"Y algunos enloquecen, y todos se vuelven peores,
y nadie puede decir ni una palabra"
Oscar Wilde, La balada de la cárcel de Reading
-La compasión es una enfermedad de perros.
Con esta enternecedora frase, Iósif Stalin dio por zanjada una discusión mantenida con uno de sus correligionarios, cuando ambos apenas habían encendido la mecha de la revolución que años después haría saltar por los aires al régimen zarista.
Partidario de los métodos más expeditivos y carente del menor escrúpulo, al ex seminarista georgiano le sacaba de quicio la falta de firmeza y la pusilanimidad de quienes, como él, estaban llamados a hacer Historia con las manos manchadas de sangre.
Cruel, despiadado y profundamente amoral, Stalin pasa por ser uno de los tiranos más devastadores que ha sufrido el género humano (en su ignominiosa labor contó con la colaboración entusiasta, entre muchísimos otros, del recientemente fallecido Santiago Carrillo) y rivaliza con Hitler por alcanzar, en reñida pugna, el campeonato mundial de genocidas.
Su figura, que aún despierta la incomprensible admiración y devoción de unos cuantos idólatras descerebrados (que lloran ahora la muerte de Carrillo como si éste hubiese sido san Francisco de Asís), no puede provocar más que la repugnancia y la indignación. Las mismas que genera, en cualquier persona en su sano juicio, ese espectro sombrío y cadavérico, que responde al nombre de Iosu Uribetxebarría Bolinaga, condenado a doscientos diez años de cárcel por el asesinato de tres guardias civiles y por mantener en un agujero inmundo a un funcionario de prisiones durante 532 días, y que ha sido puesto en libertad por un gobierno que manifiesta tener un concepto de la justicia más bien gregario y dócil con el terror de ETA, bastante similar a la compasión canina que tanto exasperaba al bueno de Stalin.
Senecadelvinotea
BOLINAGA.
YA NO HAGA.
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PedroLuis
Repugnancia, tristeza, sinrazón
Locura, fanatismo, hipocresía
Cordura disfrazada de ironía
Perversión que no tiene corazón
Alimañas de infame condición
Poetas de la muerte ensangrentada
Transforman el dolor en carcajada
Sacian con odio las ansias de poder
¡Y todavía nos quieren hacer ver
que es la vida la vía equivocada!
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pevalqui
Hay un dicho muy común en el vulgo que reza: "Perdono, pero no olvido".
En una ocasión tuve la oportunidad de hablar del conflicto vasco con un abertxale. La base de sus argumentos se sustentaba en que ellos estaban en guerra con el estado español. Lo que no era capaz de justificar es que la gran mayoría de los asesinados no tenían tiempo de sacar la pistola, si es que la llevaban encima.
La bomba cruel, el tiro en la nuca muchas veces en presencia de los hijos menores, secuestros como el perpetrado con Ortega Lara, cuyo carcelero es este sujeto sobre el que se reclama que muera en su casa. El vil asesinato del chico concejal del PP Miguel Ángel Blanco, que nos puso el alma en vilo. La bomba en Hipercor. Tantos inocentes caídos ante la bala o la bomba asesina. Tantos actos abominables Y así hasta llegar hasta casi 600 víctimas.
Los tiempos cambian y ahora da la impresión de que el gobierno quiere dar un giro con la política penitenciaria aunque manteniendo el mismo discurso. Lo que antes con el PSOE hubiera sido condenatorio, ahora es correcto porque lo defiende la ley ¿qué ley?
Equiparar a Santiago Carrillo con Stalin, no sé si será un poco fuera de lugar, con el máximo respeto, José Amaro. El poder ejercido por uno y el otro son distantes, tantos en los actos cometidos como en las circunstancias que los rodearon.
Si bien Carrillo siempre esquivó e incluso negó su participación en los deleznables asesinatos cometidos en las afueras de Madrid con los reclusos del bando contrario que sacaban de la cárcel modelo, con la autorización de alguien inmediatamente anterior en la jerarquía de mando al propio Carrillo, algo insostenible judicialmente y que desde luego yo tampoco me lo puedo creer. La inmisericorde ley de la guerra, en los tiempos en que no existía ni tan siquiera La Convención de Ginebra. Hay en cambio, notables historiadores que defienden la inocencia de Santiago Carrillo, como Gibson. Insisto, yo, nunca le creería.
Hombre por otra parte con luces y sombras. Incluso algo adelantado a los acontecimientos que luego sobrevinieron y que plasmó en aquel libro sobre "el eurocomunismo y el Estado". Aparte de haber sido un personaje clave en la transición española. Si bien en un principìo y desde el Partido Comunista se pedía el voto negativo a la proclamación de la constitución española, cuando toda la izquierda estaba por lo que se dio en llamar: "la ruptura democrática". Eso lo viví como actor y en primer plano.
Hay igualmente quien dice que todo depende del cristal con qué se mire. Lean si no, las memorias de Neruda y verán lo ocurrido en el bando nacional, igualmente en Madrid. La guerra, la guerra, la maldita ley de la guerra.
Buenas noches. Saludos cordiales.
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Celia
Este tipo de "moribundo" esta mejor atendido en la carcel, ademas no parece ser un enfermo terminal.
Ulertze onari hitz gutxi.
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ENANAPATUDA
Si el nota se está muriendo de cáncer (el pobre), lo mejor que se le puede hacer, es matarlo en el momento, con un disparo en la cabeza por la espalda, estilo etarra…¿o no?
En cuanto a lo de Carrillo y su peluca, el que esté libre de pecado, que tire la 1ª piedra.
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ificrates
Desde luego Stalin era un asesino despiado, no hay más que leer el informe de Krushev.
Bolinaga tambien, más allá de ello no veo la relación.
Soy partidario de la excarcelación de moribundos. Pero partidario o no, es lo que marca la ley y la humanidad. Si un juez decreta que este hombre, o Stalin, se está muriendo, me parece bien que muera en su casa y salga de la cárcel.
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spica
De acuerdo José Amaro en todo cuanto escribes sobre estas ratas inmundas. En cuanto al óbito del héroe de Paracuellos, si se pudiera escenificar todo esto, te acompañaría con la banda apropiada e interpretaríamos juntos (aunque yo no la se, ni malditas ganas de ello) la Internacional y no con uno, sino con los dos brazos en alto, en señal de inequívoca alegría. La bienvenida que le habrán tributado la inmensa cantidad de gente de bien, que se llevo por delante, y la bronca que se llevaría el Flautista de Hamelin de turno, por haber tardado tanto tiempo en conducir a una de las ratas peores de nuestra historia a su destino final. En fin, la historia y punto.
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