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El callejón
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La salud tenía un precio

En plena segunda oleada

cierran bares y burdeles

para más inri de infieles

y de otra gente estigmada

pero esto no importa nada

a neganecios profetas

también de grifa fumetas

tan víctimas del engaño

como el resto del rebaño

que se va a hacer puñetas.

Que tener gente atontada

es de gobernantes crueles

con la mente en los pinreles

y la vergüenza agotada,

mas nuestra salud ahogada

por la gestión de estos jetas

adictos a exprimir tetas

públicas desde el escaño

se ha quebrado con gran daño

y un cero en nuestras libretas.

Y aunque todo esté fatal

somos muy afortunados

de ser tan bien maltratados

por nuestro oh, providencial

y gran líder servicial,

que toda verdad repele

y que por nadie se duele

pues nos toma por idiotas

que en las consabidas cuotas

su engreído culo le huele.

Mira que eres majadero,

gandul, inútil, pelmazo,

que nos das más el coñazo

que un peleón verdadero

tomado en un bebedero

del Norte de Tenerife

o en algún bar de Arrecife.

¿Por qué en paz no nos dejas?

¿No oyes nuestras muchas quejas?

¿Vas a seguir, matarife?

Guarda de una vez el nife

y mándate ya a mudar

y vete a joder otro lar,

que este país no es un bife

que al mejor postor se rife,

ni el cuerno de la abundancia

que sea premio a tu vagancia;

será tu fin, insensato,

el constante desacato

de tanta indigna mamancia.

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