A mi amigo David Cánovas
Cada sábado, durante doce años, la mujer repetía el mismo ritual: se levantaba temprano, con el pretexto de correr unos kilómetros en el parque cercano; lo dejaba a él roncar el sueño perdido en su oficina de horario de ocho a cuatro, de lunes a viernes; y se acercaba hasta el museo para sentarse media hora ante aquel retrato que era como un espejo.
En silencio, contemplaba la solitaria figura femenina, en la anónima habitación de hotel, sosteniendo una carta en sus manos. Y también en silencio le hablaba como si fuesen amigas desde siempre.
Le contaba todo. Le confesaba lo que no se atrevía a decirle a nadie. Incluso le pedía consejos. En su desesperación, le llegó a anunciar que pensaba suicidarse, harta de descubrir nuevos rastros de otras en el cuello de las camisas que le planchaba con devoción religiosa.
Hasta que un día creyó entender que la mujer del cuadro le susurró unas palabras dulces, de colores desvaídos, y luego la miró con una suave y tímida sonrisa.
Al llegar a casa ya había tomado la decisión de dejarlo. En un par de meses obtuvo el divorcio.
Jamás ha regresado al museo.
Senecadelvinotea
La 13 ,
Crece.
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PedroLuis
Liberada, la mujer vuelve, ahora de verdad, a correr al parque, y agradece que la niebla que disfumina la la pareja que se besa en el banco, frente al museo, no sea reconocible. Al pie del banco, una maleta negra y un bolso marrón, le pareció haberlos vistos en alguna parte y, también, aquella espalda de oficinista cansado, cuya mente parecía estar siempre en otra parte…
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lleon
Muy buen desarrollo, un relato delicioso y real como la vida misma Por suerte en el museo Von Thyssen de Madrid hay algún Hopper de muy buena calidad, como el que reproduces
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Duraton
Fetichismo, estimado amigo, fetichismo puro y duro, no creo que Vd. piense otra cosa. Saludos.
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ENANAPATUDA
¡Qué melancolía! ¿Puede deberse a la más que posible marcha de nuestro delantero, CLAUDD?
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pevalqui
El ejercicio de mantener una semejanza por parte de los mitómanos del arte, una empatía, un atavismo religioso hacia algo inanimado, pero que para el individu@ en cuestión, posee vida, cual es una obra de arte, suele poseer un efecto terapeútico para quien lo practica. Es una experiencia que por sugerencia de un amigo, me sucedió en una ocasión que estaba en Paris de vacaciones, con "La Libertad guiando al pueblo" en el Louvre. La sensación, las vivencias de aquel momento, las definiría como mágicas.
Sin lugar a dudas, Hopper , que vivió en la fuentes del impresionismo, que "tocó" igualmente el realismo para evolucionar hacia una forma pictórica más cercana al expresionismo, merece la consideración que le otorgas.
Mi primera relación con su arte fue en el MoMa neoyorkino, en la época en que íbamos a ver al "Guernica".
Hopper ha sido de los grandes.
Buenas tardes. Saludos cordiales.
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