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El callejón
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Accusatio petita, excusatio non manifesta

A Jaime Urrutia, Edi Clavo y Ferni Presas

Saliste llorando del Peugeot

y yo te recibí con mi quite mejor;

estabas sudadito

pues era un día que hacía calor.

Te invité a una sidrita

y tú me endosaste el primer tostón.

Tenías querencia a dar la vara

y tuve que tomar tres chupitos de ron

para sacarte a los medios

entre la indiferencia de la afición

que con bostezos te observaba

mientras yo me camelaba a los otros dos.

Y yo bolinga, bolinga, bolinga,

haciendo frente a tremendo marrón

con ignorancia y pudor.

Y allí en la puerta del Peugeot

bisbiseando palabras y harto de ron

me comiste la oreja zalamero

pidiéndome seis meses

que no fueron ni tres

para presentarte en enero

apoyado por Zapatero

a la terna de la elección.

La culpa fue del canchanchán,

sí, fue del canchanchán,

asturiano por más señas

y que a ti no te quiso enterrar,

sin pensar en tremendo tolete

que nos legaba el muy zoquete.

La culpa fue del canchanchán,

sí, fue del canchanchán,

asturiano por más señas

y que a ti no te quiso enterrar,

sin pensar en tremendo tolete

que nos legaba el muy zoquete.

Y ahora, con la proa al garete,

que se ha vuelto tragedia el sainete,

¿quién responde, quién paga por llevarnos por el retrete?

Ay, españolito, que vienes al mundo, te guarde Dios el chupete:

llora, mama, caga y (cuanto antes) vete.

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