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El callejón
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La gloria de un equipo sin par

Formación de la S.D. Tenisca que el 1 de abril de 1979 logró el ascenso a Tercera División Nacional [Foto obtenida en el blog sdtenisca.blogspot.com]

A Antonio San Blas y a tantos otros y otras inolvidables ángeles de alas blancas que harán fuerza desde arriba para que este sueño sea por fin realidad

"Prefiero hacerme antes del PP que del Mensajero"

Surgia Sanjuán, esposa de Pepín La Perla, elegante mediocentro del Tenisca en la década de los sesenta y propietaria de un popular kiosco en el barrio de San Telmo, a quien el pintor Francisco Concepción rebautizó como el Kremlin

Cuando el pasado día 1 de mayo, en compañía de mi amigo Toño Paz Medina (mensajerista moderado y simpatizante atlético, ahora en Bruselas, por obra y (des)gracia de esta crisis que no cesa, ni cesará), asistí junto a una nutrida parroquia de palmeros nipones, que poblaban la tribuna del Rodríguez López, a la inapelable derrota de la Sociedad Deportiva Tenisca, en la final de la Copa Heliodoro, confieso que, después de aquel partido, no daba un euro por el porvenir del equipo blanco en la actual fase de ascenso a la categoría de bronce del fútbol español.

Su rival de entonces, ya en Segunda División B, el C. D. Marino, se deshizo del cuadro merengue, en la segunda mitad, con diez minutos de apabullante contragolpe y puntería letal. Con tres goles en contra, encajados en un abrir y cerrar de ojos, al Tenisca, que había sido acribillado a banderazos en la primera parte por un juez de línea imberbe y demasiado bisoño para estas lides y que le señaló constantes fueras de juego (algunos, más que dudosos) a sus jugadores de ataque, no le quedó otro recurso que apelar a su historia, a su modesta pero gran historia, y con un coraje admirable, digno de pilotos kamikazes de la II Guerra Mundial, sus futbolistas se lanzaron a la empresa imposible de igualar una final que tenían completamente perdida.

Lo paradójico del caso es que, de haber gozado de una dosis de fortuna, el equipo palmero habría puesto en algo más que aprietos al conjunto del sur de Tenerife. Hubo un par de pelotazos al palo y algún que otro sobresalto pero el marcador final no registró apenas variaciones.

A pesar de la decepción que supuso aquella derrota (una más) en la final del torneo por antonomasia dentro del fútbol provincial, quienes presenciamos el partido sabemos que este domingo, en el Virgen de Las Nieves, la enésima oportunidad de lograr la meta que se le viene negando al club del Castillete con obstinada insistencia desde hace diecinueve años (al igual que el número de veces que me presenté al examen práctico de conducir también aquí he perdido la cuenta: ¿ya van siete? ¿u ocho? ¿serán nueve?), ha sido lograda con el tesón, el esfuerzo y la fe de un grupo chicos formidables que, de la mano del siempre serio Javier Vales (el técnico que no pierde la compostura ni se desmelena), nunca han dejado de creer en sí mismos y son perfectamente conscientes de que el escudo que lucen en su camiseta representa tanto un pasado glorioso (no olviden que el Tenisca es el único equipo canario de Tercera División que jamás ha bajado de categoría, condición que sólo es compartida por otro club en toda España, el Alaior de Menorca) como un futuro más que prometedor: no en balde, la escuadra juvenil acaba de subir a División de Honor.

Conviene no olvidar nada de esto. Así que no hay ninguna excusa ni pretexto para dejar de acudir pasado mañana al campo y arropar y ovacionar a estos muchachos como se merecen, cualquiera que sea el resultado. Al fin y al cabo, habrán combatido con honor y con el alto sentido del deber cumplido de los antiguos samuráis, en el imperio del sol naciente.

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