Muy a su pesar, el ideólogo y fundador de ese movimiento cívico-progresista-asambleario-alternativo que se conoce por PODEMOS, encumbrado a la categoría de tercer grupo parlamentario en las Cortes, gracias, en buena medida, a la estruendosa resonancia que le brindaron los mismos medios de comunicación a los que ahora Pablo Iglesias señala con dedo inquisitorial, ha devenido, en un grotesco y hortera giro argumental, en el transcurso del astracán continuo que es la política española, en presa ridícula de su propio discurso demagógico: él, que soñaba con tomar los palacios de invierno de nuestra pestilente y caduca monarquía constitucional, que iba a barrer y borrar de la noche a la mañana la hojarasca de una partitocracia corrompida y tumefacta, ha terminado siendo un personajillo de tres al cuarto, suculento bocado dramatúrgico con el que, a buen seguro, el maestro Rafael Azcona habría firmado un cachondo libreto, digno de ser filmado por Luis García Berlanga.
Martelero
Ni uno ni otro, fue Garci con Las verdes praderas. https://es.wikipedia.org/wiki/Las_verdes_praderas
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pevalqui
La nueva “casta”.
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