A Eva Quintero Núñez, vicedirectora del IES Tomás de Iriarte, sin cuya amabilidad infinita esta empresa no habría llegado a buen puerto y a Ágata Gallardo, cuyas pupilas siguen siendo una ventana abierta a las estrellas
"La risa renovada. Ese fue el propósito que me empujó años atrás a la escena y que en ella me mantiene: renovar la risa. Arrumbar y desterrar de los escenarios la vieja risa tonta de ayer, sustituyéndola por una risa de hoy en la que la vejez fuera adolescencia y la tontería sagacidad. Y a esa risa joven y sagaz, cuyo esqueleto estaba hecho de inverosimilitud y de imaginación, inyectarle en las venas lo fantástico y llenarle el corazón de ansia poética".
Enrique Jardiel Poncela
Descubrí a Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952) en las baldas de una estantería que mi abuelo Anelio poseía en la pared de su garaje, donde durante años impartió clases de contabilidad, en horario de tarde y noche. Se trataba de dos tomos, bastante desgastados, de sus obras completas, editadas por Biblioteca Nueva varias décadas antes. Lo que me atrajo de aquellos dos libros fueron los títulos de las piezas que contenían: Una noche de primavera sin sueño, Margarita, Armando y su padre, El amor solo dura dos mil metros, Eloísa está debajo de un almendro o Los ladrones somos gente honrada. Precedidas de divertidísimos prólogos escritos por su autor, entre aquellas páginas, pegadas unas a otras como las hojas de un incunable, me empapé de un ingenioso y ocurrente sentido del humor, de toques surrealistas y giros desconcertantes, que me provocaban la risa -la mayoría de las veces- cuando no me causaban directamente la carcajada.
Leí aquellos dos volúmenes de comedias y el ensayo que las acompañaba con la fruición de quien trata de encontrarse a sí mismo, al inicio de la adolescencia (a los catorce años de edad). Luego, disfruté como un enano con la última de las novelas del dramaturgo madrileño, La tournée de Dios (1932), jocosa diatriba contra cualquier forma de poder organizado, en la que se relata la venida del Todopoderoso, quien, tras un tumultuoso aterrizaje en un descampado de Los Ángeles de San Rafael, emprende una curiosa gira por España, salpimentada de graciosas ocurrencias (como el nombramiento de la Divina Providencia como socio de honor del Real Madrid), y que concluye con un amargo desenlace, donde Jardiel revela todo su misántropo escepticismo ante el porvenir de la especie humana (sesgo pesimista que Poncela comparte con la mayoría de grandes maestros de la literatura: desde Cervantes a Philip Roth).
Seguí alimentando mi devoción por el autor de Pero… ¿Hubo alguna vez once mil vírgenes? mediante la compra de todas las ediciones de sus comedias que cayeron en mis manos, pertenecientes a la extinta colección Austral, de Espasa-Calpe, cuya lectura me proporcionaba momentos de especial regocijo. Mucho más tarde, y siempre que tuve oportunidad, no dejé de perderme el reestreno de sus viejos éxitos, conducidos con mano maestra por el desaparecido Gustavo Pérez Puig -en la producción- y dirigidos por su esposa Mara Recatero: Los habitantes de la casa deshabitada (inolvidable, José Sazatornil, en su papel de Gregorio, el chófer), Un marido de ida y vuelta y Las cinco advertencias de Satanás.
De todas sus piezas escritas para la escena, siempre tuve un especial afecto por El cadáver del señor García: leída, como tantas otras, a bordo del mercante Darro, en el verano de 1985, mientras acompañaba a mi padre en una de sus singladuras profesionales por el océano Atlántico. Subtitulada como Farsa de detonaciones en tres actos, esta segunda obra de Jardiel fue estrenada el 21 de febrero de 1930, en el Teatro de la Comedia de Madrid, y con ella cosechó uno de sus más estrepitosos fracasos, ya que apenas resistió unos pocos días en cartel.
Publicada en 2007 por Algar, en una más que correcta edición para escolares, a lo largo de varios cursos he echado mano de ella para amenizar la carga lectiva de tanta clase monótona sobre el sintagma nominal y los complementos del predicado. La lectura dramatizada de este sanísimo disparate garantiza al menos un par de horas de amena diversión, a la que contribuyen los alumnos y alumnas más desinhibidos y bullangueros, con sus simpáticas caracterizaciones.
A comienzos de este año académico, que está agotando sus últimas jornadas, volví a embarcarme en la feliz empresa de montar un grupo de teatro con estudiantes, en este caso, del centro en el que actualmente ejerzo la docencia: el IES Tomás de Iriarte, primer instituto de Secundaria que se abrió en el populoso barrio de Ofra, hace ya la friolera de cuarenta años.
Tradicionalmente, este centro siempre ha contado con un taller de dramaturgia, impartido por profesorado externo, pero los recortes que la administración educativa ha tenido que sufrir en los tres últimos años han supuesto el cese temporal de la actividad teatral en el popular instituto santacrucero. En el arranque de este curso se produjo la contratación, por parte de la Asociación de Madres y Padres, de una profesora que ha canalizado el inmenso caudal de talento interpretativo que poseen algunos de los alumnos y alumnas y así nació Taliriarte, un grupo de teatro escolar, dirigido por Fayna Ávila, una estupenda actriz a quien ya conocía de una experiencia escénica anterior, en el IES Poeta Viana.
En mi papel (dichoso) de productor ejecutivo he acompañado durante estos últimos nueve meses a Fayna y a los chicos: primero, en la preparación y representación de Navidad, Navidad… ¿Dulce Navidad?, un desternillante juguete cómico que se presentó al público con gran éxito justo antes de las vacaciones de Pascua y en el que los actores y actrices se demostraron a sí mismos sus ilimitadas posibilidades, a la hora de alternar el texto (escrito por ellos) y la improvisación. Posteriormente, al regreso de las Navidades, pusimos en marcha un proyecto aún más ambicioso y que ha requerido la participación y decidida colaboración de un equipo integrado por una veintena de personas, que interpretaban a otros tantos personajes.
Inspirada en El cadáver del señor García, El muerto estaba de parranda es una comedia policíaca, en cuatro actos y una conga rumbosa, que he escrito a intervalos, en una decena de tardes, en simultáneo a la labor docente que uno desempeña por las mañanas. Mentiría si dijera que esta tarea me ha supuesto sobreesfuerzo alguno. Ha sido todo lo contrario: en muchos momentos de su creación he sentido la extraña y misteriosa sensación de que alguien me dictaba cuanto tenían que decir y hacer los personajes y, a diferencia de lo que le ocurre habitualmente al escritor (que se enfrenta en solitario al desafío del folio en blanco), en esta ocasión me he encontrado más acompañado que nunca. Porque no sólo he contado con la presencia del maestro Jardiel (cuya voz ha estado soplándome constantemente frases, chistes e ideas al oído) sino con el trabajo extraordinario de un elenco de muchachas y muchachos maravillosos que, con la ayuda inestimable de su directora, han tributado el mejor homenaje posible a uno de los grandes dramaturgos que ha dado nuestra escena y que, como suele ser desgraciadamente habitual en este país, falleció en el olvido y en la más humillante pobreza.
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El muerto estaba de parranda es una comedia policíaca, en cuatro actos y una conga rumbosa, inspirada en El cadáver del señor García, original del maestro Enrique Jardiel Poncela, y fue representada por el grupo de teatro Taliriarte, formado por alumnos y profesores del IES Tomás de Iriarte, los días 13, 14, 19 y 20 de junio de 2013, en el salón de actos de dicho centro.
REPARTO
(Por orden de aparición en escena)
ALICIA GARCÍA PERWARE Alba Arteaga Mejías
DON ANTONIO GARCÍA Abel Tamayo Bolaños
DOÑA BERTA PERWARE Yasmina Tamayo Bolaños
ANNA LIUBA STRAVINSKI Mary Cruz Cabello Miranda
ENRIQUE PASTOR Luis Ravelo Villegas
GERTRUDIS/TRUDY Sara Ramos Medina
SEBASTIÁN Brian Díaz Díaz
JOSÉ MANUEL MENÚDEZ Luis Aday Pérez Medina
SONIA FLORERO Andrea Rodríguez Castellano
NACHO GARCÍA Eddie Saúl de León García
JACOBO Atigu Diallo Rizo
GERMÁN PALOMARES Diego Marrero Rodríguez
DELFINA Laura Darías Martín
DAMIÁN Edgar D. García Fajardo
HORACIO CRUSTÁCEO Daniel Hernández García
PATRICIO PERCEBE Ioseba González Ruiz
FRUDESIA HACENDADO Desireé Martín Santacruz
CARMEN TAPOLEO María José Rodríguez Cruz
Y la colaboración de Kevin Trujillo Álvarez, Auxi Peña Rodríguez y Emilio Rosaleny
DIRECCIÓN: Fayna Ávila
TRAMOYISTAS: Manuela Morales Pacheco y Zeben Duque Domínguez
DISEÑO DE VESTUARIO Y ATREZZO: Elsa Marina Darias Armas y Taliriarte
MAQUILLAJE/PELUQUERÍA: Liuba Zamora Rodríguez y Malena Velarde Guzmán
SONIDO Y LUMINOTECNIA: D. José Benito Pérez García y D. Emilio Rosaleny
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: José Amaro Carrillo
PedroLuis
Crear, educar y enseñar, sólo está al alcance de los mejores, que siempre son pocos. Tienen en su Instituto y tenemos aquí en esta ventana, la suerte de que usted sea uno.
Enhorabuena a todos. También a nosostros, que le disfrutamos.
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ificrates
No se porque Poncela me recuerda a Wenceslao Fernandez Flores, pero prefiero a este último, preferencia personal, nada más.
Le felicito la inicitiva, y las ganas, y la energia, espero que le sea justamente retribuida, en satisfaccion, se mida, como se mida eso.
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eqn
Me incorporé al IES Tomás de Iriarte coincidiendo con tu llegada al centro. Desde entonces, y hasta ahora, has hecho muy especial cada momento en el que hemos coincidido. Aprendo contigo de cine, libros, teatro…Tu sentido del humor es fascinante. Y tu trabajo con los chicos de teatro, admirable. Disfrutamos mucho con esta representación. Qué suerte contar contigo.
Eva
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