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El callejón
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Manual de resistencia

Yo mismo tengo plena confianza en que si todos cumplen con su deber, si no se descuida nada, y si se siguen los mejores consejos del doctor Simón, tal y como se está haciendo, nos demostraremos una vez más que podemos defender nuestro hogar y nuestro país, para sobrevivir a la amenaza del COVID-19, si es necesario durante meses. En cualquier caso, eso es lo que vamos a tratar de hacer. Esa es la resolución del gobierno de progreso. A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras del virus y de todos los aparatos odiosos de propaganda de la ultraderecha, no debemos abandonarnos ni fracasar. Continuaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y cada vez más fuerza en el aire, defenderemos nuestro país, cualquiera que sea el costo, debemos pelear en las playas, pelearemos en los campos de aterrizaje, pelearemos en los campos y en las calles, pelearemos en las colinas; y en los centros comerciales; y en las peluquerías; nunca nos rendiremos, e incluso si, lo cual no creo por un momento, este país o una gran parte de él estuviera subyugado y muriera de hambre, nuestros grandes aliados de Hispanoamérica, más allá de los mares, liderados por la República Bolivariana de Venezuela, continuarían la lucha, hasta que el Nuevo Mundo, con todo su poder y su gloria, salga al rescate y la liberación del Viejo. Ahora y más que nunca: Salud y República, camaradas”

[Extracto inédito del discurso leído anoche ante las cámaras de televisión por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, cuya redacción se atribuye al vicepresidente Pablo Iglesias Turrión, vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030]

Setenta y seis días, seis mil trescientos noventa y cuatro infectados y ciento noventa y ocho fallecidos después, el gobierno de España decreta el estado de alarma en todo el país. ¿Todo? ¡No! Existen al menos dos comunidades autónomas, presididas y pobladas en elevado número por irreductibles imbéciles e imbécilas, que se resisten a acatar las directrices de una potencia -para ellos y ellas- invasora.

Se trata de una medida inevitable, incomprensiblemente postergada, que llega con una inaceptable demora, equiparable al severo retraso mental que caracteriza a la mayoría de miembros y miembras del actual consejo de ministros y ministras.

Su presidente, un individuo longilíneo, cariacontecido, desencajado, pálido y con el rictus siniestro de un dependiente de El Corte Inglés que sufre cólicos intestinales, compareció anoche después de postergar hasta media docena de veces la conferencia de prensa, para leer, escritas negras sobre blanco, en una telepantalla, las proscripciones y restricciones que le son propias a la nueva situación, sin concretar ni una sola medida encaminada a paliar el desastre socio-económico al que estamos condenados por una muy irresponsable y gravísima inoperancia gubernamental.

El resto del discurso, sobrecargado de una retórica vacua cuando no insultante, fue una tediosa retahíla de lugares comunes, de cursilería infantil y de agradecimientos estúpidos e innecesarios, donde se llegó a calificar de “héroes” a los profesionales sanitarios que vienen desempeñando su labor, en los centros públicos, en unas condiciones pésimas y casi trágicas.

Que los Dioses no nos caigan sobre nuestras cabezas.

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