A pesar de constituir una de las familias de invertebrados más prolíficas del reino animal, los gusanos han tenido tradicionalmente muy mala prensa: su repelente aspecto, la naturaleza parasitaria de muchos de sus congéneres y la condición larvaria de algunas de estas especies han rebajado a tan modestas como repulsivas criaturas a los últimos escalones de la cadena trófica.
Incluso es de uso frecuente, en el lenguaje figurado, la expresión “gusano” para descalificar o degradar al merecedor/-a de semejante epíteto, quien es etiquetado, de esta forma, como persona “vil” y “despreciable”.
En los cada vez más remotos años setenta, esta era la terminología empleada por los adeptos y adictos al régimen castrista para denigrar a cuantos huían (para la propaganda oficial, desertaban) de la dictadura del proletariado azucarero y tabaquero.
Sin la elocuente contundencia dialéctica de sus camaradas caribeños, el secretario general del PSOE (y aún presidente del gobierno, cuyas recientes memorias ya tratan de rivalizar en fama y prestigio con las de Winston Churchill) se ha expresado en similares términos, cuando en un mitin el pasado fin de semana sopesó la más que posible convergencia de fuerzas políticas conservadoras en las elecciones generales del próximo 28 de abril.
Ante la probable avalancha de votos a favor del espectro ideológico de la derecha, los autoproclamados portavoces y representantes del pensamiento progresista llaman a una participación masiva de la población con derecho a sufragio, con el fin de evitar lo que -a su juicio- sería algo así como un anticipo del Apocalipsis.
Sin llegar al extremo (ultramontano y mesetario) de calificarlos de “gusanos”, Sánchez and company minusvaloran y desprecian la inteligencia y legitimidad democrática de quienes prefieren optar por planteamientos completamente opuestos a los suyos y, en cierto sentido, presentan estos comicios como una disyuntiva entre civilización y barbarie, a partir de la penosa (y pobre) pretensión de considerar a votantes de PP, Ciudadanos o VOX como indigentes mentales.
De proseguir con esta estrategia (?) de confrontación directa, apoyada en tópicos, falacias y simplezas, auguramos un estrepitoso varapalo electoral para la izquierda que presume de serlo (aunque en el fondo apenas se trate de una versión descafeinada, desdibujada y grosera de sí misma) y el ascenso imparable e irresistible de las orugas, que no sólo devorarán las rosas rojas que plantaste ayer sino que se servirán de sus maltrechos tallos para confeccionar sus propios capullos de CEDA, de cuyo interior saldrán falanges enteras y victoriosas de mariposas azules y naranjas que volarán, despreocupadas e ingrávidas, cara al sol de un nuevo amanecer. El amanecer del planeta de los simios.
pevalqui
Dejando a un lado la ironía y la mordacidad, salvo en los aspectos más intrascendentes, cabe suponer que el gobierno republicano de la CEDA, (aunque lo empleásemos de modo metafórico, o a través de un circunloquio), poco tenga que ver con el que se barrunta actualmente. También el castrismo llama “lumpen”, a quienes dentro de la Isla, no siguen las consignas de la Revolución. Si así fuera, no sé con exactitud si volveríamos a la España en blanco y negro, o resucitaríamos el planeta de los simios. Vivimos (para bien o para males), en un mundo cada vez más globalizado, muy diferente al de épocas pretéritas, a pesar del resurgimiento de ese cáncer de la humanidad en forma de nacionalismos. En cualquier caso, mejor o peor, sería el fruto de la decisión de las urnas.
Las próximas elecciones prometen titulares en abundancia. Estarán muy polarizadas por el juicio a los separatistas catalanes. Si bien más allá del “rojo tomate”, aproximándonos al “rojo perla”, las actitudes pánfilas y “entregacionistas” de su líder, Garzón, no han dotado de más votos a su agrupación, sino más bien a los podemitas con quienes se integraron. Una vez subsanado a medias el motivo de su existencia, las contradicciones ideológicas en las que ha incurrido su líder, unido a su deriva autoritaria y a la fuga de muchos de los principales baluartes de Podemos, que en su momento le auspiciaron a la dirigencia del partido, a su vez han provocado (según pronostican las encuestas), un más que posible derrumbamiento en sus expectativas electorales.
El panorama socio político español actualmente ausente del bipartidismo, se ha diversificado. Está necesitado de cariño, de otros talantes bien diferentes. Rivera, según se comenta, ya ha dado la avanzadilla. Aunque hay comparaciones con otra realidad como la francesa en la etapa de Sarkozy, que son odiosas. Por de pronto, la música amansa las fieras.
¿Y no podría suceder que Malú y el neo liberal de nuevo cuño, el franco hispano Valls, convencieran a Rivera para que pactara con Sánchez si VOX sube el tono de sus imprecaciones aparte de las consabidas hacia los defensores del procés, cambiando los cromos de los presentes con la condición de evitar las “amistades peligrosas” de Sánchez? ¡Quién sabe! Aunque ahora mismo, en el horizonte post electoral más próximo, lo que se contempla como más probable es un nuevo “pacto a la andaluza”. Por delante hay un largo camino no exento de algunas sorpresas. Pintan bastos.
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