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El callejón
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La primera expedición después del tiempo

El quinto episodio de la mítica serie “Cosmos” estuvo dedicado a Marte. “Blues por un Planeta Rojo” es una maravillosa incursión en el hogar de nuestros vecinos marcianos. Si deciden emprender el viaje, activen los subtítulos en castellano.

A Ray Bradbury, in memoriam

La irrupción de la nave en la órbita de Marte no despertó la más mínima sorpresa y su entrada en la atmósfera densa y polvorienta no generó la menor expectación, ya que en todo el planeta no quedaba nadie que lanzara al cielo una mirada de esperanzada ansiedad. Hacía unos ochocientos mil años que la especie humana había dejado de reproducirse y, sobre la arena cobriza y pesada, apenas quedaban huellas de su paso: los progresivos asentamientos y las sucesivas colonias de hombres, mujeres y niños, procedentes de la Tierra, quedaban reducidas a unos pocos cascotes, diseminados en un área de setecientos cincuenta kilómetros cuadrados (donde se ubicó la antigua y remota capital de Nueva Atenas), y a nubes desintegradas de escombros.

Del interior de la nave surgió un módulo de reducidas dimensiones que descendió hasta posarse sin otra novedad sobre la superficie desértica. A los pocos minutos, se desplegó una escala por la que no tardaron en bajar dos cosmonautas que se movían no sin cierta dificultad.

Los dos exploradores hicieron un corto recorrido por el perímetro de seguridad que rodeaba al módulo. Tomaron diversas muestras del suelo marciano, instalaron una serie de dispositivos y colocaron una baliza que sirviese de punto de referencia para futuras expediciones. Junto al sistema de observación y telecomunicaciones, los astronautas emplazaron una bandera de trece rayas verticales, azules y blancas, con cincuenta estrellas recuadradas en el centro.

La visita se prolongó durante doce horas y cuarenta y cinco minutos. Una vez transcurrido este tiempo, ambos excursionistas retornaron al útero modular y pronto se acoplaron de nuevo a la nave, que se perdió en el vacío del espacio como un alfiler luminoso en el firmamento.

Varios miles de kilómetros más abajo, incrustada sobre una mole de granito de tres toneladas, los visitantes dejaron una placa forjada en una aleación de titanio y adama, que contenía un mensaje para la posteridad, escrito en inglés:

En el día de hoy, 20 de julio de 1969, siendo presidente John Gerald Kennedy, tomamos posesión de Marte en nombre de la Humanidad y de todo el planeta Atlantis y proclamamos su condición de colonia para todos sus habitantes, según los principios de libertad, igualdad, fraternidad, justicia y paz que constituyen los valores sagrados sobre los que se cimienta la República de los Estados Unidos de América.

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