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El callejón
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Corredores sin retorno

Las espeluznantes imágenes que en el día de ayer divulgó la agencia EFE sobre el estado de abandono en el que se encuentran los pacientes del Hospital Piquiátrico de Lídice, al oeste de la capital venezolana, no sólo describen el funesto escenario de pesadilla, de sobrecogedora y siniestra crueldad, macabramente dispensado a aquellos a quienes los dioses han decidido destruir, privándolos, para tal fin, del más leve y frágil asidero con la realidad; también esboza, como en una tenebrosa estampa de Goya, todo el horror que lleva consigo (y la desdicha, la miseria, el oprobio) el régimen bolivariano: vástago bastardo, íncubo tropical y analfabeto, del modelo socialista soviético, acaso la más devastadora (por longeva) faz de ese inmundo leviatán, ese monstruo implacable, esa bestia insaciable que es el totalitarismo.

Como se suele decir: Dante no vio nada.

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