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El callejón
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La ley de la selva

Gatos negros, marrones,

a rayas, con mitones

o grises de tono tal

que igual da; lo vital

es que cacen ratones”,

que así cuentan le dijo

Deng Xiaoping en un tono hospitalario

al homólogo e hispano mandatario

al que acogió cual hijo.

Proverbio de china sabiduría

que Felipe, aquel líder supremo,

endilgábanos en cada homilía

cual picado vino de sacristía

para así ilustrar a un pueblo memo.

Y como la idiocia no se remedia

llegó esta pandemia

y se llevó un gatito

cuyo nombre es Negrito,

que a natura damos tan viles tratos

que a poco que dure más la epidemia

quedaremos sin perros y sin gatos.

Y de la selva su ley se impondrá

la cual a unos felinos volverá

contra los canes en que trocará

a otros en porfía que avivará

el fin del bienestar

que ni en broma pagar

ya capaces seremos

pues entre PSOE y Podemos

del hoyo no saldremos.

Ya que de esta ruin fauna autoritaria

con procaz vocación totalitaria

no se espera bondad

otra que la deidad

atea de donar la ajena riqueza

a fin de multiplicar la pereza

que hace de la virtud necesidad

y troquela calidad

por una caridad

investida con falsa dignidad

cuando en verdad se busca gente ociosa

a la espera de paga generosa

que sin menor oficio

ni mayor beneficio

perciban desde la pública cosa.

Y a toque de corneta

es llamada la tropa

a sellar la libreta

y a vivir de la sopa

boba que tan mal vista es en Europa

pero que ahora aquí toda ella se anota

a paella por la jeta

sin nada aportar ni saber ni jota

y con lo que de pasivos la cuota

estará ya entonces más que completa,

la colmena de zánganos repleta

y la caja común en bancarrota.

Porque no es débil quien

por el débil se ocupa,

la pobreza preocupa

y al labrador no explota

sino el que yendo de listo es idiota

al premiar al carota

que por gandul ni estudia ni trabaja,

al sano y discreto siempre de baja,

al liberado con vida de aúpa

y que a toda hora del curro se raja,

al que vive de okupa

y todo se la chupa,

al vil gañán exánime

de raíz pusilánime

y proverbial en su vagancia ecuánime

y cuyo afán hay que buscar con lupa,

y al leal y noble afiliado enchufado

que en todo es un matado;

y quienes por quererlos contentar

prefieren los subsidios fomentar

que hacia los suicidios es orientar

a toda economía de mercado,

en la que sufragar tanto parado

no solo es gran pecado:

al estado lo social resquebraja

y en mil trozos se rompe la baraja.

Que esta hezquerra cainita

tan proclive a la guita

para la estirpe propia

prefiere a la plebe fija en la inopia,

a diferencia del honrado Anguita

que rechazaba gratis la paguita

y repartir el millo podemita

como si el vulgo fuera palomitas:

y pitas, pitas, pitas…

En cambio, este estado de ruindad

fértil y huera vecindad

castiga la heredad

con la opaca oquedad

de dejarte el bolsillo en soledad

o vaciarlo con suma brevedad.

Por contra, tan famélico

como exiguo andamiaje

permuta su plumaje

y torna en pantagruélico

predador de caudales

y tomador de deudas a raudales.

A estas alturas de desescalada

con la peña cansada

y bastante infectada

del virus de la libertad hurtada

más las caceroladas

y con paro a patadas

roncha el alma, mi buen amigo Sancho,

el muy cruel zafarrancho

de luengas colas de gentío hambriento,

esclavo de tanto banco avariento,

mientras el Gobierno asiste tan pancho

al atroz volver del racionamiento

sin dar preclaro posicionamiento

que no sea de nuevo un prometo y os miento

para así quedarse luego tan ancho.

Porque prefiérenos menesterosos

antes que sediciosos

y hasta fieles reclusos

que libres y autoexclusos

de ayudas y prebendas

que al final resultan pesadas vendas

con que embaucar a ilusos

y tenernos atados a sus riendas.

No hagamos pues los primos

y seamos como los hermanos lusos:

no caigamos en timos

de izquierda radical

ni en espejismos rusos

ni en romos cebos chuzos

ni en dolosos cuentos venezolanos

engañabobos lelos a dos manos

que terminan fatal;

y que el consenso arregle el estropicio

una vez sea reparado el total

del causado perjuicio

por ineptitud letal

de aqueste engendro inconstitucional

que más que de primera el gabinete

de Pedro Sánchez es de regional

y al que de la condena

no salva ni el Perry Mason’s bufete.

¿Y hay pena? Sí, ay, pena, penita, pena.

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