Al romper el día, regresó al templo y todo el pueblo acudió a él. Tomó asiento y les dirigió la palabra. Entonces, le trajeron una mujer, que había sido sorprendida en adulterio, y la colocaron en medio de los presentes.
-Maestro, esta mujer acaba de ser descubierta en flagrante adulterio. Moisés nos manda lapidar a tales personas. Tú, ¿qué dices?
El interpelado se inclinó sobre el suelo y comenzó a escribir con el dedo en la superficie polvorienta.
Algunos de los fariseos insistieron en la pregunta anterior y otros recalcaron que la conducta impropia de aquella desdichada merecía un castigo.
Después de unos segundos de silencio, en los que parecía meditar la respuesta, el hombre se incorporó y dijo:
-Quien de entre vosotros tenga la conciencia limpia de pecado, arroje la primera piedra -dicho esto, el individuo se agachó otra vez y continuó escribiendo con el índice sobre el suelo.
Al oír aquellas palabras, comenzaron a retirarse uno tras otro, empezando por los más viejos hasta los más jóvenes.
Se quedó a solas el hombre con la adúltera y le preguntó:
-Mujer, ¿dónde están todos? ¿Nadie te ha condenado?
-Nadie -le respondió la mujer, que inclinó la cabeza ante él, en señal de respeto y de vergüenza.
-Pues tampoco yo te condeno -añadió él-. Vete. Y de ahora en adelante no peques más.
El hombre pareció borrar con la suela de su sandalia los signos que había escrito en la tierra y se irguió de nuevo con gran dignidad sobre sus piernas. Acarició levemente la coronilla de la mujer y se alejó de allí con paso firme y decidido.
Ella aguardó unos instantes hasta cerciorarse de que estaba completamente sola. Cayó de rodillas sobre el suelo y comenzó a llorar. Fue un llanto prolongado y lastimoso, entrecortado por los suspiros.
Cuando las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos, la mujer se secó el rostro con el reverso de su mano diestra.
Entonces, la adúltera descubrió que aquel desconocido que le había salvado la vida había trazado una cruz en el polvo del suelo.
asis
He dejado pasar un rato. Lo he pensado detenidamente por si mes neuronas estuvieran hoy teniendo un comportamiento lento, aletargado por el mismo carácter del otoño. Pero aún así no salgo de mi asombro, sigo sorprendida por el puritanismo que emana de los comentarios de ificrates y pivalqui. Claro que la señora puede marturbarse, y grabarse, y enviarlo. ¿Es posible que yo haya malinterpretado lo escrito por ustedes?. Porque lo que se desprende de sus siempre respetables comentarios es que le afean a la señora el uso de su móvil privado para el uso que ella libremente quiera darle, incluyendo la grabación de su masturbación.
Me asombra que me asombre porque el machismo, la permanente condescendencia con las atrevidas actitudes femeninas, que todavía no terminan de normalizar en esta sociedad encorsetada, lastrada de prejuicios. Entonemos el mea culpa, sí padre yo confieso. Disfruto con la masturbación y en ocasiones envío a mi pareja, a veces a mi amante grabaciones en las que peco.
Amén.
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ificrates
Hasta cierto punto estoy de acuerdo con pevalqui.
Yo no la critico por hacer lo que quiera en privado. Pero es de muy tonta, grabarlo en un video y encima, enviarlo por el móvil, a un tipo con antecedentes penales.
Ahora bien, el hecho de que lo divulguen desde el ayuntamiento, el linchamiento moral, el uso de un video privado como instrumento arrojadizo en el debate político…
Vamos el alcalde de ese municipio, que está imputado, debería recibir, ipso facto, un contacto entre la punta de un pie y salva sea la parte, que lo envie a su casita.
¡Eso si es una marranada!.
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pevalqui
Dando por hecho que cualquier persona puede hacer con su cuerpo lo que le venga en gana-según sus normas éticas-; ¡Hombre! lo que no queda tan bíen es masturbarse y grabárselo en su móvil personal. No es que le afee su conducta, pero… "De aquellos lodos vivnieron las siguientes tempestades". En estos casos, no vendría mal que la concejala se hubiera aplicado el sano juicio que lo que es privativo, forma parte de lo que lo franceses llaman "le petit sac". De lo contrario, ya ven lo sucedido. Yo desde luego le diría que para la próxima vez, se buscase a alguién con quién tuviese "savoir faire" , desde luego, ¡ni hablar de grabárselo en su móvil!. Ni aún en el caso de ésta señora, que por lo que se ve, está de buen ver. Y así no tendríamos que recurrir a San Juan o a cualquirer otro apostol, para tratar de explicar lo que se explica per se.
Buenas tardes. Saludos cordiales
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