cerrar
cerrar
Registrarse
Publicidad
El callejón
Publicidad

Breve encuentro

En la nebulosa secuencia de hechos (primero desmentidos y luego reconocidos a través de una intrincada sucesión de versiones distintas entre sí) que rodean a la fugaz (o no) conversación que mantuvieron, en las instalaciones aeroportuarias de Barajas, el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, y la vicepresidenta de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Rodríguez, se aprecian elementos y circunstancias que resultan más propias de una ficción literaria concebida por John le Carré (la nocturnidad, la prohibición que pesa sobre la aludida y que le impide pisar territorio Schengen, los graves delitos que se le imputan, el incierto contenido de la charla con tan inquietante personaje o personaja, los claros indicios de enriquecimiento ilícito y financiación furtiva que envuelven -como la bruma londinense- al ex-presidente Rodríguez Zapatero y a la cúpula podemita por parte de la satrapía chavista) que de un intrascendente vis à vis, a quien la retórica, entre pomposa y ridícula, del actual presidente del gobierno elevó a categoría de conato de incendio diplomático, eficazmente sofocado por su ilustre y ocasional bombero, torero por ascendencia paterna.

El trato de favor que el ejecutivo de la coalición de progreso dispensó a tan incómoda como sospechosa visitante contrasta con el recibido, días después, por Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y reconocido de facto como presidente legítimo de aquel país por el parlamento europeo, así como por los gobiernos de EEUU, Francia, Alemania, Italia o España. Claro que, hace un año, el Pedro Sánchez que se apresuró a bendecir al principal líder opositor al desastroso y corrupto régimen de Maduro no es el mismo hombre que ahora ni siquiera accede a darle audiencia: nuestro conducator encomendó dicha tarea a su titulara de Exteriores, mientras él repartía su precioso tiempo entre la visita a Baleares, para comprobar los efectos del turbón Gloria (a bordo de un helicóptero que interrumpió las labores de búsqueda de desaparecidos para efectuar el paseo presidencial), y la asistencia a la gala de entrega de los premios Goya, en Málaga, para cosechar, en vivo y en directo, todo el candor humano, todo el afecto desinteresado y los parabienes glamurosos de su claque más distinguida.

Publicidad
Comentarios (0)

Para participar, identifícate.

Si todavía no tienes una cuenta con nosotros, date de alta.

Crear cuenta en elapuron.com

Publicidad
Publicidad

Lo último en blogs

El hombre en la ventana El callejón
Aquella noche inolvidable El callejón
Ni perdón ni olvido El callejón
La insoportable levedad de ser un jeta de campeoNATO El callejón
Canchanchán y sus mosquepedros El callejón
Publicidad