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El callejón
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La inmunidad de la transversalidad

El aceite de ricino

ya no es malo de tomar

pues hay mucho tocino

con ganas de defecar

y lo toman en pildoritas

como el millo las palomitas.

Hoy las ciencias adelantan

que es una barbaridad,

una transversalidad,

una sororidad

en busca de la inmunidad

aunque sea una brutalidad

y una pura bestialidad

poner una dosis inquietante

que es como un purgante

para que gane el mangante

de turno con cargante

y laxante impunidad.

Los placebos nunca sirven para nada

y son lo mismo que un refresco

de naranja o de cebada

que deja dinerito fresco

a la farmacéutica contratada.

Que esta receta es un camelo,

un siniestro caramelo

de glucosa y pomelo

que ni es ácima empanada

ni ácida limonada.

Pues la leche vacuna

es más eficaz que esta tuna

de variada farmacopea

que la vera ciencia europea

hoy observa con cautela

porque ante todo prima la tela.

Hoy las ciencias adelantan

que es una barbaridad,

una transversalidad,

una sororidad

en busca de la inmunidad

aunque sea una brutalidad

y una pura bestialidad

poner una dosis inquietante

que es como un purgante

para que gane el mangante

de turno con cargante

y laxante impunidad.

El frío que hace este invierno

sí que es una atrocidad

y de la morada infierno

y tienes a todas horas pelete

harto de oír a tanto tolete

empeñado en que el culete

pongas para la jeringa

y yo les digo que ¡una pinga!

Que a mí esto no me convence,

que toda enfermedad vence

quien por única verdad

no tiene ninguna,

ni a lo loco se vacuna

por bovina necedad.

Hoy las ciencias adelantan

que es una barbaridad,

una transversalidad,

una sororidad

en busca de la inmunidad

aunque sea una brutalidad

y una pura bestialidad

poner una dosis inquietante

que es como un purgante

para que gane el mangante

de turno con cargante

y laxante impunidad.

Unos viven y otros mueren

aunque no quieren

pero es así la humanidad

(y la mortalidad)

manchadas hoy de inmoralidad:

unos ríen, otros lloran,

como los que al raso moran,

que cada día aumentan

que a muy pocos atormentan

tales cifras que ahuyentan

al turismo y así revientan

las Islas Afortunadas,

ahora infectadas,

atrozmente arruinadas

por esa vil enfermedad

que es el virus de la indignidad

de esta infame mutualidad

de granujas, pillos y gañanes,

golfos, fraudillos y rufianes,

zoquetes, listillos y robapanes,

víboras, cocodrillos y caimanes.

¿Hasta cuándo tolerar tales desmanes

a ladrones, Illos y canchanchanes?

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