Martes era, que no lunes,
como en una de Louis de Funès,
martes de carnestolendas,
víspera de las cenizas,
y harto de las prebendas
va el líder hecho trizas,
que ni vísperas ni fiestas,
y con Sánchez tronchado de risas,
hace del martes tristeza,
que le entran las prisas
al apóstol de la PPpereza
y para tanto dolor faltan vendas
que Podemos hace guasa,
mezclando cicuta y labia,
de Casado negro de rabia
que parece la Negra Tomasa.
Martes, en que, entre cuerdo y loco,
poco a poco, moco a moco,
nuestro hombre olfatea rejas
y no de baile parejas
porque su tiempo se acaba
como le pasó incluso a Rubalcaba,
que lo que antes era te adoro
ahora es desdoro
y cuidado con Teodoro:
que no hay hombre que se sostenga
ni mal que por bien no venga
tras solo vender falso oro.
Y no das, jefe, una a derechas;
pues ni atinas a consolarte,
ni a ni siquiera orientarte
entre aquellos a los que mientes o acechas,
o entre tus leales o tus huestes desechas,
que yacen yertas,
enterradas y sin aliento, muertas.
En fin, casi todas caen,
que casi todas tropiezan
y ruedan abajo todas las cuestas
entre preguntas sin respuestas
a su presidente Casado,
que se ha vuelto perro acosado
o caballo desbocado
o simple mero empanado
a quien no le salen ya las cuentas
ni las declaraciones de rentas.
Y cual pobre diablo matado,
como todo eterno aspirante fracasado,
echa el cierre a la sede nacional
que es otro cáncamo infernal
recibido de su inmediato antepasado,
mentecato y como él hipotecado
a tanta rémora del (de Génova 13) pasado,
que es para él engorro mortal,
cepo implacable, trampa letal
que reducirá su breve legado
a un proyecto frustrado,
a un pañal cagado,
que eso es lo que hoy eres:
hombre de su honor deshojado,
tonto inútil, fuego apagado;
reconócelo ante tus queridos seres,
Pablo, que estás acabado
y tu PPpartido, arruinado,
y tú, completamente derrotado
por un mental tarado
y por un torvo y corvo chepado.