cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
El callejón
Publicidad

Una hora y cuarto con Vicente

El seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque, posa aquí, sonriente, junto a tres de sus admiradores, a pesar de su condición de devotos colchoneros: Anelio Rodríguez Concepción, Jacarrillo y Carlos Carrillo Rodríguez.

Dentro del amplio programa de actividades que, bajo el rótulo de Otoño Cultural, viene desarrollando CajaCanarias en los últimos años, destaca el ciclo de charlas La condición humana: un acertado formato de entrevista o diálogo en directo que junta a primeras firmas del ámbito de la comunicación, la literatura o la divulgación científica con periodistas o escritores que mantienen con ellos y ellas una distendida conversación que gira en torno a los retos que hemos de encarar en este primer tramo del siglo XXI.

            Por el salón de actos de la sede central de la antigua Caja General de Ahorros han desfilado personajes de la talla de Mario Vargas Llosa, José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Jane Goodall o Eduardo Punset. El pasado viernes le tocó el turno al actual seleccionador de fútbol, Vicente del Bosque (Salamanca, 1950), que a su fabuloso palmarés deportivo (tanto como jugador como entrenador) hay que sumar el doctorado honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha y el título de marqués, otorgado por el Rey Juan Carlos I, en atención a su trayectoria profesional y, sobre todo, a su valía personal y humana.

            Del Bosque, que se presentó en Tenerife con su equipo de leales colaboradores (su segundo, Toni Grande, y su preparador físico, Javier Miñano) que le acompañan allá dónde vaya como una sombra benévola, fue interviudado por el escritor palmero Anelio Rodríguez Concepción (Santa Cruz de La Palma, 1963), que a su condición de doctor en Filología Hispánica, docente, poeta, narrador, ensayista, pintor, novelista y guionista cinematográfico, hay que añadir la de aficionado al fútbol de toda la vida y sufrido seguidor del Tenisca y del Atlético de Madrid.

            A pesar de la natural expectación que la figura de Del Bosque despierta por donde quiera que pasa, la sala registró un discreto aforo, con menos de las tres cuartas partes de sus asientos ocupados. Tal vez el hecho de que no hubiera un lleno absoluto contribuyese a que la conversación entre ambos personajes transcurriese dentro de un clima de agradable y amena cordialidad y en el que, en todo momento, entrevistador y entrevistado supieron estar a la altura de las respectivas circunstancias.

            En concreto, Anelio desplegó sin alardes sus innatas dotes comunicativas para conseguir, con un dominio soberbio de la distancia corta, que su interlocutor (de carácter seco pero afable, tímido aunque cálido) se sintiese lo suficientemente cómodo para mostrar, con controlada sinceridad, todo su carisma y bonhomía.

            Así, durante setenta y cinco minutos, los espectadores descubrimos a un hombre (Del Bosque) sensato, prudente, respetuoso y socarrón que aún echa de menos su etapa como futbolista ("Fueron, sin duda, los mejores años de mi vida"), que evoca con un emocionado cariño a sus mentores (mantuvo contacto con Luis Molowny hasta el último día), que no puede ocultar la serena (y severa) herencia castellana de su padre y que consiguió arrancar los aplausos del público al explicar su entrañable relación con su hijo Álvaro, que nació con síndrome de Down: "Al principio, nos preguntábamos por qué nos había tocado a nosotros. Hoy, sin embargo, no concebimos nuestra vida sin él. Desde un punto de vista afectivo, nos ha aportado y nos enseña tanto…".

            De una modestia sin ambages e imposturas, Del Bosque sigue siendo un enamorado del fútbol, al que considera su otra familia, y reivindica la importancia del trabajo y del esfuerzo, que son los valores que trata de inculcar, junto al respeto y la generosidad, que él conoció antes (en los vestuarios del Castilla, del Córdoba y del Castellón) y después de su llegada al Real Madrid siendo un pibe y que, a lo largo de dieciséis años, trató de insuflar y promover en la cadena de filiales de este club legendario que ahora, muy a su pesar, ha derivado en marca registrada.

            "No soy de los que han buscado el éxito. El triunfo ha sido consecuencia directa de intentar hacer las cosas lo más correctamente que nos enseñaron y que hemos podido", dijo el único entrenador que lo ha conseguido absolutamente todo en el mundo del balompié.

            A la finalización del acto y, a pesar de que los representantes de la Federación le habían rogado que hiciera un discreto mutis por el foro, Vicente se acercó hasta el patio de butacas y accedió a firmar autógrafos y a retratarse con todo aquel quería su foto con un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra.

Archivado en:

Publicidad
Comentarios (10)

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Leer más

Publicidad

Últimas noticias

Publicidad

Lo último en blogs

Publicidad