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El callejón
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La consulta

[Este guión cinematográfico, concluido en julio de 2008, forma parte del largometraje –nunca rodado- Historias isladas, premiado, en julio del año anterior, por el Gobierno autónomo, a través de la empresa pública Canarias Cultura en Red, adscrita a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, dentro del Concurso de Ideas para la Escritura de Guiones de Largometrajes Cinematográficos y Películas para Televisión. Coincidiendo con la aprobación ayer, por parte del senado español, de la declaración institucional según la cual La Graciosa pasará en breve a ser la octava isla del archipiélago canario, sacamos de la gaveta del olvido este libreto sobre el que sobrevuela -con su benévola influencia- el estupendo relato de Stephen King titulado El Brazo, la lectura, a los trece años -inolvidable, imperecedera, como el primer amor- de El viejo y el mar y la película Vivir, obra de arte, patrimonio de la humanidad, orquestada por el sensei Akira Kurosawa]

La escritura de este guión hubiera sido imposible sin el impagable magisterio de Shinobu Hashimoto, Ernest Hemingway, Stephen King, Akira Kurosawa, Hideo Oguni y del gran Takashi Shimura

SEC.1/ SALA DE CONSULTA MÉDICA INT./DÍA

Abre de negro

El plano que muestra la cámara es una superficie blanca, un tanto opaca. La cámara inicia un lento movimiento de retroceso (travelling out) que, poco a poco, va descubriendo detalles del lugar en que nos encontramos. Así, no tardamos en darnos cuenta de que el fondo en blanco que acabamos de ver es la pantalla de un expositor de placas de rayos X y, a medida que retrocedemos, percibimos distintos elementos del mobiliario impersonal y frío de una sala de consulta: la mesa, las sillas, una camilla a la derecha, un armario a la izquierda.

POR UN LATERAL SE ESCUCHA CÓMO SE ABRE LA PUERTA DE LA CONSULTA e, inmediatamente, entran en cuadro dos hombres de mediana edad, vestidos con sus respectivas batas de médico. El primero de ellos lleva en su mano derecha, bien visible, un sobre grande, con el logotipo del Servicio Canario de Salud.

MÉDICO 1

(Que prosigue la conversación iniciada fuera)

¿Sabes lo que pasa, Alejandro? Que si tú le echas un vistazo, me quedo más tranquilo.

MÉDICO 2

(Que entra detrás del otro)

Ya, de todas formas seguro que no va a hacer falta.

MÉDICO 1

(Sacando una radiografía del interior del sobre, dejando éste sobre la mesa y colocando la placa en la pantalla. El médico enciende la lámpara)

Sí, pero más vale ir sobre seguro antes de decirle nada al hombre…

MÉDICO 2

(Que no puede ocultar cierto aire de resignación que se le escapa en el tono de su voz)

Sí, desde luego…

Mientras esta conversación tiene lugar, la cámara vuelve a trazar un sutil movimiento, pero en el sentido contrario a como lo hizo antes. Ahora se desplaza con suavidad a su punto de partida (en travelling in) hasta quedar colocada frente a la pantalla donde el MÉDICO ha colocado la radiografía. La secuencia concluye con el primer plano de una radiografía de tórax de un adulto, en la que se distinguen claramente los pulmones. EL DIÁLOGO ENTRE AMBOS FACULTATIVOS LO ESCUCHAMOS EN OFF.

MÉDICO 2

(Impaciente por ir directamente al grano)

Bien… ¿Y dónde decías que tiene el carcinoma?

MÉDICO 1

(Que mueve un puntero láser a la derecha del cuadro, sobre el pulmón izquierdo)

¿Lo ves? Lo tiene justo aquí, entre la tercera y la cuarta costilla.

Por unos instantes no vemos la mancha a la que se refiere el doctor, ya que los dos pulmones parecen envueltos en una especie de tenue pelusa, hasta que, efectivamente, en la zona que ha identificado el médico, muy cerca de donde se encuentra el corazón, detectamos una mota blanca del tamaño de un botón minúsculo.

MÉDICO 2

(Acercándose a la pantalla y después de unos segundos de silenciosa observación))

Ah, míralo… El muy cabrón está un poco escondido ¿eh?

MÉDICO 1

Es que el hombre tiene los bronquios muy manchados por el tabaco. Claro, toda la vida dándole al krúger…

MÉDICO 2

No me extraña, porque aquí estos pescadores otro vicio no tendrán, pero el tabaco… El tabaco se ha llevado por delante a más de ellos que el mar.

MÉDICO 1

Gajes del oficio…

MÉDICO 2

¿Y éste es el que dices tú que nunca ha salido de La Graciosa?

MÉDICO 1

Eso parece. Allí es todo un personaje porque dicen de él que jamás ha estado en Lanzarote.

MÉDICO 2

(Señalando con el índice la mancha en el pulmón izquierdo)

Pues mucho me equivoco o creo que tu amigo se va a quedar allí para siempre…

Durante unos segundos, el objetivo de la cámara se centra en la imagen fija del pulmón enfermo del paciente, que es como una fina telaraña dentro de la que ha quedado atrapado el extraño insecto del carcinoma: punto inmóvil, pálido, inquietante.

Fundido encadenado a

SEC.2/ ISLA DE LA GRACIOSA EXT./DÍA

Panorámica completa de la isla de La Graciosa, tomada desde el mirador del Río –al noroeste de Lanzarote–, en la que la vemos en casi toda su extensión y, detrás de ella, en dirección al este, se perfila la sombra de los islotes de Montaña Clara y Alegranza.

SEC.3/ BAR DE ISMAEL INT./DÍA

Arrancamos la secuencia con un primer plano del rostro de GERMÁN, un señor de unos ochenta años. Su cara, cubierta de pliegues y arrugas, tiene el color del barro cocido, clara evidencia de haber estado expuesto durante toda su vida a los rayos del sol y al salitre del mar. A pesar de estas secuelas físicas, su busto tiene la simetría y la belleza serena de los antiguos senadores romanos y transmite una cierta nobleza y dignidad. GERMÁN observa con aire despreocupado y un tanto anodino las imágenes que en estos momentos ofrece la pantalla de un televisor de 35 pulgadas, instalado sobre un soporte, cerca del techo, en un rincón del bar en una de cuyas mesas se encuentra sentado. Es uno de esos modestos bares que hay en cualquier barrio pesquero.

El local está vacío y, además de GERMÁN, la única persona presente es ISMAEL, el dueño del establecimiento, de pie, tras la típica barra de mármol. De unos sesenta y tantos años, ISMAEL es un poco más bajo que GERMÁN y su rostro, también moreno, refleja el paso del tiempo, el desgaste y el cansancio que muestran todos los que se ganan el pan sirviendo copas detrás de una barra. A diferencia de su único cliente, que luce un elegante traje y corbata de domingo, ISMAEL lleva puesto el clásico conjunto de camarero: camisa blanca de manga corta y pantalón negro.

En la pantalla del televisor, vemos a la PRESENTADORA del programa matinal de la Televisión Autonómica Canaria que conversa con otra compañera.

PRESENTADORA

(Dirigiéndose a la OTRA PRESENTADORA, que tiene a su izquierda)

La verdad es que a mí estos reportajes sobre oficios tradicionales siempre me provocan sentimientos encontrados…

OTRA PRESENTADORA

(Un punto curiosa)

¿Sí? ¿Y por qué?

PRESENTADORA

No sé, por un lado me encantan todas las cosas que tienen que ver con lo que puedes hacer con tus propias manos y con transmitir ese conocimiento tan antiguo a tus propios hijos o a tus nietos, pero, por otro lado, me da un poco de pena que estos trabajos de artesanos se vaya perdiendo, porque la gente joven no quiere recoger el testigo…

OTRA PRESENTADORA

(Categórica)

Sí, eso desde luego, porque ahora a los chicos jóvenes parece que lo único que les interesa es todo lo que tenga que ver con las redes sociales…

PRESENTADORA

(En el mismo tono de paternalista indignación)

Eso, eso, tú dales un móvil pero no los saques de ahí.

OTRA PRESENTADORA

Es triste pero es una realidad impepinable: fuera de apretar botones, a los chicos de hoy no los busques para nada más…

PRESENTADORA

(Tratando de recuperar un tono más formal)

Sí, lamentablemente, me parece que estos muchachos y muchachas del siglo XXI no han heredado las mañas de sus abuelos ni de sus abuelas y, lo que es peor, no tienen el menor interés en hacerlo… En fin… (Mirando al objetivo de la cámara que tiene enfrente) Esperemos, al menos, que la próxima información les resulte de interés a todos: a los jóvenes y a los no tan jóvenes… Se trata de una noticia científica que nos llega directamente desde la isla de La Palma. Allí, ustedes ya saben que, a más de dos mil metros de altura, en los bordes de la Caldera de Taburiente, se encuentra ubicado el Observatorio del Roque de los Muchachos que cuenta con el Gran Telescopio Canarias, el mayor del mundo… Pues resulta que un equipo de científicos que trabaja con este magnífico dispositivo acaba de hacer público un hallazgo que puede considerarse, cuanto menos, espectacular… Este hecho consiste en el descubrimiento de una nueva estrella en la constelación de Orión. Al parecer, según informa el Instituto de Astrofísica de Canarias, este cuerpo celeste fue detectado el pasado 20 de enero por el astrónomo inglés, Michael Bowman, que junto a otros investigadores europeos y norteamericanos llevan a cabo en el Observatorio del Roque de los Muchachos un trabajo de campo sobre las estrellas que forman el cinturón de Orión… La nueva estrella, cuyo proceso de nacimiento se prolonga durante SÓLO 100.000 años, es por ahora una enorme nube de gases y de polvo que apenas deja escapar la luz que están viendo en sus pantallas…

(En efecto, en el televisor aparecen manchas oscuras sobre un fondo ligeramente luminoso)

Este peculiar alumbramiento, que los astrónomos no dudan en calificar de “violento” e “impetuoso”, se está produciendo ahora mismo a una distancia de 1.500 años luz de la Tierra, lo que significa que en estos instantes es muy probable que la estrella recién nacida ya esté más que crecidita…

(En pantalla vuelve a aparecer la presentadora, que se dirige de nuevo a su compañera)

Increíble, ¿no? Estamos viendo el reflejo de algo que ya ha ocurrido hace miles de años… Me parece escalofriante.

OTRA PRESENTADORA

(Con evidente desenfado)

Ni que lo digas. A estas alturas de la película seguro que la estrella ésa ya ha hecho hasta la Primera Comunión Interestelar.

(La presentadora no puede evitar prorrumpir una carcajada ante el comentario de su compañera. Ambas ríen sin disimulo, JALONADAS POR LAS RISAS Y APLAUSOS DEL PÚBLICO QUE SE ENCUENTRA EN EL PLATÓ Y QUE NO VEMOS)

PRESENTADORA

(Conteniéndose, a duras penas)

Desde luego, María, qué cosas se te ocurren…

OTRA PRESENTADORA

(Que sigue en su papel de graciosa)

Oh, qué quieres que te diga, mi niña… Las distancias en ese espacio son tan siderales…

El ambiente alegre y distendido continúa en la pequeña pantalla, pero nosotros centramos la atención en los dos espectadores que se encuentran en el bar de ISMAEL. Ambos hombres permanecen en silencio, inalterables, mirando el televisor.

ISMAEL

(A GERMÁN)

¿Qué? ¿Al final te va a ir a buscar tu hijo a Salinas o vas a ir en taxi hasta Arrecife?

GERMÁN

(Que aparta los ojos de la pantalla de televisión)

No, él nos va a buscar.

(Se produce una PAUSA. GERMÁN vuelve la mirada a la pantalla)

ISMAEL

¿Y cómo le va a Marcos con el taller?

GERMÁN

(Que vuelve el rostro hacia la barra)

¿Qué?

ISMAEL

A tu hijo, a Marcos, ¿cómo le va con el taller?

GERMÁN

Bien. A él no le queda mucho para jubilarse.

ISMAEL

No ha de ser mal negocio ése. Con la cantidad de coches de alquiler que hay dando tumbos por la isla, seguro que a tu hijo no le falta clientela.

GERMÁN

Eso creo.

(Entre ambos hombres, que se conocen desde hace años y, por tanto, ya se han dicho todo lo que se tenían que decir, surge una nueva PAUSA. GERMÁN vuelve a poner su atención en el televisor)

ISMAEL

(Durante unos segundos, aprovecha la PAUSA para limpiar la barra con un trapo)

Por lo menos, gracias al viaje vas a conocerle la casa.

GERMÁN

(Otra vez vuelve el rostro hacia ISMAEL, despistado)

¿Qué?

ISMAEL

Digo que por lo menos este viaje te va a servir para verle la casa a tu hijo.

GERMÁN

(Siempre lacónico, manifestando una total indiferencia)

Sí.

ISMAEL

Coño, Germán, ¿no me digas que no tienes ni siquiera curiosidad por ver Arrecife?

GERMÁN

No. Nunca la he tenido y menos la voy a tener ahora.

ISMAEL

Ha cambiado tanto… Uno llega allí y parece que esté en una ciudad…

GERMÁN

Pues si tienes tantas ganas de ir, vete tú por mí.

(ISMAEL hace ademán de responder algo pero decide callarse y opta por seguir pasando el paño a la barra. Se abre una nueva PAUSA y el SILENCIO, que ahora resulta algo espeso y cargado de cierta tensión, SÓLO SE VE ROTO POR EL SONIDO PROCEDENTE DEL TELEVISOR. GERMÁN, que mira de nuevo al monitor por unos instantes, vuelve el rostro por enésima vez hacia donde se encuentra ISMAEL. Lo observa en la distancia)

GERMÁN

(A ISMAEL)

Anda, déjate de hacer preguntas y ponme un cortado, que me voy.

(ISMAEL termina de repasar la barra con el paño, guarda éste cerca del fregadero y se dirige a la máquina de café)

ISMAEL

(Manipulando la máquina)

¿En qué barco te vas?

GERMÁN

En el de las nueve.

ISMAEL

(LA MÁQUINA HACE UN RUIDO INFERNAL HASTA QUE EL CAFÉ ESTÁ SERVIDO EN UNA TAZA DE CRISTAL)

¿Y a qué hora tienes la consulta?

GERMÁN

A las diez y media.

ISMAEL

(Acercándole el cortado a la mesa y sirviéndoselo)

¿No irán un poco apurados?

GERMÁN

No creo.

(GERMÁN apura el café en silencio. A su lado, ISMAEL permanece de pie. Nueva PAUSA. GERMÁN pierde la mirada en el exterior del bar. Desde el cristal de la puerta podemos observar que la calle está vacía. A lo lejos, al final del paseo, podemos ver un trocito de mar. Es en ese punto donde parece fijarse la mirada de GERMÁN. ISMAEL, que intuye por dónde deben de transitar los pensamientos de su viejo amigo, no puede evitar ponerle la mano en el hombro)

ISMAEL

(Con afecto contenido)

Bah… No le des más vueltas, seguro que no va a ser nada…

(GERMÁN levanta la vista un segundo y mira fijamente a ISMAEL. Luego, apura de un sorbo el café de la taza, que deposita en el platillo. ISMAEL la recoge en silencio y la lleva a la barra. GERMÁN vuelve los ojos hacia la pantalla de televisión. En ella se ve el anuncio de un coche y aunque GERMÁN parece centrar su atención en las imágenes sabemos que su mente está en otra parte)

SEC.4/ CASA DE GERMÁN INT./DÍA

La cámara describe una lenta panorámica, de izquierda a derecha, para mostrarnos en primer plano y al detalle una cómoda de caoba, sobre la que vemos varios portarretratos con imágenes retrospectivas de la familia de GERMÁN. En dichas fotografías aparecen un par de bodas, alguna foto en grupo e instantáneas en estudio de varios niños con el vestido de la primera comunión. Al final de este desplazamiento lateral, la cámara abre el encuadre para mostrarnos en plano general el interior del salón principal de la casa.

Nos encontramos en la planta de baja de una casa terrera. En la pared principal hay una estantería de madera, que contiene una vajilla, un servicio de té y diversos adornos de plata. En el centro de la habitación, sobre una alfombra de gran tamaño, destaca una mesa de caoba sobre la que descansa una sopera, encima de un mantel bordado. Alrededor de la mesa, en perpendicular a la estantería, descubrimos un sillón de tres plazas y otro de una, estampados con un diseño de flores y enredaderas sobre color blanco. Al fondo del salón se entrevé la puerta a otra habitación y en la pared contraria a la estantería, justo en la que se encuentra la cómoda con las fotografías, se inicia una escalera de la que vemos media docena de escalones. En los huecos libres de ambas paredes cuelgan retratos en sepia de más familiares. Todo está adornado con gusto, sin pretensiones, con modesto y humilde encanto.

FUERA DE CUADRO, EN OFF, SE ESCUCHA CÓMO UNAS LLAVES ABREN LA PUERTA DE ENTRADA A LA CASA Y SE OYE QUE ALGUIEN ENTRA CON PASOS MUY RÁPIDOS Y ENÉRGICOS. CIERRA LA PUERTA.

Por el lateral izquierdo entra en cuadro GERMÁN, exactamente igual de trajeado que en la secuencia anterior. Se acerca al inicio de la escalera. Sube los primeros escalones.

GERMÁN

(Dirigiéndose en voz alta a alguien que se encuentra en la planta superior)

¡Nina! ¡Nina! ¿Ya estás? ¡Que se nos hace tarde!

VOZ EN OFF DE NINA

(Desde un cuarto de arriba)

¡Yaaa!

GERMÁN

(Que no puede controlar su inquietud)

¡Venga, mujer!

VOZ EN OFF DE NINA

¡Que ya bajo, hombre!

(En su impaciencia, GERMÁN baja los pocos escalones que ha subido y consulta su reloj de pulsera. Al comprobar la hora, no puede ocultar un evidente gesto de contrariedad y fastidio)

Arriba SE OYE EL TACONEO DE UNOS ZAPATOS DE SEÑORA QUE SE ACERCAN A LO QUE SE SUPONE QUE ES EL FINAL DE LA ESCALERA. SE ESCUCHAN LOS PASOS DE NINA CUANDO COMIENZA A BAJAR LOS PRIMEROS ESCALONES. DE REPENTE, LA MUJER SE DETIENE.

VOZ EN OFF DE NINA

(Molesta)

¡Vaya! ¡Espera un momento!

(EN OFF ESCUCHAMOS CÓMO LA SEÑORA VUELVE A SUBIR LA ESCALERA, ante la expresión de circunstancias que pone su marido)

GERMÁN

(Resignado)

Y ahora ¿qué se te olvidó…?

VOZ EN OFF DE NINA

¡Nada, nada! ¡No tardo nada!

(EN OFF OÍMOS CÓMO SE ALEJAN LOS PASOS PRESUROSOS DE LA MUJER POR EL SEGUNDO PISO Y CÓMO APENAS TARDAN UNOS SEGUNDOS EN REGRESAR. LA MUJER SE ACERCA DE NUEVO A LA ESCALERA, BAJA OTRA VEZ. GERMÁN, en completo silencio, mueve la cabeza de un lado a otro, en sentido reprobatorio. Consulta de nuevo su reloj)

GERMÁN

¡Vamos, Nina! ¡Que se nos escapa el barco!

(LA MUJER NO TARDA EN APARECER POR LA DERECHA, BAJANDO LOS ÚLTIMOS ESCALONES. NINA es una señora de unos 75 años, más baja que su marido y algo regordeta. Viste un elegante traje negro, con un abrigo oscuro que disimula bien sus kilos de más. De cabello castaño, su piel es más pálida que la de GERMÁN. Ágil y algo pizpireta, la edad no ha conseguido borrar de su rostro la belleza natural de la muchacha que aún sigue viviendo dentro de ella)

NINA

(Acercándose a su marido)

¿Ves, desesperado? No tardé nada.

GERMÁN

¿Qué te olvidaste?

NINA

¿Pero tú no tenías tanta prisa? Abre esa puerta y no te quedes ahí como un pasmarote…

(GERMÁN está a punto de replicarle, pero finalmente se lo piensa mejor y se gira sobre sí mismo para abrir la puerta)

NINA

(Dándole un leve empujoncito por detrás)

¡Venga, vamos! ¡Que no tenemos todo el día!

Los dos salen por el lateral izquierdo. SE ESCUCHA EL RUIDO QUE HACE LA PUERTA AL ABRIRSE Y AL CERRARSE, INMEDIATAMENTE DESPUÉS.

La cámara describe un sutil desplazamiento de aproximación, en travelling in, hacia la cómoda que hemos visto al inicio de esta secuencia y se detiene justo en una fotografía de la pareja que acabamos de ver. La imagen tiene más de cincuenta años y muestra a GERMÁN y a NINA junto a cinco niños, el más pequeño en brazos de ella. Ataviados con modestísimas ropas de fiesta, una de las niñas parece llevarse un caramelo a la boca y GERMÁN sostiene un cigarrillo entre los dedos de su mano derecha, mientras mira de soslayo al objetivo de la cámara con aire entre intimidado y desafiante.

SEC.5/ PUERTO DE LA GRACIOSA INT./DÍA

Plano medio de GERMÁN y NINA, quienes permanecen sentados en un banco situado en el pequeño puerto de la Caleta del Sebo, en La Graciosa. Frente a ellos se extiende el extremo más septentrional de Lanzarote, Punta Faraones, y a la derecha de ésta se encuentra la línea de casas blancas del pueblo de Salinas del Río. Entre ambas islas, como una barrera infranqueable, el mar.

GERMÁN está serio, cabizbajo, encerrado en sí mismo y denota una tensión y un nerviosismo contenidos. En cambio, NINA luce sonriente, excitada, emocionada.

NINA

(Que trata de sacarle unas palabras al marido, a quien encuentra demasiado preocupado)

Mira tú, quién me lo iba a decir a mí… Con la de veces que te pedí que nos diéramos un salto a la isla y tú, emperrado, que no, que allí no se te había perdido nada… Pues ya ves, por fin he conseguido que vengas conmigo…

(Cambiando el tono distendido porque una sombra de tristeza surge en la expresión de su cara y en su voz)

Aunque, a decir verdad, preferiría no tener que hacer este viaje…

GERMÁN

(Saliendo de su mutismo y mostrándose un poco irónico)

¿Ah, no? ¿Y eso?

NINA

Lo sabes de sobra, Germán. Te vienes conmigo a Lanzarote porque no te queda más remedio…

GERMÁN

(Que sigue con la ironía)

Ya ves, en eso te doy la razón.

NINA

(Aparentando enfado)

¡Vete a la porra, Germán! ¡Si ni siquiera te has movido de aquí para ir a ver a tus bisnietos!

GERMÁN

(Que ahora expresa cierto cansancio por haber discutido esto miles de veces)
No hace falta, ellos ya vendrán a verme a mí…

NINA

(Que no puede contener el genio)

Sí, espérate ahí sentado… Te crees que las cosas siguen siendo como antes. Pues no, Germán, en eso estás muy equivocado… Ahora cada uno hace su vida y todos trabajan, ellos y ellas, y como no muevas el culo de La Graciosa me parece que a los hijos de tus nietos sólo los vas a ver en fotografías…

GERMÁN

(Tratando de manifestar indiferencia)

Ellos ya saben donde vivo.

NINA

(Negando con la cabeza)

Ay, Germán… Eres como Dios te hizo, mi niño…

GERMÁN

(Esbozando una sonrisa)

El mismo que conociste hace cincuenta y siete años.

NINA

(Haciendo una divertida mueca de desaprobación)

Sí, no me lo recuerdes…

GERMÁN

(En la misma línea burlona)

¿Tan mal te fue?

NINA

(Manteniendo una falsa indiferencia)

Sí, sí, ya…

GERMÁN

No te pongas así, mujer… Acaso no estoy aquí para coger ese puñetero barco contigo…

NINA

(Dejando a un lado las máscaras, mostrando una sincera preocupación)

Sí, Germán, sí, pero tú sabes perfectamente por qué esta es la primera vez que sales de aquí. Sólo te digo que a mí me hubiese gustado que esto lo hubieses hecho hace mucho tiempo, que hubiésemos salido juntos de aquí por otro motivo, no por…

(NINA interrumpe el hilo de la frase porque está a punto de decir algo que no quiere ni mencionar)
No sé para qué te digo esto si nunca quisiste moverte de estas cuatro piedras…

GERMÁN

(Tratando de quitarles trascendencia a las palabras de su mujer)

Algún día tenía que ser la primera vez, ¿no? Bueno, pues esa primera vez ha llegado y aquí estoy, para lo bueno y para lo malo, como dice el cura en las bodas… Además, ¿quién te ha dicho a ti que esta va a ser la última vez que salga de La Graciosa? A lo mejor le termino cogiendo gusto a la cosa y hacemos el viaje ése a Galicia con el que llevas dándome la matraca desde ni se sabe…

NINA

(Sorprendida)

¿De verdad?

GERMÁN

Claro, mujer, ¿cuándo te he dicho yo a ti alguna mentira?

NINA

(Que le ha cogido las manos)

Bueno, tú sabrás…

(GERMÁN niega con la cabeza con expresión seria, mientras NINA se acerca a su mejilla y le da un beso lleno de una ternura casi infantil)

NINA

Serás bobo…

(GERMÁN se queda callado, mientras su esposa se acuerda de repente de que el barco que esperan aún no ha llegado)

¿Qué hora tienes?

GERMÁN

(Que echa un vistazo a su reloj)

Las nueve menos cinco.

NINA

(De pronto, se muestra sobresaltada)

Qué raro, ya debería estar aquí… (Mirando hacia al mar que tienen enfrente) ¿Tú lo ves? (Su esposo hace lo mismo que ella y niega con la cabeza) Ay, ay, ay, esto no me gusta nada… (Se levanta) Mira, voy un momento a preguntarle a la chica de la caseta a ver si sabe a qué hora llega ese barco… Espérame aquí, que enseguida vengo.

GERMÁN asiente y ve cómo su mujer se aleja con paso firme y veloz hacia el puesto levantado cerca del embarcadero, donde se venden los billetes para coger los barcos que cubren el trayecto entre La Graciosa y Lanzarote. GERMÁN echa un vistazo a su alrededor: la Caleta del Sebo es un muellito de reducidas dimensiones y se ve poco movimiento de gente a esta hora. Las casas blancas, en su mayoría terreras y de dos alturas como máximo, están muy cerca del embarcadero, junto a los botes de pesca fondeados.

GERMÁN observa en la distancia de poco más de cien metros cómo su mujer se acerca a la taquilla. En ese instante, le sobreviene un violento y desagradable ataque de tos que a duras penas puede contener y que le deja literalmente sin aliento. A lo lejos, mientras habla con la muchacha del puesto, NINA no se ha percatado del acceso de tos que sufre su marido. Es un minuto muy largo, sesenta terribles segundos en los que GERMÁN parece asfixiarse. Luego, poco a poco, no sin esfuerzo, el hombre recupera el ritmo de respiración normal. Sin que se dé cuenta, a su derecha ha ido aproximándose un individuo de unos setenta y pocos años: delgado, alto, con la piel tostada por el sol, lleva la ropa de faena de cualquier pescador de la isla.

TOMÁS

(Que hace ademán de ofrecerle un cigarrillo de un paquete que saca del bolsillo de su camisa)

¿Le apetece un cigarrito, maestro?

(El hombre estalla en una estrepitosa carcajada que saca al descubierto una dentadura irregular, sin algunas piezas y manchada por el sarro y la nicotina)

GERMÁN

(Que termina de recuperar el resuello, levantando la cabeza hacia su interlocutor)

Vete al carajo…

TOMÁS

(Que vuelve a guardar el paquete de cigarrillos en el bolsillo, sin dejar de reír y de mostrar, por tanto, su desvencijada sonrisa)

¿Tú no te ibas hoy?

GERMÁN

(Que se pone de pie)

Sí, pero algún problema tiene que haber… (Señalando hacia la taquilla en la que todavía se encuentra su mujer hablando con la muchacha de la empresa de transporte) El barco debería estar ya aquí…

TOMÁS

(Un poco más serio)

¿A qué hora te iba a atender el doctor?

GERMÁN

A las diez y media.

TOMÁS

(Esbozando otra sonrisa)

Pues yo creo que ya no llegas, Germán.

GERMÁN

Ya ves, qué pena me da.

TOMÁS

(Su rostro adopta de pronto una expresión grave)

Oye, ¿y tú cómo estás?

GERMÁN

(Directo, sincero, sin tapujos)

Regular… Me falta fuelle. Es como si tuviese un pulmón desinflado y a veces parece que me voy a ahogar.

TOMÁS

Ya, como ahora mismo, ¿no?

GERMÁN

Menos mal que estaba solo (Vuelve a mirar a su esposa, que ha terminado de hablar con la chica de la taquilla y se dirige hacia donde se encentran los dos hombres)… y ella no me vio. No quiero que sufra.

TOMÁS

(Que no oculta su preocupación)

Tal y como lo pintas, la cosa está jodida, ¿eh?

GERMÁN

(Con gran aplomo)

Hago esto por ella, ¿sabes? Salir de mi casa, ir a Arrecife, ponerme en manos de los médicos, pasar por todo… Pero se lo debo, Tomás. Es lo menos que puedo hacer por ella: no rendirme, plantar cara. Aunque sé que no va a servir de nada…

TOMÁS

(Dolido)

¡Coño, Germán, no digas eso! ¿Y tú qué sabes, eh? No me vengas con coñadas… Que nos conocemos desde hace cuarenta años y tú no las has tenido tiesas ni nada ahí fuera, que te he visto con mis propios ojos, Germán… Porque estaba ahí, contigo. No hemos pasado tú y yo temporales del carajo para que ahora te me vengas abajo por esta bobería… Mira, Germán, no me jodas, ¿eh? No me jodas…

GERMÁN

(Con una sonrisa irónica)

Sí, ya me gustaría a mí joderte…

(Viendo cómo su mujer está prácticamente junto a ellos)

Bueno, y dejemos el tema porque ahí viene ella…

(A NINA)

¿Qué pasó?

NINA

(Muy nerviosa, casi sofocada)

¡Nada! ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Qué crees que pasó? (Advirtiendo la presencia de TOMÁS junto a su marido) Ah, buenos días, Tomás…

TOMÁS

Buenos días…

NINA

(Indignada)

¿Qué crees que pasó, eh? ¿Qué crees que pasó?

GERMÁN

(Que empieza a esbozar una sonrisa un tanto burlona al ver el enfado de su mujer)

No sé, Nina…

NINA

¡Pues que el barco no llega porque se le averió la máquina! ¡Eso es lo que pasó!

GERMÁN

(Sorprendido)

¿Entonces?

NINA

(Casi fuera de sí)

¿Entonces? Entonces pasa que el otro no viene hasta dentro de dos o tres horas como mínimo, me dijo la chica, que me ha tenido que aguantar una rociada, la pobre…

GERMÁN

(Tranquilizador)

Pero no te preocupes, mujer, ahora avisamos al médico y le decimos que pase la cita para otro día y ya está…

NINA

(Enfadada)

Sí, ya, tú te crees que es tan fácil, con la lista de espera que hay… A ver para cuándo te dan hora…

GERMÁN

(Sospechosamente conciliador)

No te preocupes… Ya verás que antes de que acabe la semana estamos en Arrecife…

NINA

(Que sigue igual de enojada a pesar de las palabras tranquilizadoras del marido)

Sí, ya, ya, tú siempre lo ves todo muy fácil…

GERMÁN

Que sí, mujer, tranquila… Vamos para casa a llamar por teléfono a esa gente y a avisar a tu hijo para que no nos vaya a buscar…

(GERMÁN coge con suavidad del brazo a su esposa, para emprender juntos el camino de vuelta)

Bueno, Tomás, luego nos vemos. Ahora voy a hacer esas llamadas y a quitarme este traje de encima, que los zapatos me están comiendo los pies…

(GERMÁN le lanza un guiño cómplice a su amigo y se marcha del brazo de su mujer)

Hasta luego…

TOMÁS

(Sonriendo)

Adiós… Hasta luego, Nina…

NINA

(Que se va refunfuñando)

Adiós.

De pie, cerca del banco, queda TOMÁS, quien trata de contener la risa. Tras él, el matrimonio se aleja a paso ligero, cogidos ambos del brazo. La cámara se detiene en TOMÁS, quien saca otra vez el paquete de tabaco del bolsillo de su camisa, extrae un cigarrillo, lo enciende y lo fuma con parsimonia, aspirando el humo con evidente satisfacción.

Lentamente, la cámara describe un movimiento de alejamiento, travelling out, que va dejando la figura de TOMÁS como una silueta solitaria en el embarcadero, muy cerca del mar. El plano concluye con una panorámica del muelle de la Caleta del Sebo.

Fundido en negro

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