A Pedro Muñoz Seca, in memoriam, y a mi padre, que hoy celebra confinado, confitado, indignado, su septuagésimo sexto cumpleaños
¿Por qué estoy tan callado?
Pues así otorgo y no lucho.
Pero ya mi mutismo ha terminado:
vine a desembuchar y desembucho.
Voy a contarles, sin ambages
ni rodeos, la historia no velada
de esta crisis con exceso de equipajes
fruto de una gestión defecada.
Y es que el necio ignora
que si la verdad dice no se desdora
y renuncia a la mentira ruin
que es un juego vil,
que al jugarlo a ciegas
juegas cien veces, mil,
y de las mil ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres de la verdad deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
El gobierno una y otra vez jugó,
pero nada consiguió,
quince veces se pasó
y ni una vez se plantó,
a la verdad la espalda volvió
y todo su crédito perdió.
Con nuestro peculio en un brete
da la cara Sánchez, el muy zoquete,
y no le pide a Europa rescate
y ésta responde al botarate
por dónde el dedo se mete.
Mas poco más tenía
que ofrecer sobre el tapete
para dolor de la patria mía,
harta del infantil soniquete
de que juntos podemos ganar la porfía…
Veinticinco mil y pico vidas el virus se llevó,
¡ese hijo de Satanás!
Y más tarde… ¿Qué ha de ser?
A este paso, que nada se previó,
se irán otras quince mil almas más.
Después de esto, ¿qué hemos de ver?
¿Corregiremos nuestros males?
¿Ven ya por qué no sonrío?
¿Comprenden por qué este río
brota de mis lagrimales?
Con este mal no puedo, ¡no puedo!
¡Quién diga que Sánchez un borrón
no echó a su grey que alce el dedo!…
Como decir lo que pienso no puedo
a los lacayos de tan infecto credo
vaya por delante mi indiferencia:
allá cada cual con su conciencia.