que puede. Fuera del grupo, dos amigas no quitan ojo de encima al caballero norte-europeo y confidencialmente comentan algo entre sí que, dada la intensidad y el brillo de sus miradas, se entiende a la perfección aunque NO LAS OIGAMOS.

CARMELO irrumpe de nuevo en escena ofreciéndole una copa a SJÖBERG que, agradecido y sin dejar de sonreír, hace chocar con la del taxista. Al momento, el brindis se convierte en colectivo y todos se muestran felices y satisfechos de haberse conocido.

De pronto, la ATRONADORA MÚSICA DE LA SALA DA PASO A UN TEMA RADICALMENTE DIFERENTE. Para sorpresa de VICTOR SJÖBERG, que no puede evitar una expresiva cara de desconcierto, LA DISCOTECA SE LLENA CON LOS ACORDES INICIALES DE "FREE YOURSELF". El ejecutivo mira al taxista y éste, en gesto muy chaplinesco, le guiña un ojo. Ahora, el grupo en su totalidad, incluido el mismísimo SJÖBERG, se lanzan a la pista de baile, donde la multitud ya corea eufórica la letra de esta formidable canción.

Envuelto en una ola imparable de ritmo, el ejecutivo sueco se suma con entusiasmo al baile de esta MÚSICA que todos y todas siguen con contagiosa vitalidad. Por unos segundos, VICTOR SJÖBERG permanece solo en el centro de su grupo, bailando sin pareja, hasta que una de las dos mujeres que antes lo estaban observando a la prudente distancia del deseo contenido se acerca a él y, juntos, se entregan como los demás a la gozosa experiencia de dejarse llevar, casi arrastrar, por "FREE YOURSELF".

Poco a poco, muy sutilmente, la cámara vuelve a moverse, gracias a la grúa, en sentido contrario y retrocede, de abajo a arriba, hasta ocupar el emplazamiento inicial y ofrecer la panorámica general de la sala, tomada desde el techo, con la que arrancó esta secuencia.

Fundido en negro

SEC.19/ INTERIOR TAXI/ENTRADA HOTEL / INT-EXT/DÍA

Abre de negro

Está amaneciendo. La pantalla muestra el interior del taxi de CARMELO. En el asiento de atrás, completadamente abatido, dormido, sin corbata, con el pelo revuelto, la camisa del traje desmadejada y barba sin afeitar, VICTOR SJÖBERG yace sentado, con el cuello hacia atrás, en medio de ESPECTACULARES RONQUIDOS. En el asiento del copiloto, también completamente fuera de juego, adormilado, con los ojos protegidos con gafas de sol, CARMELO apoya, semi-inconsciente, su rostro contra la ventanilla. Quien conduce es la esposa de CARMELO, PAQUI, a quien hemos visto antes en la discoteca. Su aspecto es impecable y mueve ligeramente su cabeza al ritmo de una canción que ella tararea por lo bajo, para no despertar a sus pasajeros.

El taxi se detiene delante de la entrada del hotel Santa Catalina. La puerta del asiento junto al conductor se abre y, haciendo un supremo esfuerzo por no caerse, con muchas dificultades, sale del vehículo CARMELO, quien, a duras penas y tambaleándose, abre la puerta de atrás. Inútilmente, el chófer aguarda a que SJÖBERG salga. Al constatar que éste no podrá hacerlo sin ayuda, el taxista se introduce como puede y saca con no menos problemas al ejecutivo sueco, que está incluso en peor situación que él.

A pesar de su evidente estado de embriaguez, VICTOR SJÖBERG mantiene gallardamente la compostura y no duda en acercarse con paso tambaleante hasta la ventanilla del conductor y despedirse de PAQUI como un caballero. Hecho lo cual vuelve hasta donde ha dejado a CARMELO, que ha cerrado la puerta trasera de su taxi.

El EJECUTIVO abraza al conductor.

VICTOR SJÖBERG

(Consigue articular las palabras a duras penas)

Gr… gr… gra… cias, Carmelo…

CARMELO

(Que es tal para cual)

Dddd… dddd… de nada, Victor…

VICTOR SJÖBERG

Bu… bu… bue… no, a… diós…

CARMELO

Nos ve… ve… mos, Victor… Mucha su… su… erte en… en… la… la… reu… nión…

VICTOR SJÖBERG

Gr… gr… gra… cias, Carmelo… Gr… gra… cias… muchas…

(Ambos hombres vuelven a fundirse en un abrazo que se prolonga tanto en el tiempo que parece que estén a punto de quedarse dormidos uno en los brazos del otro)

PAQUI

(Enérgica, sacando la cabeza por la ventanilla del asiento del copiloto)

¿Ustedes van a seguir? ¡Muchacho, déjense de despedidas, que este hombre no llega a la reunión!

CARMELO

(Separándose del EJECUTIVO)

¡Co… co… coño! ¡Es verdad! Bue… no, no… no… nos vemos, Victor…

Pero a VICTOR SJÖBERG sólo le queda fuelle para hacer un movimiento afirmativo con la cabeza y para MASCULLAR APENAS UNAS SÍLABAS ININTELIGIBLES. CARMELO se gira sobre sí mismo en una vuelta cómica y regresa al coche a trancas y barrancas. Antes de entrar, saluda a SJÖBERG con la mano y se mete por fin en el taxi. El automóvil no tarda en arrancar y desaparecer. De pie, frente a la puerta de la fachada del hotel, el EJECUTIVO se queda saludando con la mano. Una vez que pierde de vista al vehículo, se gira hacia la entrada y está a punto de caerse. Milagrosamente consigue mantener la verticalidad y, con caballerosa y nórdica dignidad, entra en el hotel.

SEC.20/ INTERIOR COCHE/ENTRADA FÁBRICA DORAMAS S.A. / INT-EXT/DÍA

VICTOR SJÖBERG vuelve a estar sentado en la parte de atrás de un coche. En este caso, se trata de un lujoso Volvo, propiedad de la empresa de la que es presidente ejecutivo. Conduce el auto un chófer elegantemente uniformado y el EJECUTIVO sueco no presenta ahora ningún signo de borrachera. Impecablemente afeitado, vestido con un traje oscuro y el semblante serio y concentrado, mira a través de la ventanilla el trayecto por la avenida de Escaleritas. En su regazo lleva un portafolio negro de piel, sobre el que tamborilea con los dedos, con aparente nerviosismo.

El coche no tarda en llegar a la puerta de la fábrica. Con evidente inquietud, SJÖBERG descubre que un numeroso grupo de personas aguarda a las puertas de las instalaciones de su empresa.

CHÓFER

(Que se ha dado cuenta de la ansiedad con la que su jefe mira a quienes se concentran a la entrada)

No se preocupe… Llevan varios meses montando el numerito… Pero, descuide, son inofensivos… Es la minoría…

Se trata de unas sesenta o setenta personas. Hombres y mujeres de mediana edad, aunque también los acompañan algunos niños y hay individuos próximos a la jubilación. Muchos portan pancartas y en ellas se leen mensajes del tipo: "¡NO AL CIERRE PATRONAL!", "SUSPENSIÓN DE PAGOS = IMPAGO SEGURO" "¡DORAMAS S.A. Y LOS 40 LADRONES!", "¡CABRONES! ¡NOS DEJAN EN LA PUTA CALLE Y SIN UN DURO!", "¡NO A LA SUSPENSIÓN!", "¿Y AHORA QUÉ?", "NOS QUITAN EL PAN DE NUESTROS HIJOS", "¡TRAIDORES!", "¿ADÓNDE VA EL TRABAJO Y EL SUDOR DE TODOS ESTOS AÑOS?", "¡AQUÍ SIEMPRE PERDEMOS LOS MISMOS!", etcétera.

Algunos de los empleados GRITAN ÉSTAS Y OTRAS CONSIGNAS y, aunque se respira un ambiente de cierta tensión contenida, la violencia y agresividad se limita a UNOS POCOS Y AISLADOS INSULTOS.

Al llegar a las puertas de la fábrica, el vehículo se para junto al puesto de control y un guardia de seguridad se acerca hasta la ventanilla del conductor para pedir la identificación de los ocupantes del Volvo. Antes de que llegue siquiera a hablar con él, el conductor le hace un gesto explícito al guardia y éste autoriza la entrada del automóvil en el interior del recinto.

A través de la luna trasera del coche, VICTOR SJÖBERG echa una última mirada al grupo de trabajadores que se están manifestando fuera.

SEC.21/ SALA DE REUNIONES DE DORAMAS S.A. / INT/DÍA

Sentados alrededor de una amplia mesa de moderno diseño, se encuentran los cargos directivos que integran la cúpula de la empresa Doramas S.A., con su presidente ejecutivo a la cabeza. Con la excepción de dos hombres que visten con rebecas veraniegas y camisas a cuadros, los demás lucen caros ternos de tonos oscuros, con corbatas a juego. El conjunto ofrece una presencia escenográfica que rememora la Última Cena pero en una versión inquietante e, incluso, lúgubre. Además, en este caso, el personaje principal no se halla en el centro del cuadro, sino en un extremo.

Mientras escuchamos la parte final de la densa exposición realizada por el abogado de la compañía, donde se justifican las medidas que se van a tomar, la cámara recorre la mesa de reuniones desde un punto a otro, efectuando un largo movimiento de aproximación, en travelling in, que nos acerca hasta VICTOR SJÖBERG, quien permanece con la cabeza baja, absorto en el dossier que tiene entre las manos y cuyas hojas repasa en silencio.

ABOGADO

(En la recta final de su intervención, en la que lee un documento)

Por tanto, y a tenor del balance de pérdidas registradas en los cinco últimos años, al no poder afrontar la práctica totalidad de los pagos que, por este orden, aparecen consignados en los capítulos de importación de materias primas, proveedores, producción, distribución, publicidad, marketing y gastos de personal, la empresa DORAMAS S.A. se ve obligada a declarar su insolvencia, de forma completamente voluntaria, a fin de que la autoridad judicial competente inicie a la menor brevedad posible el concurso de acreedores… Razón por la cual el consejo de administración hoy aquí reunido al completo, bajo la presidencia de su titular, el señor Victor Sjöberg Bergman, procede a firmar dicha declaración. Quede constancia de que suscriben a su vez el referido documento los representantes de los trabajadores, integrados en el comité de empresa.

(Al terminar la perorata, hace una PAUSA cargada de teatralidad)

¿Alguien tiene algo que añadir?

(El resto responde a la pregunta con un SILENCIO TOTAL, no exento de servidumbre)

En ese caso, señor Sjöberg, le ruego proceda a la firma…

El ABOGADO se acerca hasta donde se encuentra el presidente ejecutivo de la compañía y el papel que hace un momento ha estado leyendo pasa rápidamente a manos de VICTOR SJÖBERG, quien se queda unos segundos contemplándolo en el SILENCIO MÁS ABSOLUTO.

De repente, ante el estupor de todos los presentes, SJÖBERG comienza a romper el documento en varios pedazos, con metódica parsimonia y sin ninguna prisa. Una vez que el papel ha quedado reducido a una fina capa de trocitos espolvoreados sobre la mesa, como confeti, el presidente ejecutivo de DORAMAS S.A. alza la mirada para enfrentarse ante los rostros, entre estupefactos y demudados, de los demás miembros del consejo de administración de la compañía. Por unos segundos, que resultan interminables, SJÖBERG cierra los ojos. Luego toma una larga bocanada de aire, que termina expulsando con meditada lentitud.

VICTOR SJÖBERG

(Mirando fijamente a los hombres que tiene enfrente)

En últimas horas yo pensar… Yo pensar mucho en esto… No dormir en la noche… (Deja escapar una leve sonrisa)

No dormir nada y yo pensar, pensar mucho en todo… Y yo tomar la decisión de no cierre. Doramas S.A. no cierra. No quiero. Yo no quiero cerrar.

(Negando con la cabeza)

No, no… Mi grupo en Suecia poder recuperar el dinero… Pagar el dinero a todos. Esta empresa tener solución… Cuestión de fe, decir ustedes, ¿no?

(Los interpelados se mantienen en la misma actitud de muda incredulidad)

Para mí ser muy importante venir aquí, estar aquí, volver a aquí… Yo estar muchos años atrás aquí… Ser un niño cuando yo estar aquí otra vez… Un verano, todo un verano, con mi abuelo, hombre que crear esto… Él ser importante para mí… Enseñarme muchas, muchas cosas… Yo olvidar esas cosas… Pero ahora, ayer, hoy, yo recordar esas cosas… Ahora yo entender por qué mi abuelo vivir siempre aquí… por qué él querer morir aquí… Aquí él vivir muy feliz, muy feliz, siempre muy feliz… Trabajar duro, mucho, mucho duro, pero él ser feliz… Doramas ser otra familia para él… Y yo olvidar todo… Pero ya no olvidar… Ahora yo quiero empezar otra vez… Como él… Aquí… Yo vivir aquí y dirigir empresa aquí y trabajar duro, muy duro, como mi abuelo… Y ser feliz…

(Se produce una PAUSA en la que ninguno de los cargos presentes se atreve a mover un músculo ni a pronunciar palabra. Se palpa un desconcierto generalizado, absoluto, que parece paralizar y maniatar a los directivos en sus asientos)

¡Ah! Haber otra razón… ¿Saber ustedes que aquí, en isla, gentes vivir más tiempo?

(El rostro de VICTOR SJÖBERG se ilumina con otra sonrisa)

Decir madre de madre de padre de un amigo: en isla gentes vivir dos años, cuatro meses y tres días más que en Europa… Interesante, ¿no?… Bien, señores…

(El presidente se levanta de su cómoda silla giratoria. Los demás, que tardan en reaccionar, lo imitan como por instinto. Todos se terminan poniendo en pie)

Gracias por todo… Un placer conocer ustedes… Lunes poder hablar conmigo aquí, en despacho… Lunes empezar de cero. Tener mucho trabajo delante…

VICTOR SJÖBERG hace ademán de irse. Da un par de pasos. Tras él, uno de los hombres reacciona. Se trata de uno de los dos representantes sindicales.

REPRESENTANTE SINDICAL

(Increpándole, fuera de sí, lo que obliga a SJÖBERG a darse la vuelta)

Pero usted está loco, ¿o qué? (Mirando a los demás) ¿Pero es que nadie piensa hacer nada? ¡Esto es un verdadero disparate! ¿Ahora quién nos garantiza que vamos a cobrar, eh? Si esta empresa está en quiebra… ¡Esto es una locura! ¡Cómo van a recolocar a todo el personal!

VICTOR SJÖBERG

(Con semblante cansado)

Perdón, señor, yo estar un poco cansado… No recordar… ¿Quién ser usted?

REPRESENTANTE SINDICAL

(Altanero)

¡Soy el representante de los trabajadores! ¡Soy presidente del comité de empresa y como tal exijo una explicación!

VICTOR SJÖBERG

(Ofreciendo una sonrisa de confraternización)

¡Ah! Perdón… Yo decir que no preocupar. Situación de empresa ser mejor ahora que antes… No haber más problemas… Nadie perder trabajo… Dar mi palabra… Nuestro grupo en Suecia responder mi petición con toda seguridad… Doramas S.A. estar en futuro donde merecer… Tranquilo, señor…

REPRESENTANTE SINDICAL

(Visiblemente airado)

¿Y qué garantías tengo de que usted cumplirá lo que ha dicho? ¡Si es la primera vez que le vemos el pelo! ¡No le creo una palabra! ¡Si ni siquiera habla bien nuestro idioma!

VICTOR SJÖBERG

(Sin alterarse lo más mínimo, manteniendo la misma sonrisa)

Mi palabra ser suficiente para mí… Problema de usted no creerme… Usted decir representante de trabajadores y yo creer usted… Aunque yo no ver a usted abajo, en la calle, con los otros trabajadores que sí defender pan de sus hijos… Pero usted decir representante de trabajadores y yo creer… Encantado de conocer a usted, señor… ¡Adiós! ¡Adiós a todos!

Acto seguido, VICTOR SJÖBERG va hacia la puerta de la sala, la abre y sale por ella, dejándola abierta. En el interior de la habitación, todos los directivos permanecen EN SILENCIO y sólo el REPRESENTANTE SINDICAL hace algún movimiento. Con el rostro congestionado por la crispación, aprieta con fuerza los puños mientras se queda mascullando una maldición.

SEC.22/ PLAYA DE LAS CANTERAS / EXT/DÍA

Panorámica de la playa. Es mediodía y la arena está repleta de gente. Entre la compacta marea humana no tardamos en distinguir el perfil rectilíneo y pálido de VICTOR SJÖBERG, quien provisto de una toalla y una gorra para el sol, camina entre la multitud vestido con unas bermudas, una camisa de manga corta y cholas.

Tras encontrar un hueco en la arena, no demasiado lejos de la orilla, extiende la toalla. Luego, se quita la camisa y el pantalón corto, dejando al descubierto un discreto bañador. Sin poseer el cuerpo de un atleta, se nota que SJÖBERG es un hombre que, a pesar de su edad y de sus ocupaciones profesionales, no ha descuidado su estado físico.

Después de quitarse la gorra, mira en dirección al mar. Lo contempla con detenimiento durante unos segundos y, finalmente, camina hacia la orilla.

Al acercarse al agua, el EJECUTIVO acaricia con ternura la coronilla de un niño de pocos años que está sentado en la arena, jugando con un cubo y una pala. El pequeño apenas le presta atención y el hombre prosigue su paseo hasta que sus pies se meten en el agua. Durante unos segundos, VICTOR SJÖBERG permanece de pie, sin moverse, como si dejara que cada uno de los poros de su piel se relajara al contacto con el mar.

De repente, el empresario sueco emprende una veloz carrera y se lanza de cabeza al agua. Se sumerge por completo en ella. Nada unas cuantas brazadas y, por último, se detiene para sacar la cabeza y contemplar la playa mar adentro. Su rostro dibuja una sonrisa. La sonrisa limpia e ingenua de un niño que tiene todo un verano y una vida por delante.

La pantalla se cierra en iris sobre esta última imagen.

* * *

Este guión, aún inédito, forma parte del proyecto de largometraje para televisión, titulado Historias isladas, que en julio de 2007 recibió el segundo premio en el Concurso de Ideas para la Escritura de Guiones de Largometrajes Cinematográficos y Películas para Televisión, convocado por la empresa pública Canarias Cultura en Red, adscrita a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.

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