En el bastardo origen de esta pandemia
que a mi país contagia con cruel endogamia
se vendió el cuento chino de una epidemia
que tan solo daba ageusia y algo de anosmia.
Mas la enfermedad creció cual vil septicemia
y presuntos galenos de incierta academia
permitieron difundir la perniciosa infamia
que hoy de sus labios exhala como blasfemia.
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Los datos de la plaga hurtaron en ruin falacia
y encerraron por largo tiempo la democracia
lo cual no carece de la menor importancia
ya que es corto atajo a la autocracia.
Raudos critican a los que sienten repugnancia
por tanta mentira que suaviza la desgracia
y que con trolas y bromas endulzan sin gracia
para pavor del que huye de receta tan rancia.
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Y como catafalco a toda la ignominia
se suma el caos siniestro y feroz vesania
que aliena y confunde a media Catalunya,
ciega de odio nazi y rencor contra Hispania.
Pensamos que lo de Torra era neurastenia
sin querer reconocer que su letal insania
echa raíces en la torpe e irreal calumnia
de que la gran culpa de Franco suya est omnia.
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Aunque tamaña pamema es simple dislate
al lado del rey y soberano del disparate
que utiliza las Cortes como escaparate
para lavar sus cuitas de necio botarate.
Y el as del verbo en carne mortal arremete:
[VOX/PP] “A toro pasado todos son Manolete”.
Olvida que fuera del poder hace pelete
y él trono no ocupa y sí taza de retrete.
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La catástrofe es de tan magna dimensión
que cotidiana ha vuelto toda excepción.
Ni pero que valga, ni tabla de salvación,
adiós, Pedro, adiós a otra resurrección,
que siendo como tú apóstol de la negación
te sobreviene el alud de la recesión,
la caída en picado de la producción
y una sola salida digna: tu dimisión.