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El callejón
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Vanitas vanitatum et omnia vanitas

I

Recuerde el alma dormida,

aguce el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se siente la muerte

tan callando;

cuán presto se va el placer;

cómo después de agotado

da dolor;

cómo a nuestro parecer

Franco, Suárez o Casado

es mejor.

II

Pues si vemos lo presente

cómo en un punto se es ido

y acabado,

si juzgamos sabiamente,

daremos lo no venido

por robado.

No se engañe nadie, no,

pensando que ha de durar

lo que espera

más que duro es más Maduro

porque aquí se va a quemar

gran hoguera.

III

Nuestras vidas son los bríos

que van a dar en la mar,

y es morir:

allí van los señoríos,

deshechos a se acabar

y partir;

allí los grandes caudales,

allí los ricos indianos

y más chicos;

y llegados, son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos.

IV

Dejo las invocaciones

de los famosos poetas

y oradores;

me curo de sus micciones,

que traen yerbas secretas

sus sabores.

A Dios sólo me encomiendo,

Aquel sólo invoco yo

de verdad,

que este mundo aún sufriendo

el muy inmundo no aceptó

su deidad.

V

Este mundo es el camino

para el otro, que es llegada

con pesar;

mas rige tener buen tino

para andar esta jornada

sin penar.

Partimos cuando nacemos,

andamos mientras vivimos,

y llegamos

porque andar ya no podemos;

así que, cuando morimos,

nos piramos.

VI

Este mundo bueno sí es

si bien usásemos dél,

cual debemos,

porque, gracias a nuestra hez,

ya no entramos en aquel

que anhelamos.

Y aun aquel Hijo de Dios,

para subirnos al cielo,

eligió

nacer acá entre los dos

pisos: en el entresuelo

do murió.

VII

Ved de cuán poco Valor

son las chuches tras que andamos

y corremos,

que en este mundo traidor

antes de que nos muramos

las perdemos.

Ellas deshacen la edad,

de ellas casos desastrados

acontecen;

de ellas, por su calidad,

los más altos entorchados

desfallecen.

VIII

Decidme: la caradura,

la gentil frescura y tez

de esta cara,

la color y la blancura,

con la que viene tal juez

¿quién la para?

Sus mañas y ligereza

y la fuerza y corporal

juventud,

todo se torna graveza

cuando llega la fatal

senectud.

IX

Pues la saga de los godos,

el linaje y la nobleza

tan crecida,

¡por cuántas vías y modos

se sumió su gran alteza

en soez vida!

Unos, por poco valer,

¡por cuán bajos y abatidos

que los tienen!

Otros que, por no tener,

sin oficios ni despidos

se mantienen.

X

Los estados y riqueza,

que nos dejan a deshora

¿quién lo duda?

No les pidamos firmeza,

pues lo son de una señora

que se muda,

que bienes son de Fortuna,

que revuelve con su rueda

caprichosa,

la cual no puede ser una,

ni ser estable ni queda

perezosa.

XI

Pero digo que acompañen

y lleguen hasta la huesa

en su empeño;

por eso no nos engañen,

pues se va la vida apriesa,

como sueño,

y los deleites de acá

son, en que nos deleitamos,

temporales,

y los tormentos de allá,

que por malos esperamos,

eternales.

XII

Los placeres y dulzores

de esta vida tan forzada

que tenemos

no son sino embaucadores

de la muerte: la celada

en que caemos.

No mirando nuestro daño,

corremos a rienda suelta

sin parar;

des que vemos el engaño

y queremos dar la vuelta,

no hay ya lar.

XIII

Si fuese en nuestro poder

tornar la cara hermosa

inmortal,

como podemos hacer

el alma como una rosa

de lo ideal,

¡qué diligencia tan viva

tendríamos a cada hora,

y tan presta

en regalarle a la diva

de nuestro pecho señora

la gran fiesta!

XIV

Estos hombres poderosos

que vemos por escrituras

ya pasadas,

en fracasos tan penosos

fueron sus buenas venturas

trastocadas.

Así que no hay cosa fuerte,

que a Papas y Emperadores

y Prelados,

así los trata la Muerte

como a pobres paradores

de Dragados.

XV

Dejemos a los troyanos,

que la peli nos la vimos,

con sus glorias;

dejemos a los romanos,

que en latín ya nos leímos

sus historias;

no curemos de saber

lo de aquel siglo pasado,

qué fue de ello;

vayamos a lo de ayer,

que también es olvidado

como aquello.

XVI

¿Qué se hizo de Don Juan?

Los infantes de Carrión

¿qué se hicieron?

¿Qué fue de tanto galán,

qué fue de tanta intención

que trujeron?

Las ligas, copas y torneos,

Champions, UEFAS, rapaduras

y palmeras,

¿fueron acaso devaneos?

¿Qué fueron si no unas puras

mil quimeras?

XVII

¿Qué se hicieron las damas,

sus tocados, sus vestidos,

sus amores?

¿Qué se hicieron las llamas

de los fuegos encendidos

de amadores?

¿Qué se hizo aquel trovar,

las canciones acordadas

que tañían?

¿Qué se hizo aquel danzar,

aquellas ropas ajadas

que traían?

XVIII

Pues el otro, su heredero,

don Juan Carlos, ¡qué poderes

alcanzaba!

¡Cuán bribón, cuán bullanguero

el mundo con sus placeres

se le daba!

Mas verás cuán enemigo,

cuán contrario, cuán cruel

se mostró

el tiempo tras ser su amigo,

¡cuán poco duró con él

lo que le dio!

XIX

Las dádivas desmedidas,

los porcentajes irreales

llenos de oro,

las amantes tan rendidas,

los cien millones de reales

del tesoro,

los preces y comisiones

de su gente, y atavíos

tan sobrados,

¿dónde están tales mamones?

¿qué fueron sino rocíos

de los Prados?

XX

Pues su padre, el ausente

que en su vida sucesor

se llamó,

¡qué corte tan excelente

tuvo y cuánto vividor

le siguió!

Mas como fuese mortal,

metiólo la muerte luego

en su fragua,

¡oh, juicio casi final!

Y allí bebió entre el fuego

whisky y agua.

XXI

Pues aquel gallego loable

registrador que tuvimos,

tan primado,

no cumple que dél hoy se hable,

sino sólo que lo vimos

censurado.

Sus muy consternados coros,

sus paseos y sus lumbares,

su mandar,

¿qué le fueron sino lloros?

¿que fueron sino pesares

al dejar?

XXII

Pues sus otros dos hermanos,

grandes cargos prosperados

como reyes,

que a los pobres y medianos

trajeron tan sojuzgados

a sus leyes;

aquella prosperidad

que tan alta fue subida

y ensalzada,

¿qué fue sino vanidad

de Aznar y Rato encendida

y apagada?

XXIII

Tantos votos excedentes,

tantos billetes que escondes

a montones,

como vimos tan potentes,

hoy, Rajoy, ¿dó los escondes

y traspones?

¿Y las tus nulas hazañas?

¿Que no hiciste en Cataluña

ni las paces?

Que con el débil te ensañas,

mal metes la pezuña

y nada haces.

XXIV

Las hordas innumerables,

las pancartas y estandartes,

y banderas,

los congresos impugnables,

las marchas y los baluartes

y barreras,

la rancia izquierda honda airada

que pone cualquier reparo,

¿qué aprovecha?

Cuando tu idea cuestionada

te hace quedar indio raro

sin su flecha.

XXV

Aquél de buenos vivero,

amado por virtuoso

de la gente,

gran Rodríguez Zapatero:

Pepe Luis, tanto famoso,

tan valiente;

sus grandes hechos y claros

no cumple que los alabe,

pues los vieron,

ni los quiero hacer caros,

pues que el mundo todo sabe

cuáles fueron.

XXVI

¡Qué amigo de sus amigos!

¡Qué señor para criados

y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos!

¡Qué maestro de esforzados

y valientes!

¡Qué seso para discretos!

¡Qué gracia para donosos!

¡Qué razón!

¡Cuán benigno a los sujetos!

Y a los bravos y dañosos,

¡qué león!

XXVII

En ideas bolivariano,

Hugo Chávez en vencer

y callar.

En la virtud, muy Mariano;

un Churchill en el saber

y en hablar.

En la bondad un Trajano;

Fifi en liberalidad

con alegría;

en su abrazo, Aureliano

Buendía por la verdad

que mentía.

XXVIII

Juan Veintitrés en clemencia,

Marco Aurelio en igualdad

del semblante;

Isidoro en la elocuencia;

Teodosio en humanidad

y talante;

Alejandro Magno es él

en disciplina y rigor

de la guerra;

Jorge Bergoglio en la fe;

Felipe [VI] en el gran amor

por su tierra.

XXIX

No lega grandes tesoros,

ni alcanza muchas riquezas,

ni vajilla,

e hizo alianza con los moros,

ganando en fortalezas

y su villa.

Y en las lides que venció,

muchos votos y electores

se perdieron,

y en este oficio ganó

las rentas y los honores

que le dieron.

XXX

Pues por su honra y estado

en otros tiempos pasados

¿cómo se hubo?

Quedando desamparado,

sin hermanos ni criados

se sostuvo.

Después que hechos famosos

en rica y llanera tierra

sin la TÍA

hizo tratos bochornosos,

con los que dio aún más guerra

que allí había.

XXXI

Estas sus chamas historias

en que la pata metió

sin virtud

con otras nuevas victorias

en chanchullos disfrutó

con salud.

Por su gran habilidad,

méritos y gañanía

bien cobrada,

alcanzó la dignidad

de la gran masonería

renegada.

XXXII

Y las villas y las tierras

ocupadas de tiranos

las halló,

y por cerdos y con perras

y con ansia de sus manos

las cobró.

Pues nuestro ex-rey nacional,

si de las obras que obró

fue servido,

fue por el ocasional

presidente quien hundió

su partido.

XXXIII

Después de puesta la vida

tantas veces por su rey

al tablero;

después de tan bien servida

la mordida a su leal grey,

Zapatero,

después de tanta hazaña

y al que no se puede hallar

cuenta cierta,

por vivir de una patraña

vendrá la Justicia llamar

a su puerta

XXXIV

diciendo: «Buen caballero,

dejad el mundo engañoso

y su halago;

vuestro corazón de acero

muestre su esfuerzo famoso,

fuerte vago;

y pues de vida y salud

hicisteis tan poca cuenta

por la fama,

esfuércese la virtud

por sufrir esta afrenta

que a vos llama.

XXXV

No se os haga tan amarga

la gran causa tenebrosa

que esperáis,

pues otra vida más larga

de fama tan gloriosa

hoy dejáis.

Aunque esta vida de honor

tampoco no es eternal,

ni muy vera,

mas, con todo, es muy mejor

que vuestra vida penal,

duradera.

XXXVI

El vivir que es perdurable

no se gana con estados

mundanales,

ni con vida deleitable,

en que moran los pecados

infernales,

mas los buenos religiosos

ganánlo con oraciones

y con lloros,

los políticos famosos

con cuotas y comisiones

a Modoros.

XXXVII

Y pues vos, claro varón,

tanta pasta le sacasteis

a Maduro,

esperad el galardón

que en este mundo ganasteis

sin apuro.

Y con una buena fianza

y con la fe tan entera

que tenéis,

partid con buena esperanza,

que esta otra vida tercera,

ganaréis».

XXXVIII

«No tengamos tiempo ya

en esta vida mezquina

por tal modo,

que mi voluntad está

conforme con la divina

para todo.

Y consiento en mi cumplir

con voluntad placentera,

clara y pura,

que querer hombre vivir

una pena duradera

es locura».

XXXIX

Tú que por vuestra maldad

tomaste forma servil

y ruin nombre;

tú que en vuestra inanidad

ganaste en forma tan vil

para un hombre;

tú que tan grandes tormentos

sufriste sin resistencia

en persona,

no por tus merecimientos,

por tu poca inteligencia,

ZP, perdona.

XL

Así, con tal entender,

todos sentidos humanos

conservados,

cercado de tu mujer,

y de tus hijas y hermanos

y los criados,

da el alma a quien te la dio,

Él la pondrá en el cielo

y en su gloria,

mas tu vida no acabó

ya puedes buscar consuelo

de memoria.

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