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El callejón
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Un país fofito

“El currículum de todos” es el título del anuncio con que Campofrío ha felicitado la Navidad al público español en un año 2012 tan crítico. Su eslogan: “Que nada ni nadie nos quite nuestra manera de disfrutar de la vida”. Ustedes juzguen.

Dedicado a Benjamín Hernández Asensio, hermano de mi hermano de armas (de fogueo), que con su inteligencia afilada (y penetrante) azuzó esta reflexión

            En diciembre de 2011, Campofrío, la empresa de embutidos, encurtidos y demás fiambres envasados al vacío (perdonen el ripio), sedujo al público español con un anuncio en el que algunos de los mejores humoristas que han dado el cine o la televisión en nuestro país (la inclusión en el spot de Santiago Segura resulta, cuando menos, discutible) se reunían en una especie de merienda campestre, en medio de un clima de forzada y simpática camaradería, para posteriormente visitar la tumba de Miguel Gila, en el décimo aniversario de su muerte, y rendirle así un emotivo y jovial tributo.

Doce meses después, la agencia publicitaria, McCann Erickson, ha vuelto a elaborar un nuevo anuncio para Campofrío, que fue estrenado la pasada Nochebuena. Con el fin de conjurar los fantasmas generados por una crisis galopante, que ha retraído el consumo como no se recuerda en décadas y que acerca cada vez más a España a la intervención económica y financiera por parte de la Unión Europea, a los guionistas de la citada agencia no se les ha ocurrido otra idea que contratar los servicios de un payaso en horas bajas, Alfonso Aragón, Fofito, que se dedica, durante dos minutos y medio, a recopilar los grandes logros alcanzados por una nación (discutida e indiscutible) que atraviesa uno de los peores episodios de su historia reciente.

"Queríamos un spot que sacara nuestro orgullo, casi terapéutico, con un corte más social. Es inadmisible que hace diez años se hablara del milagro español, y ahora nos saquen en la prensa internacional comiendo del cubo de basura", ha explicado Mónica Moro, directora general creativa de McCann Erickson.

Mientras se escuchan los acordes del pasodoble Suspiros de España, relevantes figuras de la cultura, del deporte o del pensamiento contemporáneos (como el omnipresente Santiago Segura, Chiquito de La Calzada, las hermanas Hurtado, Malú, David Ferrer, David Summers, Enrique San Francisco, Chus Lampreave, Candela Peña, Los Morancos, Iñaki Gabilondo o Luis del Olmo) enumeran nuestras grandes proezas: siete premios Nobel, siete Oscars de Hollywood, el primer puesto mundial en donación de órganos, el bable, el silbo gomero, la fregona, el submarino, el tren de alta velocidad, la paella, el chupachup, los yayoflautas… Impresionante currículum, ¿eh?

            Dirigido por la cineasta Icíar Bollaín, este brevísimo cortometraje es un engañoso caramelo envenenado. A poco que un espectador le preste debida atención, esto es, que lo observe con la mente fría y el ojo y el oído avizores, se da cuenta de que éste alberga una feroz y descarnada autocrítica, deslizada a través de frases-eslóganes tan contundentes como demoledores: "Aquí tenemos aeropuertos para aburrir" o "Exportamos la generación más preparada de la historia" (Ja, ja, ja, me río de Janeiro).

            Menos inofensivo de lo que se cree, esta minucia, concebida para vender jamón cocido o pechuga de pavo en los supermercados, refleja muchísimo mejor nuestra peculiar idiosincrasia que el último sociobarómetro del CIS. Es decir, conscientes de que ya no tiene ninguna gracia reírnos de los demás (sobre todo, si éstos nos adelantan en casi todo), hemos decidido reírnos de nosotros mismos, que es tal vez la única actividad libre de impuestos que nos queda y por la que ni siquiera Emilio Botín, ni el FMI, ni el Banco Mundial, ni la Caixa pueden cobrarnos intereses. De momento.

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