Arde el bosque y, mientras tanto, los altos cargos de las administraciones públicas involucradas en las tareas de extinción se cruzan acusaciones de incapacidad, impericia y falta absoluta de previsión. Y menos mal que en Canarias no hay ciervos (aunque sí demasiados siervos y siervas) porque, si no, a estas alturas nos habríamos cargado a los nietos de Bambi y a toda la parentela de Tambor.
Todo esto de los incendios forestales (provocados o fortuitos) resulta tan dolorosamente vergonzoso que lo mejor que se puede hacer es tomar nota e invocar a todos los dioses del firmamento para que, más temprano que tarde, la izquierda en este país se organice en torno a una plataforma cívica, integrada en exclusiva por profesionales de valía y honradez contrastadas, con vocación de servicio público por tiempo limitado, que proponga la reforma del actual régimen constitucional desde principios democráticos tan añejos como la libertad, la igualdad, la justicia, la tolerancia y el pluralismo. Hasta que ese día llegue (tal vez nunca lo haga) permaneceremos malviviendo en esta especie de pseudoapocalipsis que se alimenta, como un cáncer en imparable proceso de metástasis, del miedo, de la ignorancia, de la mediocridad, del resentimiento y, sobre todo, de la cobardía.
Cada día es más real el verso de Dámaso Alonso, en Insomnio, cuando el poeta exhala como un quejido aquello de que "Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)". España empieza a recordar el paisaje ruinoso de un mundo destruido por un anómalo virus que ha transformado a sus habitantes en muertos vivientes, en walking dead, despojados de toda dignidad y arrastrados a la rapiña y al pillaje.
Mi sobrina, Ainara Carrillo González (a la que le estamos legando un futuro sin mañana), que estos días cumple tres años de edad, denomina a los zombis de pega (redivivos gracias al embrujo de ese mago del maquillaje y de los efectos especiales que es Greg Nicotero y cuyas inquietantes andanzas televisivas pronto entrarán en su tercera temporada) con el inocente apelativo de "Guokiní", al mismo tiempo que ella imita su torpe forma de caminar, arrastrando una pierna pegada al suelo, y emite un gruñido de lo más jocoso, acompañado de una mueca con la que es imposible partirse de risa.
Lo que, por suerte, mi ahijada ignora es que, para nuestra desgracia y la suya, los muertos vivientes existen y lo peor de todo es que no descansan y van a conseguir, a golpe de real decreto, que este país termine siendo un erial en el que ya no pueda sembrarse ni siquiera la semilla de la esperanza.
PedroLuis
Estimada Celia, Dios, Rajoy y el Banco Central Europeo acoja su indiscutible buena voluntad.
Tiene razón, la autocrítica nunca ha sido el fuerte de esta especie nuestra. Somos más dados a buscar culpables ajenos, que a perseguir la autocensura… pero también es humano atribuir los errores, tan evidentes por cierto, a quienes son tan propensos a apuntarse los logros, que parecen más discutibles.
Mientras tanto Canarias, España, arde por los cuatro costados, sin que escuchemos una voz autocrítica que reconozca que las cosas no se han venido haciendo bien.
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Celia
No creo que sea justo culpar al Sr. Rajoy de los que nos esta pasando. Creo que el simplemente ha heredado una casa en ruinas y no tiene medios para arreglarla. Ya es hora de que los seres humanos hagamos examen de conciencia. Vamos a sufrir durante un tiempo, pero todo pasara y volveremos a tiempos mejores, como si de un ciclo se tratara. Menos materialismo y menos codicia y tendremos un mundo mejor.
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PedroLuis
Ya no se si somos muertos vivientes o vivos murientes…
Sí parece claro que los incendios ilustran muy bien lo que sucede a los pueblos cuando se desconectan del entorno ambiental en que habitan, olvidando la gestión y los hábitos tradicionales, con la falsa ilusión de que con las nuevas tecnologías conseguiremos controlar sus efectos y resolver los problemas de gestión ambiental y social que nos empeñamos en no mirar… La política, la educación, la justicia, etc. fallan y no parece ser que esa "mayoría honrada y con vocación de servicio" se conforme y estructure con capacidad de gestión y eficiencia suficiente para resolver el problema… Tal vez porque esa mayoría no exista, ni tenga las ideas lo suficientemente claras sobre lo que deba hacerse… Los hechos son tozudos y expresivos.
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arodriguez
Hace años, según me cuenta mi suegro (agricultor de El Paso), la gente del pueblo acudía formando cuadrillas perfectamente organizadas sobre la marcha para apagar cualquier fuego y, en pocas horas, conociendo el terreno como nadie, conjuraban el peligro de una propagación fatal. Eran tiempos en que la gente podía ir a recoger pinocha y hierba al monte, que quedaba durante todo el año más o menos seguro. Ahora las normativas reguladoras impiden algo así "por motivos de seguridad". En fin.
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spica
Lo que por suerte, tu ahijada ignora, lo mismo que millones de españoles, es que, mientras otros millones pasan hambre, otros millones se miran unos a otros a ver que deciden, mientras unos pocos de esos millones cometen la heroicidad de asaltar dos supermercados en la comunidad donde mas trabajo se ha creado de España y donde menos funcionariado hay, y donde el enchufismo ni se espera, en fin, cuando el país marcha como marcha, hay un personaje digno de elogio y que todo esto parece resbalarle, que actualmente se solea en Lanzarote y que lógicamente, el esta convencido de que su trabajo fue perfecto y que el resto de los españoles fuimos los culpables de esta situación. Por todo ello tiene derecho a ese descanso. Según he leído u oído, Zapatero, cuando da algún paseo por Lanzarote, es aplaudido y vitoreado por gran cantidad de viandantes, no especifican las noticias si entre esos aplausos y vítores hay alguien del INEM, aunque dada la categoría mental de este país, no me extrañaría nada que fueran mayoría. Así sea. Un abrazo José Amaro.
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ificrates
Por otro lado, estuve hablando con uno de los de las cuadrillas .
Me dijo, que medios hay, que gente hay, pero que no se ha trabajado en el monte en el invierno, que es es el problema: el abandono del monte.
Según él, incendios siempre ha habido, pero no tan grandes, y son tan grandes porque el monte está abandonado
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ificrates
El neoliberalismo es un sistema muerto, pero un muerto viviente, un zombi.
Esta crisis neoliberal, como la del 29, no ha conllevado un cambio del sistema. Gobiernan los creyentes en el dogma que protege al poderoso y oprime al débil.
Como no nos organicemos rápido y bien y nos fortifiquemos contra esta ola de destrucción, van a conseguir acabar con todo.
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