Surfear es un placer
genial, sensual…
Surfeando espero
al hombre a quien yo quiero
sobre el oleaje
de albo espumaje.
Y mientras surfeo
aguardo a mi corifeo
porque siendo un rato feo
me suele encandilar
con su plateada selva capilar.
Surfear, mentir, amar,
ocultar, falsear, adular,
todo lo borda mi amante,
solícito, galante,
siempre fragante
(o flagrante).
Sentir en mis labios
sus besos sabios,
doctos, espúreos,
heteros y etéreos,
limpios y saduceos.
Y sentir el dulce devaneo
de las olas y crecer el deseo
cuando en tus ojos veo
la determinación de Teseo.
Por eso estar contigo es mi bien,
es vivir rehén en el harén de Iglesias Edén.
Quítate la mascarilla de la boca
que tu sonrisa me vuelve loca.
Miénteme, que quiero enloquecer
con el turbio placer
de sentir el calor
de tu verbo embriagador
que acaba por prender la llama del dolor
del horror,
del pavor
de ser incapaz de vivir sin tu amor.