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El callejón
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Romanza de “El Churchill de Tetuán”

De este apacible rincón de Madrid,

donde mis años de mozo pasé,

una mañana aciaga partí

sin más caudal que mi fe.

Por un deseo imposible

días de triunfo soñé

y mi fortuna

fue tan poco propicia

que no lo alcancé.

¡Cómo olvidar el querido rincón

de Tetuán donde el cariño primero sentí!

¡Mágica aurora de mi corazón

donde aprendí a soñar!

Y el camino del destierro

de Ferraz emprendí sin más caudal

que el rencor por bandera

y el odio por ideal.

Con la fortuna

que mis adeptos me prestaron

y con tan adicta compañía

para ser resucitado,

con Begoña por compañera

para hacer realidad la feliz quimera,

en sus alas ahora vuelo

a donde ella quiera

que para eso me botaron

y luego los mismos me votaron

para traer a esta tierra el cielo

del proletariado adocenado.

Como un remanso de paz y de amor,

en mi agitado vivir,

este paraje tan evocador

¡qué cosas me hace sentir!

Es la vida que vuelve

de mi humilde niñez.

Siento ganas

de vivirla otra vez

y evadirme de esta hez

de la suerte jacta est.

Pero entonces yo soñaba

como un mísero pardal

que en Magariños me ovacionaban

como abucheaban a Corbalán.

Hoy mis alas ambicionan

vuelos de águila imperial,

que nada detiene a esta alma inmortal

y a su ambición desmedida,

por el papa Pancho bendecida,

a mi sed eterna de poder,

de nula modestia mi ser

y a mi pasión inmoral

por el mando total

propia de un enfermo mental.

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